Crónica a un año de la represión en el CuSam
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A un año de la represión en el Centro Universitario del Penal de San Martín CuSam, las y los estudiantes, junto a docentes y directivos organizaron un festival al aire libre. Con la consigna “La violencia trae más violencia”, hicieron eje en la actuación del Servicio Penitenciario Bonaerense aquellos 31 de octubre y 1 de noviembre. Esos dos días, tras reiterados reclamos de pibas y pibes por las condiciones de demora en la revisión de las causas, el pedido de libertades asistidas y condicionales, regímenes abiertos, transitorias, agotamiento de penas, y con la negación del Servicio Penitenciario de que reciban a sus familiares -la gota que rebalsó el vaso-, a lo largo y ancho de la Provincia de Buenos Aires se organizaron jornadas de lucha. (Por La Retaguardia)
✍️ Redacción: Julián Bouvier
💻 Edición: Pedro Ramírez Otero
📷 Foto de portada: Evelyn Schonfeld
En el caso del CuSam, una vez que la disputa ya había comenzado a ceder, policías del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) ingresaron a las aulas y comenzaron a destrozar lo que se cruzaban: instrumentos de música, libros, computadoras, el estudio de radio. Rompieron y quemaron todo lo que tenían por delante. Todo lo que para las pibas y los pibes es su material de estudio, de trabajo. Sus pasatiempos y sus sueños. El capital simbólico y cultural que se construye tras las rejas. Todo fue destruido.
Además, los policías robaron televisores, instrumentos y libros.
“Basta de violencia. Acá en CuSam se estudia, se crea. Acá se sueña. Acá la luchamos día a día para tomar esas herramientas que no tuvimos antes. Que no las tuvimos en la sociedad de allá afuera, de donde venimos y a donde vamos a volver. Acá luchamos por la inclusión, no por una resociabilización”, dijo Silvana Ortiz, privada de su libertad e integrante del Centro de Estudiantes Azucena Villaflor del CuSam.
Entonces, este 1 de noviembre todo esto se resignificó. El festival se realizó en el patio aledaño al centro universitario. “Porque acá estaba todo prendido fuego”, señaló uno de los pibes privados de su libertad. Allí, aunque las nubes amenazaban con una posible lluvia, a la mañana arrancó el encuentro. Música en vivo, a cargo de Abelardo Martín y Pica Para Todxs Mis Compas. La puesta en escena de la obra “Los amotinados”, que rememora los hechos sucedidos aquel 31 de octubre y 1 de noviembre en las diferentes unidades del penal, con guiños a la lucha de las Madres y las Abuelas en la época de la dictadura. Con una crítica al rol de la espectacularización de los medios tradicionales de comunicación cuando se habla sobre la situación de encierro.
Siguió la jornada, repleta de sonrisas y abrazos. Con una carga emotiva fuerte. “Hoy no estamos festejando nada, estamos haciendo memoria, recordando lo que no queremos que vuelva a pasar”, dijeron casi a coro.
Los diferentes talleres del centro universitario tenían mesas donde vendían sus producciones: cuadernos y muñequitos amigurumis formarían parte también de las rifas que circulaban. “Los talleres son terapéuticos. Además de estar haciendo algo que te gusta, pones la cabeza en eso y te ayuda a relajar. Y cuando ves que cada vez te salen mejor, te da una alegría”, contaba uno de los integrantes del taller de encuadernación.
Silvana y Larry en el micrófono no dejaban un ratito sin animar, sin acompañar con sus palabras.. Presentaban los números y mencionaban cada vez a Radio Mosquito, el proyecto radial de la Universidad. A las 15, bajo las primeras gotas de llovizna del lunes, arrancaron los primeros acordes de “Que mala suerte!”, de la banda Sale 500, integrada por estudiantes del CuSam. Palmas, agite, baile de rocanrol. Hacia el cierre, sonaron temas de Las Taradas, a cargo de Nati Gavazzo, una de sus integrantes, trabajadora también de la Universidad de San Martín.
Los pibes y pibas, con toda sus fuerzas y con ganas de seguir encontrándose, creciendo, y compartiendo sus formas de hacer arte y comunicación, propusieron para diciembre una nueva actividad. Porque, como decía Silvana Ortiz: “Acá en CuSam no lloramos, le damos para adelante. No nos lamentamos, no nos arrepentimos. La maldita policía siempre está ahí, acechando. Y acá estamos nosotres, educándonos”.