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El sábado 9 de julio se cumplieron dos años del asesinato de Lucas Verón. Fue perseguido el día de su cumpleaños 18 cuando iba en moto por las calles de La Matanza y baleado por Cintia Duarte y Ezequiel Benítez, de la Policía Bonaerense. La madre asegura que fue fusilado en el piso. Ese mismo sábado, familiares, amigos y amigas del joven realizaron una marcha para reclamar justicia y decirle basta al gatillo fácil. En agosto comienza el juicio. Redacción: Julián BouvierEdición: Pedro Ramírez OteroFoto: Suteba La Matanza Familiares, amigos, amigas y organizaciones sociales, culturales y sindicales convocaron a una marcha junto con la Mesa de Memoria de la Matanza el día que Lucas Verón hubiera cumplido 20 años. Participaron desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de la Matanza, HIJOS La Matanza, la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) Provincia de Buenos Aires, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), Suteba La Matanza, además de manifestantes autoconvocados. Alejo Rivera, integrante de HIJOS La Matanza y de la Mesa de la Memoria de La Matanza, contó a La Retaguardia cómo se vivió la movilización: “Lo particular de esta marcha fue que nos acompañaron compañeros sortijeros, carreros, de grupos tradicionalistas del trabajo con caballos, que era lo que Lucas amaba y para lo que vivía. Esto le dio mucho color y fuerza a esta marcha”. Además, habló de la fecha en la que se desarrollará el juicio por el asesinato de Lucas. “En esta marcha pudimos pronunciar que el 16 y 17 de agosto se va a llevar adelante el juicio oral y público contra estos dos policías, en la Universidad de La Matanza. Hemos presentado proyectos para que jóvenes de escuelas de diferentes partes del distrito puedan presenciarlo junto a sus docentes. También participarán quienes forman parte del proyecto Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial por la Memoria. Hay muchas pruebas y certezas para que los efectivos sean condenados. Su crimen intentó ser ocultado, no solo por los oficiales que apretaron el gatillo, sino también por toda la cúpula de la Policía de González Catán y por el fiscal Juan Pablo Tahtagian”, dijo. Y concluyó: “La marcha no fue solo por Lucas, sino por todos los pibes y pibas asesinados por la policía en todos los barrios”. Graciela Aguilar y Cristian Veron, madre y padre de Lucas, compartieron unas palabras a La Retaguardia: Lucas era lo más Bello de este mundo. Era nuestro mundo, giraba alrededor de él. Era el más pequeño de 4 hermanos. Le gustaba andar a caballo, era su pasión. Correr la sortija, trabajar armando carros. Era su trabajo, aparte de laburar en un taller de autos. Se dedicaba por completo a sus caballitos. Lucas era un chico amigo de todos, lleno de proyectos. Él solo quería ser mayor, cumplir sus 18, para poder salir a trabajar y ayudar a sus papás. Lucas era un ejemplo de hijo.El 9 de julio cumplía sus 18 años. Lucas contaba los días, las horas, para llegar a ser mayor. Festejamos con la familia, con un asado que le hizo su papá, cortamos la torta todos felices. A las 6 de la tarde se fueron todos. Quedó Lucas con tres amigos escuchando música en el comedor de casa, adentro porque hacía mucho frío. Pasando la 1 de la mañana, salió con su amigo Gonzalo a comprar una Coca Cola al kiosco de la vuelta de casa. Estaba cerrado. Los chicos dieron la vuelta manzana y en una esquina les salió un patrullero con las luces apagadas. Lo empezaron a correr a los tiros. A dos cuadras los atropellaron con el patrullero. Los chicos cayeron. Se bajó el oficial Ezequiel Benítez y ejecutó a Lucas en el piso. Gonzalo corrió y no le pegaron. Benítez tiró 2 disparos, uno le dio a Lucas y Gonza se salvó de milagro.Lucas era un chico muy activo, con una fuerza impresionante. Herido corrió y quiso llegar a casa, pero no llegó. Cayó en la zanja de la esquina. Gonzalo llegó asustadísimo diciendo que a Lucas se lo llevó la policía. Nunca vio que Lucas estaba herido porque corrieron juntos una cuadra. Ramiro abrió la puerta de la habitación y dijo “lo llevó la policía”. Salimos corriendo por toda la vuelta manzana, no había nadie. Llegué a la esquina oscura y nada se veía. Su hermano Alan también salió corriendo. En la esquina escuché que gritan “mamá acá está Lucas, lo mataron”. Lo trajimos con Cristián, su papá, Alan y su hermano Martín. Los cuatro lo subimos a un auto de un vecino, pero cuando llegamos al hospital, mi hijo ya estaba muerto. No había nada para hacer.Nos organizamos desde el minuto uno que sucedió el asesinato con amigos, vecinos. Se levantó el barrio entero esa noche. Fue una locura. No dejamos que actúe la Policía como está acostumbrada. Los vecinos encontraron las vainas. Era de madrugada, cerca de las dos de la mañana de un viernes. El lunes marchamos todos a la Fiscalía General de la Matanza, para pedir explicaciones por todo el accionar del fiscal y la policía, que intentaba encubrir el asesinato. Así nos organizamos. Se sumaron los compañeros de la CPM, que nos representan. También HIJOS de La Matanza, la Mesa de la Memoria y muchísimas otras organizaciones que se pusieron la bandera de Lucas para pedir y reclamar Justicia.Esta es una gran marcha para homenajear a Lucas por su cumpleaños número 20, a 2 años de estar sin él.

Una brutal represión se desató esta mañana en el desalojo de la Cooperativa textil Nueva Generación, en Wilde. Fue lanzada por Policía de la Provincia de Buenos Aires y cayó indiscriminadamente contra mujeres embarazadas, trabajadoras e integrantes de medios populares y comerciales. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele/Eugenia Otero 📷 Foto de portada: FM Riachuelo Antonella Giuso es parte de la Revista Resistencias. Fue detenida con otras dos integrantes del medio popular. Apenas recuperó su libertad, dijo a FM Riachuelo: “La represión fue feroz. Fue bastante duro, sobre todo pensando que el lugar en el que reprimieron y desalojaron es una cooperativa textil 80 familias donde hay un jardín maternal. Había niñes y mujeres embarazadas”. Giuso comentó que aún quedan detenidas: “Todavía falta que larguen gente. Nos vamos a quedar acá en la comisaría hasta que salgan todos para denunciar este hecho”. Implicada con la noticia que fue a cubrir, se indignó: “Estan dejando a gente sin laburo, se están dejando familias en la calle y se está atacando a la gente que lucha. Y si la persecución no cesa, va a haber que hacer una denuncia más grave porque de esto se tienen que hacer eco todos los gobiernos. No puede seguir pasando esto. Estamos en democracia, estamos supuestamente amparados por un montón de derechos que hoy no sé respetaron. Niñes, mujeres embarazadas, trabajadores y trabajadoras textiles y de prensa fuimos atacados por la policía hoy. Eso tiene que llegar bien claro”.  En la mañana también había sido detenido y rápidamente liberado el trabajador de la AM750 Mauricio Polchi.

A un año de la represión en el Centro Universitario del Penal de San Martín CuSam, las y los estudiantes, junto a docentes y directivos organizaron un festival al aire libre. Con la consigna “La violencia trae más violencia”, hicieron eje en la actuación del Servicio Penitenciario Bonaerense aquellos 31 de octubre y 1 de noviembre. Esos dos días, tras reiterados reclamos de pibas y pibes por las condiciones de demora en la revisión de las causas, el pedido de libertades asistidas y condicionales, regímenes abiertos, transitorias, agotamiento de penas, y con la negación del Servicio Penitenciario de que reciban a sus familiares -la gota que rebalsó el vaso-, a lo largo y ancho de la Provincia de Buenos Aires se organizaron jornadas de lucha. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Evelyn Schonfeld En el caso del CuSam, una vez que la disputa ya había comenzado a ceder, policías del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) ingresaron a las aulas y comenzaron a destrozar lo que se cruzaban: instrumentos de música, libros, computadoras, el estudio de radio. Rompieron y quemaron todo lo que tenían por delante. Todo lo que para las pibas y los pibes es su material de estudio, de trabajo. Sus pasatiempos y sus sueños. El capital simbólico y cultural que se construye tras las rejas. Todo fue destruido. Además, los policías robaron televisores, instrumentos y libros.  “Basta de violencia. Acá en CuSam se estudia, se crea. Acá se sueña. Acá la luchamos día a día para tomar esas herramientas que no tuvimos antes. Que no las tuvimos en la sociedad de allá afuera, de donde venimos y a donde vamos a volver. Acá luchamos por la inclusión, no por una resociabilización”, dijo Silvana Ortiz, privada de su libertad e integrante del Centro de Estudiantes Azucena Villaflor del CuSam. Entonces, este 1 de noviembre todo esto se resignificó. El festival se realizó en el patio aledaño al centro universitario. “Porque acá estaba todo prendido fuego”, señaló uno de los pibes privados de su libertad. Allí, aunque las nubes amenazaban con una posible lluvia, a la mañana arrancó el encuentro. Música en vivo, a cargo de Abelardo Martín y Pica Para Todxs Mis Compas. La puesta en escena de la obra “Los amotinados”, que rememora los hechos sucedidos aquel 31 de octubre y 1 de noviembre en las diferentes unidades del penal, con guiños a la lucha de las Madres y las Abuelas en la época de la dictadura. Con una crítica al rol de la espectacularización de los medios tradicionales de comunicación cuando se habla sobre la situación de encierro. Siguió la jornada, repleta de sonrisas y abrazos. Con una carga emotiva fuerte. “Hoy no estamos festejando nada, estamos haciendo memoria, recordando lo que no queremos que vuelva a pasar”, dijeron casi a coro.  Los diferentes talleres del centro universitario tenían mesas donde vendían sus producciones: cuadernos y muñequitos amigurumis formarían parte también de las rifas que circulaban. “Los talleres son terapéuticos. Además de estar haciendo algo que te gusta, pones la cabeza en eso y te ayuda a relajar. Y cuando ves que cada vez te salen mejor, te da una alegría”, contaba uno de los integrantes del taller de encuadernación.  Silvana y Larry en el micrófono no dejaban un ratito sin animar, sin acompañar con sus palabras.. Presentaban los números y mencionaban cada vez a Radio Mosquito, el proyecto radial de la Universidad. A las 15, bajo las primeras gotas de llovizna del lunes, arrancaron los primeros acordes de “Que mala suerte!”, de la banda Sale 500, integrada por estudiantes del CuSam. Palmas, agite, baile de rocanrol. Hacia el cierre, sonaron temas de Las Taradas, a cargo de Nati Gavazzo, una de sus integrantes, trabajadora también de la Universidad de San Martín.  Los pibes y pibas, con toda sus fuerzas y con ganas de seguir encontrándose, creciendo, y compartiendo sus formas de hacer arte y comunicación, propusieron para diciembre una nueva actividad. Porque, como decía Silvana Ortiz: “Acá en CuSam no lloramos, le damos para adelante. No nos lamentamos, no nos arrepentimos. La maldita policía siempre está ahí, acechando. Y acá estamos nosotres, educándonos”.

Lo dijo Claudia Rivera, integrante del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) Votamos Luchar, en su paso por el programa Hasta que vuelvan los abrazos, de La Retaguardia y Radio Sur. Allí se refirió a la represión que sufrieron las organizaciones que se manifestaron el pasado jueves en la Municipalidad de Lomas de Zamora en reclamo de trabajo digno, obras públicas en los barrios y reconocimiento de los merenderos populares. También contó de la persecución y los allanamientos que sufrieron los días siguientes. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Irene Antinori/Julián Bouvier ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur 📷 Fotos: Germán Romeo Pena El pasado jueves la Policía de la Provincia de Buenos Aires reprimió la manifestación que llevaban adelante distintas organizaciones barriales frente a la Municipalidad de Lomas de Zamora. Entre los reclamos estuvo el pedido de reconocimiento y recursos para los comedores y merenderos de la zona, que se avancen con las obras hídricas para garantizar agua potable y mejorar la red cloacal y que se garantizara trabajo genuino a los vecinos y vecinas del lugar. Claudia Rivera, integrante del MTR (Movimiento Teresa Rodríguez)- Votamos Luchar, contó cuáles fueron las exigencias por las que la agrupación se manifestó aquel día: “Nuestros barrios están totalmente abandonados, con falta de obras públicas. No tenemos cloacas ni agua potable. Y lo que nosotros siempre fuimos a pedir fue trabajo genuino. Le presentamos a la Municipalidad proyectos para construir veredas en nuestros barrios y nunca nos respondieron nada. Les pedimos que reconozcan nuestros merenderos y tampoco. La respuesta de Insaurralde (Martín, intendente de Lomas de Zamora) fue reprimirnos”. Y graficó la ferocidad de la represión: “Todavía tenemos una compañera a la que aún no le sacaron los balines que recibió cerca del ojo, porque no se desinflama. Tenemos compañeros que les han sacado balines en sus partes íntimas. Tenemos compañeros golpeados”.  Rivera contextualizó: “Lo del jueves era una movilización más de las que venimos realizando hace meses. Tuvimos el acampe en Puente La Noria, cerca de las fiestas del año pasado. Sumamos el reclamo de los desalojos a las 300 familias de la Ribera y de los manteros a los que no dejan trabajar en Olimpo. Esta represión es la gota que rebalsa el vaso. Insaurralde nos mandó a sus patotas, unos grandotes que se enfrentaron con nosotros. Después nos mandaron a la policía. Nosotros nos quedamos ahí, tranquilos. No íbamos a hacer nada. Y en el transcurso de minutos nomás, comenzaron a tirarnos gas pimienta, a patearnos, a golpearnos y a balearnos”. Por otro lado, Claudia dijo que el viernes comenzaron a recibir llamadas extrañas de gente de la Municipalidad, que se hacían pasar por periodistas y que al rato empezaron a pasar patrulleros que los miraban. “Y el sábado a la madrugada, mientras un grupo de cinco compañeras estaban trabajando, ingresaron a uno de nuestros comedores, en el barrio Juan Manuel de Rosas, policías de civil que bajaron de patrulleros, sin placas, pidiéndonos identificación. Solo uno tenía uniforme, que era el subcomisario. Y nos pedían nuestros chalecos, carteles, banderas. Nos decían que buscaban armas de fuego, combustible, cosas absurdas. Al mismo tiempo, allanaron otro merendero en Olimpo, Villa Albertina, donde había una compañera con sus hijos trabajando en el panificado”. Y resaltó: “Nosotros tenemos un compromiso con los niños, con las familias de los barrios, que es garantizarles alimento. El Municipio tendría que estar ahí”.  A partir de la repercusión que tomó el hecho, la Municipalidad adelantó la reunión propuesta para el próximo jueves (12 de agosto) para el mismo lunes (9 de agosto) a la tarde. En la “mesa de diálogo”, la Municipalidad se comprometió a visitar cada merendero. “Les mostramos los barrios con más necesidad, y la urgencia de generar obras públicas, veredas, agua potable, cloacas, asfaltar caminos. Ellos patearon el problema, diciendo que de eso se encarga el gobierno nacional. Hoy (martes 10), comenzaron a visitar algunos de nuestros merenderos y también nos prometieron trabajo para nuestras cooperativas. Nos dieron otra reunión para la próxima semana. No sabemos si es por la campaña electoral, pero bajaron y empezaron a pisar los barrios”, cerró Claudia Rivera.

En el marco del cuarto aniversario de la Masacre de Pergamino, Andrea Filiberto, hermana de Sergio, uno de los jóvenes asesinados en la Comisaría Primera de aquella ciudad bonaerense, hizo públicas unas palabras donde reflexionó acerca de la importancia de prevenir los consumos problemáticos, eje común entre los 7 pibes, y un enclave en las situaciones de encierro. En diálogo con el programa radial La Retaguardia, Filiberto profundizó sobre la cuestión de las adicciones, la estigmatización y la ausencia del Estado para acompañar en estos casos a las y los pibes y a las familias. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Julián Bouvier 💻 Edición: Diego Adur/Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Diario del Juicio El 2 de marzo es una fecha que quedó marcada a fuego en Pergamino, y no solo para las familias que tuvieron que salir a la calle a emprender una lucha para intentar torcer el destino de impunidad que muchas veces tienen las causas como esta. Se recuerda a 7 pibes: Federico Perrota, Franco Pizarro, Jhon Claros, Alan Córdoba, Juan José Cabrera, Fernando Latorre y Sergio Filiberto, que en marzo de 2017 estaban privados de su libertad en la Comisaría 1ª de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, cuando por el hacer y por el no hacer de los policías que luego llegaron a juicio y que estaban en la comisaría en ese momento -y algunos otros que por ahora consiguieron eludir la acción de la justicia-, fueron asesinados.  En redes sociales, Andrea Filiberto, la hermana de Sergio Filiberto, publicó una suerte de carta pública en la que además de expresar el dolor, aborda cuestiones sobre las que hay mucha estigmatización  que las familias deben soportar, además de cargar con la ausencia de la persona que el Estado les arrebató. Uno de los temas que trata su texto tiene que ver con las adicciones que muchos de los pibes de los barrios suelen tener antes de caer presos: “Me pareció necesario hablar de este tema porque justamente es lo que lo llevó a estar ahí. Es lo que nosotros creemos y sabemos. Mi hermano era la primera vez que estaba detenido en una comisaría. Estuvo 28 días y no pudo salir. Al estar en la comisaría, él mismo se dio cuenta de que había tocado fondo. Desde ahí las cartas que escribió, que nos dejó, donde nos decía que quería salir del problema de las adicciones. Lo intentamos durante muchos años, porque él murió en la Masacre de la Comisaría con 27 años, pero desde su adolescencia tuvo un consumo problemático. En la familia lo hemos abordado. Somos una familia de trabajadores, dos hermanos mayores. Yo le llevo 10 años y mi hermano varón, 12. Así que tenía de donde agarrarse. Así y todo, es muy difícil salir y el Estado pocas herramientas te da”, comenzó a contar Andrea.  —La Retaguardia: En esa lucha previa que vos contas, ¿golpearon puertas o desconocían las herramientas? —Andrea Filiberto: Uno sale a golpear puertas igual, que no las van a abrir, que están cerradas y que son muy pocas. Acá en la ciudad de Pergamino no hay mucho. Está el CPA (Centro de Prevención de Adicciones) que es el primer lugar al que fuimos cuando él era adolescente. Íbamos a las reuniones familiares. La familia entera con la psicóloga, pero son todos tratamientos ambulatorios y  tienen un horario de 8 a 14. Los problemas se solucionan en ese horario. Si hay alguna otra situación después de esa hora, no hay nada. No hay un centro de día o una comunidad, que sea acorde a la problemática.  Después también está algo que es mitad municipal, mitad provincial, un centro de adicciones que se llama Padre Galli, con la misma problemática: horarios acotados y algunos talleres que tratan de abordar el tema, pero siempre apelando a la voluntad de la persona enferma. Justamente, cuando está enferma, esa voluntad no la tienen, por más que la familia lo intente. El consumo va avanzando y cada día es más problemático, porque ya no podés sostener a lo mejor un trabajo, o estás al borde de un accidente. Mi hermano manejaba moto. Nosotros siempre teníamos ese miedo. Y así vas sorteando, y te vas metiendo cada vez más en el ambiente. O como se dice, en las “juntas”. Es un viaje de ida que si no tenés cómo frenarlo, no podés apelar a la voluntad. Después hemos ido a la parte judicial, ya pidiendo una internación. Que ahora viéndolo a distancia y sabiendo que no hay lugares acordes a eso y sabiendo que los meten en cualquier lado, tampoco era la solución. Así y todo, no nos daban respuesta. Porque tenés que pasar por entrevistas de psicólogas y psiquiatras, y la psiquiatra tiene que determinar si él es peligroso para sí y para terceros. Para que una psiquiatra diga eso, es dificilísimo, casi imposible. Mi hermano era buenazo, super amiguero, trabajaba y todo. La psiquiatra cuando lo veía, no lo veía peligroso. Pero el momento en el que está bajo los efectos de alguna sustancia, no sabes cómo puede estar. Se puede hacer daño así mismo, como con la moto. Él no se ponía agresivo, pero nosotros temíamos que iba por mal camino y queríamos frenar eso. Pero sin la aprobación de la psiquiatra era imposible, por el tema de la ley de salud mental. Ellos como que se oponen a las internaciones.  —LR: Y cuando el Estado apareció, lo metió preso. —AF: Lo metieron preso y no hubo ni siquiera una historia clínica que lo ayudara a salir de ese lugar y que cumpliera su condena, su pena. No tuvo ni derecho a un juicio. Estuvo 28 días y terminó ahí. Viendo el horror donde estaba, que era espantoso, como todo lugar de encierro, no era un lugar acorde. Y más que él tenía muchas enfermedades de base, que el mismo consumo aceleraba. Problemas de riñones, por ejemplo. Entonces, aunque sea, salir y hacer un tratamiento ambulatorio, con arresto domiciliario. Pedíamos,

En la tarde del 2 de febrero de este año, Alejandro Fabián Ferreyra se dirigía a comprar un repuesto para autos que le había solicitado su padre, Luis. Como cualquier otro día y cualquier otra tarde en Laferrere, donde habita la familia. Pero cerca de las 16 de aquel martes de verano sus vidas entrarían en una pesadilla de la que aún no han logrado salir. (Por Colectivo de Medios Populares*) “A Alejandro lo detienen por orden del Jefe de calle de Laferrere, se lo llevan porque dice tenía un pedido de captura del año pasado, pero eso es imposible, él no tiene antecedentes ni nada”, explica Luis. El joven de 21 años se encuentra detenido desde entonces en la Comisaría Primera de Isidro Casanova. “Primero lo tuvieron en Laferrere, ahí lo maltrataron y golpearon, y lo esposaron tan violentamente que por varios días le quedó la mano dolorida”, agrega su padre. Los abogados de la familia dan cuenta de que no se ha presentado ninguna prueba del delito que se le imputa: haber participado del robo de una distribuidora. “Él es incapaz de hacer eso, tengo el testimonio de los vecinos que nos conocen de toda la vida, nunca anduvo en nada raro ni era capaz de hacer esas cosas”, sostiene Luis Ferreyra. En tanto este lunes esperan poder avanzar con la causa, y tener mayores datos de qué le depara a Alejandro y cómo pueden lograr su libertad. Por lo pronto, sus abogados ya han pedido que se le conceda la excarcelación debido a que “nos encontramos en los albores del inicio de la investigación” y que cómo reza nuestra Constitución, toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. “Ya no tengo fuerzas para seguir, estamos pasando un momento muy triste. Veo muchos casos así, hoy nos tocó a nosotros”, cuenta dolido Luis. “Cada vez que llevamos la comida, es un calvario, nunca pasamos por algo así”, agrega el padre de éste joven que espera conseguir con la difusión de su caso que por fin se haga justicia. *FM Riachuelo/FM La Caterva/La Retaguardia/Agencia Paco Urondo/Sur Capitalino/Radio Gráfica/Radio Presente/Revoluciones.net

Con la presencia de Patricia Nasutti, la mamá de la joven asesinada la semana pasada en Rojas por un policía de la bonaerense, se realizó una marcha desde el obelisco porteño hasta el Palacio de Tribunales. Compartimos un informe fotográfico, a falta de palabras para acompañar tanta indignación. (Por La Retaguardia) 📷 Fotoinforme: Virginia Chaile/La Retaguardia  💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele

En cada una de las marchas de protesta ante el femicidio de Úrsula Bahillo, ocurrido el lunes pasado en la ciudad bonaerense de Rojas, pueden verse el dolor y la indignación que recorren cada cuerpo de mujer. Estas imágenes son de la manifestación realizada ayer en CABA, frente a la Casa de la Provincia de Buenos Aires. (Por La Retaguardia) 📷 Fotoinforme: Virginia Chaile/La Retaguardia 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero

Milagros Almirón, amiga de Bahillo, dialogó con el programa radial La Retaguardia y habló acerca de los pedidos de ayuda de su amiga. Úrsula Bahillo, de 18 años, quien fue asesinada por su expareja Matías Ezequiel Martínez, policía de la bonaerense, el pasado lunes en Rojas, Provincia de Buenos Aires. El femicida tenía una perimetral, varias denuncias de la joven y también de su pareja anterior, además de una denuncia por abuso sexual a una menor con discapacidad. Milagros denunció en la Comisaría de la Mujer a Martínez por acoso contra Úrsula, por pedido de su amiga. También se refirió a la protección al victimario, el enojo del pueblo, y la represión que desató la policía cuando familiares, amigos y amigas de Úrsula fueron a reclamar frente a la comisaría. Y denunció un vínculo familiar entre la oficial a cargo de la Comisaría de la Mujer con el policía detenido tardíamente. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/María Eugenia Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner/Pedro Ramírez Otero 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Fotos: Virginia Chaile Milagros Almirón tiene 16 años, mucha claridad y enorme fuerza. “No voy a decir que estoy bien, pero acá estoy para contar lo que ví, lo que pasó, para pedir que se haga justicia”, comenzó. El pedido de justicia es por su amiga, Úrsula, quien fue asesinada a puñaladas por su expareja Matías Ezequiel Martínez, integrante de la Policía bonaerense, en la ciudad de Rojas, Provincia de Buenos Aires.   “Andá a tu casa”  El domingo 7 de febrero, un día antes del femicidio —contó Almirón— fue a declarar junto a su amiga a la Comisaría de la Mujer. “Eran las 8.20 de la noche, me cruzo a Úrsula en uno de los semáforos del pueblo. Ella estaba en su moto y esta persona (Martínez) estaba al lado molestándola. Él tenía una perimetral que ya había roto el viernes. Cuando paso, la saludo. Ella me saluda, pero de forma extraña, como pidiendo ayuda. Cuando llego a la esquina, ella estaba dando manotazos al aire como diciendo ‘Dejame en paz, dejame tranquila’. Ahí ví que algo estaba mal, él la estaba siguiendo hacía varias cuadras”, relató. Y continuó explicando el momento en el que decidieron ir a hacer la denuncia: “Cuando llego a casa le mando un mensaje y ella me dice que la ayude, que necesita testigos. Entonces a eso de las 11 nos encontramos en la Comisaría de la Mujer. Tomaron la declaración, nos dieron un papel, un papel insignificante que podía llegar a servir en el caso de que hubiera un juicio, pero no para que vaya preso. Después de la comisaría nos fuimos, fueron 20 minutos que estuvimos juntas. Ella dio la declaración y nada más. ‘Anda a tu casa’, le dijeron. Quedó en la nada”. Almirón explicó también que fueron acompañadas por su novio a declarar, ya que ella es menor.  Captura de pantalla de la conversación que Milagros tuvo con Úrsula Detalló también que los policías las atendieron bien e incluso fueron a la casa de Martínez para comunicarle que el lunes tenía que ir a la fiscalía a declarar y no lo encontraron. “Quiero aclarar que él tenía a su tío que es policía. Y que la Jefa de la Comisaría de la Mujer estaba en pareja con el primo de Matías Martínez. La jefa de la policía de la Comisaría de la Mujer tomó todo por el aire. Te das cuenta que está todo armado para que este tipo quede cubierto”, denunció la joven. Y siguió planteando la complicidad familiar: “Lohana y Mariana Martínez, las hermanas, dicen que nunca supieron que él le pegaba. Cuando en una de las capturas que anda también viralizada, Úrsula dice que le pegó enfrente de la hermana y la mamá, y que le abrió la cabeza con un desodorante. Y se sabía todo lo que hacía. Su expareja también lo había denunciado. Él, además, violó a una niña discapacitada. Y las hermanas dicen ‘Mi mamá no crió un asesino’. Capaz que no lo crió para que sea eso, pero es un asesino. Ellas sabían lo que estaba pasando”. “Me callé siempre hasta que me vi muerta, por eso lo denuncié” Eso le dijo Bahillo a su amiga en una de las conversaciones de Whatsapp que luego se viralizaron. Allí le decía también que sufría violencia por parte de Martínez hacía siete meses. “Esto no era algo nuevo, pasó durante toda la relación. Como se puede escuchar en los audios (que también se difundieron por redes sociales), ella cuenta todo lo que le hacía. Sabía que esto podía pasar. Lo advirtió. Ella llamó al 144, a los números que da el Estado. Pidió a gritos ayuda. El Estado dejó mucho que desear”, afirmó. Por su parte, añadió que en los últimos días le preguntaron varias veces si cree que se hará justicia, y respondió: “Yo pienso que si no se hizo justicia cuando Úrsula estaba con vida, ¿qué te da a pensar que ahora sí? Ella sufría esta violencia, y lo sabían sólo dos o tres amigas. No lo hizo público. En el último tiempo, sabíamos que le pegaba. Todo el mundo sabía y esto pasó de todas formas, esto es culpa de la injusticia que hay en Argentina. No de Úrsula, ni de los familiares y amigos”.  Otra de las capturas viralizadas La eficacia, sólo para la represión Por pedido de la familia de la joven asesinada, amigos y amigas se concentraron frente a la Comisaría de Rojas para exigir justicia de manera pacífica. La manifestación derivó en represión, con nueve personas demoradas por “resistencia a la autoridad” y otras heridas. Una de las afectadas fue impactada con una bala de goma directo a la cara, que golpeó en la zona del ojo. Se salvó por centímetros de no perderlo. “Ni hablar de lo que le hicieron a Nerina, también. Ella no estaba tirando piedras ni nada, estaba reclamando, gritándoles, y le tiran un balazo en la cara. Si querés que se vaya le