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Vimos Argentina-1985 con las hijas de Adriana Calvo y Víctor Basterra

Escrito por el octubre 4, 2022


Invitamos a ver la película de Santiago Mitre a Teresa Laborde Calvo y Eva Basterra Seoane, las hijas de Adriana Calvo y Víctor Basterra. Compartimos una crítica colectiva, con sus opiniones y algunas de las nuestras. La mirada de las sobrevivientes sobre la película con foco en los fiscales.

Redaccion: Fernando Tebele
Fotos: Bárbara Barros
Video: Natalia Bernades / María Eugenia Otero

Teresa Laborde Calvo observa a Eva Basterra Seoane mientras nos cuenta qué le pareció la película (Foto: Bárbara Barros / La Retaguardia)

Es un viaje en el tiempo ver una fila extensa para ingresar a un cine. Más si se trata de una peli argentina de temática “seria”. La recorremos. Porque somos un grupo de La Retaguardia que nos proponemos aprovechar el boom y volantear. Pretendemos que el efecto Argentina-1985 acerque más personas a las transmisiones de los juicios actuales que emprendemos con tanto esfuerzo diario. Explicamos con paciencia. En los medios comunitarios la publicidad es un rubro al que solo se accede de boca en boca o de mano en mano. La caminata también es una buena manera de mitigar la ansiedad. Eva Basterra viene desde La Plata con su compañero. Después de haber transitado tantos años el programa de radio Oral Y Público con su papá, Víctor Basterra, tememos por su llegada a tiempo. Con Víctor fue cada jueves la espera hasta diez minutos antes de comenzar para saber si contaríamos con él. No preparábamos un programa de radio semanal, planeábamos dos. Uno por si no venía; otro por si lo hacía. Obviamente cuando estaba sucedía lo mejor. ¿Por qué habría de ser hereditaria esa actitud? Puro prejuicio. Eva llega a la hora estipulada, y se suma a la fila. La que tarda es la otra invitada. A Teresa Laborde, la hija de Adriana Calvo, se le quedó el auto en Banfield. Viene desde allí en tren y subte. Dice que Google le indica que llega a tiempo. Así está el mundo por confiar tanto en entes robóticos. La hilera comienza a avanzar; todos y todas con el díptico de LR en la mano, salvo alguna que solo quería ver el juicio contra Cristina. Le dejamos la entrada a su nombre en la boletería a Tere. Nos viene insistiendo con que quiere pagarla. Se deja invitar.

En 2006 todavía éramos un programa de radio de una hora semanal y un blog con ganas de ser portal de noticias. Se habían reiniciado los juicios tras 20 años de impunidad. Para la generación adolescente postdictadura, era una hermosa novedad. Al Juicio a las Juntas lo habíamos vivido solo como espectadores con asombro. Y poco y nada. Porque era mucho lo que se hablaba del juicio, pero escaso lo que se podía ver. Se seguía a través de la subjetividad de quienes lo cubrían. ¿Por dónde arrancamos? Nos preguntamos. Pensamos en hacer un mapa de juicios que nunca terminamos. Pero hicimos algo correctamente: llamamos a Adriana para que nos dijera por dónde ir. Por supuesto lo hizo. Ella y toda la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEED). Tere no llega. Ya estamos sentados. Luces encendidas, función demorada. Gente que pregunta por el asiento vacío que ve. “Está ocupado”, repetimos una y otra vez. Algunos nos miran con recelo. Pensamos en explicarles: “Es para Tere, la que cuenta su mamá en el testimonio”, pero spoiliar generaría más tensión. La peli arranca. No es tan grave que ella no esté para el comienzo, porque se consiguió un lugar en la gala de estreno en Puerto Madero. Su foto en redes sociales pisando la alfombra roja es todo un símbolo. Alfombra roja de la vida es lo que se merecen quienes han sobrevivido al genocidio. Ambas lo son. Hijas sobrevivientes: eso es lo que son Eva y Tere. La prueba más hermosa de que la derrota no fue total.


Los 140 minutos transcurren a una velocidad inquietante. El film es largo pero nunca tedioso. Consigue conducir entre la carcajada y el llanto sin pagar peaje alguno. Se puede dividir claramente en dos etapas: la previa y el juicio. El rigor histórico es evidente. Va desde la estética hasta lo informativo con solvencia periodística casi de documental. En la primera parte, la del contexto general, las dudas del fiscal Strassera y la dificultad para hallar un equipo que se bancara el partido que estaba por jugar, el humor es una base sólida para cimentar lo que se sabe que llegará: los relatos del juicio. Allí se destaca el rol de Adriana Calvo. Y aunque tal vez no se advierta la carga de haber sido la primera en testimoniar en un juicio que nadie sabía para dónde saldría, el lugar que se le asigna es justo y más: era una deuda de la historia. Su hija comparte sensaciones. “La primera vez fui muy a la defensiva. Esta vez la disfruté un poquito más”, señala Laborde apenas en la puerta.

La primera vez fui muy a la defensiva. Esta vez la disfruté un poquito más”, señala Laborde apenas en la puerta.

“No nos contactaron sino que fuimos nosotros quienes contactamos al director…”, explica acerca de por qué fue con poca expectativa. “Venía preparada para que los héroes fueran los fiscales Strassera y Moreno Ocampo. Que la banca Amazon… Pero la verdad es que me sorprendió para bien. Hay un montón de cosas que pensé que no se iban a abordar y están. Que el juicio no es justicia: se hizo pero no se pudo y así como se condenó a perpetua, hubo muchos que quedaron libres. Muchos oficiales estuvieron en sus cargos durante décadas. Bergés (Jorge, médico policial apropiador de niños y niñas) tuvo una clínica en Quilmes”.

Entre las cuestiones específicas que Laborde rescata de la película está el rol de quienes dieron testimonio: “Pone luz a las historias de vida que estaban muy silenciadas, como la de mi vieja o la de Víctor. Porque a pesar de que ellos intentaron hacer ruido, siempre los callaron tanto por derecha como por izquierda. También me sentí identificada con todo esto de las amenazas: apenas salió mi mamá -salimos las dos, se corrige- hubo amenazas. Y también antes del juicio. Era cosa de todos los días”. A Teresa le quedó un sabor amargo con unas pocas palabras del testimonio de su madre que aparecen como licencia del guión. Sabe que es parte de la ficción, pero no deja de aclarar. “Entiendo que quisieron transmitir en el testimonio de mi vieja lo que sí sucedió con otros testigos que se fueron del país, pero nosotros no nos fuimos nunca”, aclara y sigue: “Fue una discusión de mamá contra sus cinco hermanos más grandes y con mi papá. Todos le decían que se fuera. Tenía todo preparado para irse y no se fue.

Entiendo que quisieron transmitir en el testimonio de mi vieja lo que sí sucedió con otros testigos que se fueron del país, pero nosotros no nos fuimos nunca”

Ella decidió quedarse acá. Y los paquetes en la puerta de la casa, las cartitas, todo eso lo vivimos por quedarnos acá”. El tramo en el que relata cómo la parió en condiciones indignas dentro del patrullero que la conducía a la maternidad clandestina del Pozo de Banfield es conmovedor. Cómo podría no serlo. Punto para Laura Paredes que nos deja una Adriana Calvo menos dramática que la original, pero que consigue transmitir toda su fuerza.

La mancha de Basterra

En líneas generales Eva Basterra ratifica la mirada general de Laborde. Casi que repite en el mismo orden. Que no las llamaron. Que la peli está bien. Pero finalmente suelta aquello que se le nota en la cara. Eva sonríe casi siempre. Entonces queda en evidencia cuando algo no le cae bien, porque su rostro toma otro color. El segmento sobre su viejo es un recorte que no es reprochable en sentido histórico. Es otra cosa lo que incomoda. Algo así como: ya que el cine se constituye en verdad cuando está basada en hechos reales, (cabe poner el ejemplo de Gustavo Calotti y Emilce Moler, sobrevivientes de La Noche de los Lápices, que todavía deben explicar que Pablo Díaz no fue el único como cuenta la película), ya que la historia será reescrita en base a este guión, Basterra merecía sin dudas otro lugar. Es cierto que “el juicio” fue muy cruel con él. La sentencia acortó su cautiverio dos años porque los jueces consideraron que entre el 81 y el 83 regresó cada día voluntariamente a la ESMA: una infamia digna de aquellos tiempos en los que quienes sobrevivieron además tenían que demostrar que no les habían arrancado nombres bajo torturas, o tener el coraje de admitirlo, como hizo él. Era más sencillo para la sociedad entera que así fuera: para los verdugos, dividir era seguir con chances de reinar; para las familias de personas desaparecidas, metidas en ese dolor inmenso e incalificable, tal vez calmara un poco pensar que “se llevaron a los mejores” (con su consecuente nos devolvieron a los peores) o que “sobrevivieron quienes cantaron”. Construcciones de época que implicaron una pena insoportable para quienes ya habían tolerado el peor castigo físico posible. Todo aquello se fue deconstruyendo con los años. La de Víctor no es una historia conocida masivamente como debiera, pero es un héroe para muchas almas por aquí, sobre todo para quienes sobrevivieron y pueden imaginar lo que significa que te digan que te van a pasar picana con tu beba en el pecho. ¿Acaso alguien puede admitir que soportaría tal circunstancia sin decir un nombre? Solo se pide sinceridad en la respuesta antes que un falso honor a prueba de torturas. Le costó mucho a Basterra demostrar que lejos de un traidor, estábamos ante un héroe. Y lo consiguió con creces: aportando documentación insustituible, mucho más allá de las fotos que son una historia más conocida. Pero volvamos a la beba que zafó de la tortura. Eva está molesta y se le nota: “Personalmente me queda un poco un sabor amargo por el lugar de mi viejo. Hacer hincapié justo en esa partecita de si trabajaba en la ESMA o era obligado me deja una sensación… pero es personal”. Rápidamente, hace el mismo ejercicio que su viejo, que podía separar por un lado el maltrato que había recibido en el juicio, y por otro el valor simbólico de la epopeya, como lo analizó en esta charla junto a Maco Somigliana.

Personalmente me queda un poco un sabor amargo por el lugar de mi viejo”

Entonces agrega Eva que también para su familia “fue una decisión quedarse. Una decisión muy política. Heroica diría. Porque se quedaron para seguir luchando. Con amenazas todos los días. Mi familia recibió hasta 1984 la ‘visita’ del represor Díaz Smith que nos hacía el control. Por eso nos fuimos a Neuquén, y mi viejo iba y venía desde allá para hacer las denuncias”.

Más allá de la incomodidad señalada, la película cumple con creces su tarea de despartidizar la lucha por los derechos humanos. Tal vez el mayor acierto de los guionistas Santiago Mitre y Mariano Llinás en busca de masividad, haya sido poner en el centro de la escena al equipo de la fiscalía. Esa elección la vuelve incuestionable y digerible para quienes por instalarse en un costado de la grieta, consideran que los juicios son “culpa” del kirchnerismo, que tiene responsabilidad en haberla tomado como política de gobierno e instalado como política de Estado, pero que no hubiera podido conseguirlo sin la lucha de Madres, Abuelas, familiares, organismos. Y sin el compromiso de los sobrevivientes, que hoy siguen sosteniendo los juicios con sus relatos. Que el foco no esté en ellos “los subversivos, los guerrilleros”, tal vez haga que la película sea aceptable para sectores más amplios de la sociedad. Se podrían marcar muchos otros detalles. Teresa advierte que hubiera sido necesario una placa final recordando a los nietos y nietas que siguen viviendo sus vidas con otra identidad. Que falta dar cuenta de cómo las personas que sobrevivieron se organizaron e investigaron. Y habrá más. Porque una película no puede abarcarlo todo. Lo que toma, lo hace más que correctamente. Pero sobre todo, queda rondando la idea de que un film así era necesario. Y que es pan caliente para las nuevas generaciones. Que tienen la oportunidad de entender aquellos años en 140 minutos logrados, mucho más que en 140 caracteres odiantes.


Opiniones
  1. Carlos Alberto Prado   /   octubre 5, 2022, (9:27 am)

    Rescato al igual que ustedes la apuesta a la masividad de la película en el tema Basterra no sobresale la enorme importancia de su historia, da por supuesto para una película centrada solo en él. Sirve mucho el film.

  2. Ruth Davidoff   /   octubre 6, 2022, (2:45 pm)

    Coincido con la mirada de La retaguardia y de las hijas de Adriána y Víctor. Es un tema tan enorme, que aún no terminó que difícilmente un film podría abarcarlo completo y no obstante es respetuoso y funciona para mantener vigente la historia en la vida cotidiana actual. Excelente nota. Gracias!

  3. andrea benites-dumont (la turca)   /   octubre 12, 2022, (11:37 am)

    Hola, buenas tardes cumpas. Por un lado en la película hay un personalismo excesivo por parte de Ocampo y Strassera; nadie les quita su papel, pero la movilización constante de organismos de DDHH, de sobrevivientes, de organizaciones políticas y sociales, fue la que empujó al gobierno de Alfonsín la realización de este juicio mientas se firmaban las leyes de la impunidad : la de obediencia debida y la del punto final. Se inicia el largo camino de la impunidad hasta el presente. Ha faltado para mí, un mensaje para la recuperación de lxs ya adultxs, de lxs chicxs nacidxs en cautiverio o secuestradxs junto a sus mamás y papás. Aún nos quedan casi 400 personas que recuperen su verdadera identidad y hay abuelas que tienen aún los brazos abiertos para estrechar lxs que hace tanto esperan.
    En cuanto a las declaraciones de la querida Teresa, ojalá que muchxs cumpas hubieran podido irse, y así también lo sentia mi querida e inolvidable compañera Adriana. Lxs sobrevivientes no nos fuimos para hacer “las europas”, no dejamos de militar nunca, desde el mismo momento que pisamos otro suelo. Los reclamos, las denuncias, los testimonios, las campañas, las realizamos con igual pasión militante que lo hicimos en nuestras organizaciones y/o partidos argentinos, aún cuando también llevabámos el duelo personal y colectivo por nuestrxs compas. El haber establecido una red con documentación falsa -sin ningún tipo de sectarimos- fue entre otras acciones, un motivo de gran orgullo por haber sacado a compas con vida.
    Tanto para Teresa como para Eva, deben saber que hubo cumpas que se jugaron la vida y en algunos casos con consecuencias terribles, para pasar por las fronteras, cumpas que ya estaban exiliadxs y/o refugiadxs. Porque hubo muchisimos casos que se quedaron, literalmente en las calles, no tenían familia de respaldo y habían perdido todos los contactos con sus orgas. Hay una cantidad enorme que deberían tener en cuenta con la misma solidaridad que recibieron.
    Creo que esta película, ya candidata a los Oscar, puede ser más útil en países donde no se pueden juzgar, aún, crímenes de lesa humanidad cometidos por gobiernos golpistas genocidas. Y la apertura de los juicios, se debió a la movilización popular bajo la consigna : Juicio y castigo a los ejecutores, responsables y cómplices.
    Y seguimos exigiendo Apertura de la totalidad de los archivos, y dónde están lxs nietxs, lxs hijxs de nuestrxs compañerxs.
    En la pelicula asimismo como en el informe de la CONADEP, se deja sentada la teoría de los dos demonios.

  4. Fer Tebele   /   octubre 20, 2022, (10:31 pm)

    Hola Turca. Gracias por tu opinón. Solo una aclaración: tanto Teresa como Eva aclararon que al hablar acerca de las decisiones familiares de quedarse no estaban juzgando a quienes tuvieron que irse, como vos o tantas otras/os. Por ahí está más claro en el video y tal vez no lo tomé en el texto. Pero estoy seguro de que iban por otro lado, más por destacar la decisión de quedarse pero no en desmedro de la otra “opción”, que tampoco era muy opcional. Quería solo aclararte eso. Abrazo, Fernando

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