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La mamá de Luciano Arruga y sus palabras necesarias

Escrito por el octubre 23, 2014


(Por La Retaguardia) A solo cinco días de la aparición del cuerpo de Luciano Nahuel Arruga enterrado en el Cementerio de Chacarita como NN., los Familiares y Amigos de Luciano Arruga decidieron hacer su habitual programa de radio, Desde Afuera, en Radio La Retaguardia. En más de tres horas de intensidad, emoción, llantos y risas, Mónica Alegre, la mamá de Luciano, habló por primera vez, acompañada por Rosaura Barletta, una de “estos quince o dieciséis grosos que tengo a mi lado y no los cambiaría por nadie”. Alegre contó lo que recuerda de aquella noche cuando fueron al Hospital Santojanni buscando a su hijo y dijo que, tras hacerlos esperar, les dijeron que la persona atropellada era mayor y tenía la tez blanca.
También participó de la charla, Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo LF, quien le dijo a Mónica: “te voy a acompañar todo lo que quieras y de la manera que vos quieras”.

—La Retaguardia: ¿Viste lo que conseguí Moni?, mate con azúcar. Euge me odia porque tomo el mate con azúcar, no puedo creer tener una compañera de micrófono a la que le puedo dar un mate con azúcar y que no me lo rechace ni me insulte al aire.

—Mónica Alegre: Aprendan, familiares y amigos.

—LR: ¿También hay una interna en familiares y amigos por el mate con azúcar?

—Rosaura Barletta: Esa es una interna muy grosa.

—LR: Las internas por el mate pueden terminar mal.

—MA: Sí. Sabés que sí.

—RB:   Y no podemos educarla. No hay forma, no hay manera de que tome un mate amargo, no hay manera de que no le ponga azúcar al mate que te va a dar.

—LR: Nosotros lo resolvimos con mates separados. Hay gente que resuelve esos problemas matrimoniales con camas o habitaciones separas, nosotros, con mates separados.

—MA: Me diste una idea.

—RB:   Ahí se pierde el folklore del mate.

—LR: Sí, se divide el grupo entre los que toman mate con azúcar y los que no.

Mónica junto a Matías y Alejandro
de Familiares y Amigos.

No era fácil la propuesta de los Familiares y Amigos de Luciano Arruga. Entrevistar a Mónica Alegre, la mamá de Luciano, tan solo cinco días después de la aparición de su cuerpo. Otra vez a despejar las dudas: ayer, si Luciano delinquía; hoy, si murió víctima de un accidente de tránsito. Pero ellos tienen paciencia y aplomo. Saben esperar. Piensan cada una de sus jugadas. Saben que es por Luciano, pero que no es solo por Luciano.
No era fácil la propuesta. Nos había sorprendido su presencia. El día anterior los habíamos visitado y Moni ya estaba mejor que como se la pudo ver en la conferencia, todavía sin poder entender lo que le estaban contando. Había terminado de escribir unas líneas de agradecimiento con la compañía de Rosaura. Hablamos del programa del día siguiente, pero no esperábamos verla allí. Vino. Y lo hizo con ganas de decir. Arrancamos con el mate, nos distendimos un poco porque era obvio que lo que vendría sería bravo.

-La Retaguardia: Quiero empezar diciendo esto: tengan todos los que nos están escuchando conciencia de que pasaron cinco días de que los familiares y amigos de Luciano Arruga se enteraron de la noticia de los restos de Luciano. Y que ellos hayan decidido estar haciendo hoy su programa de manera habitual me parece que marca esta decisión de que no es solo Luciano.

—MA: Exactamente. Dijiste la verdad. Luciano no es el único, hay un montón de desaparecidos. La lucha sigue, vamos a seguir luchando por Luciano, pero también por muchos otros. No voy a dar nombres porque no quiero quedar mal con ninguna familia, pero saben ellos. He ido a algunos lados, he acompañado a algunas familias desde mi humilde posición. Por ellos también, para que no haya más un Daniel Solano; para que no haya más un chico desaparecido en ningún lado; para que la gente tome conciencia para que esto no vuelva a pasar; para que ninguna madre más tenga que golpear puertas, llorar, suplicar, rebajarse, humillarse.
No tiene que pasar esto. La sociedad tiene que ser más consciente.
Y quizás no tenga nada que ver con lo que me preguntaste, pero a raíz de esto quiero darle gracias a la Red Nacional de Medios Alternativos, a todos, desde los más chiquitos hasta los más conocidos, a todas las redes de medios alternativos. A ellos, todo mi agradecimiento. Agradecí ayer, con la ayuda de Rosaura, a toda la gente que me acompañó, pero a ellos les quiero agradecer por ese acompañamiento de más de cinco años. Por el aguante que nos tuvieron el viernes, por el respeto que nos tuvieron, por el respeto que le tuvieron a mi familia, por el respeto que tuvieron con mis hijos del corazón, que sintieron el mismo dolor que yo o que Vanesa. Gracias porque estuvieron ahí, esperando, no invadieron a la familia ni a los amigos. Eso para nosotros fue muy importante. Sabíamos que estaban ahí, nos acompañaban en silencio, y no saben cómo ayudó. Gracias a todos.
No tengo la misma deferencia para los grandes medios, nunca la tuve. Nunca acompañaron el paso, salvo cuando había algún grado de amarillismo, ahí estuvieron ellos. Cuando tuvieron que defenestrar a Luciano, ahí estuvieron ellos. No les tengo nada que agradecer. Hoy Luciano es lo que es y si es un referente de lucha —como muchos dicen, no lo digo yo—, es gracias a ustedes, a la lucha de estos quince, dieciséis grosos que tengo a mi lado que no los cambiaría por nadie. Gracias.
A ellos no les debo nada, nada de nada. No le debo nada a ningún político, a ningún funcionario, no le debo nada a nadie. A los que tuve que agradecer, les agradecí frente a frente, lo volví a hacer ahora y lo voy a volver a hacer el resto de mi vida, como ya se lo dije a Pablo (Pimentel, de la APDH de La Matanza), como se lo voy a agradecer toda mi vida a mi abogado, Juan Manuel Combi, que, sin recibir un sueldo, sin tener un salario, él está hace cinco años y ocho meses con nosotros en las buenas y en las malas. A él también.
Es duro, vos dijiste que es duro, sí que es duro, pero hay que seguir, hay que seguir luchando.
Anoche en una charla con Vanesa, a veces es, como le decía a Rosaura, es dura Vanesa, te dice las palabras y es como que lastima, pero le doy las gracias, porque esas palabras me supieron bajar, me hicieron poner los pies sobre la tierra.
Después de cinco años, encontrar a Luciano y encontrarlo como lo encontré y saber lo que todos saben, fue muy fuerte para mí, quise agarrarme de algo, de alguien, buscar un culpable. Ya lo hay, pero yo quería uno ya, ahora, no me importaba quién era. Y quizás culpé a la persona que menos tiene que ver y la que se comió un garrón sin quererlo.
Yo estoy segura de mi hijo, estoy segura cómo mi hijo salió esa noche. No voy a recordar a Luciano porque sería muy tedioso y que nadie diga “pobre, pobre, pobre”; no, estoy cansada de esa palabra. Sé cómo salió mi hijo esa noche: salió bien, salió contento, se iba a la casa de su hermana, que queda del lado contrario, no tenía nada que hacer ahí. Luciano tenía una gran amistad conmigo y si se hubiese ido a algún lado, él me lo hubiera dicho. Me hubiese despertado y me lo hubiera dicho. Estoy seguro de que por sus propios medios él no llegó hasta ahí. Eso me lo hizo entender Vanesa. Me dolió, pero lo entendí.
Hay que entender lo que le pasó a Luciano. Sabemos que la policía lo llevó, sabemos que esa noche fue brutalmente golpeado. De ahí, a la una de la mañana, doce de la noche, hasta las tres de la mañana o tres y pico que apareció mi hijo, eso es algo que ni siquiera me quiero imaginar por lo que pasó esa noche Luciano, y debe ser muy feo.
Una persona que tiene que estar muy desesperada, muy desesperada y aterrorizada para correr por la General Paz, él sabía que era muy peligroso.
Vuelvo a repetir, conozco a mi hijo, sé cómo era Luciano y sé lo precavido que era. No me cierra, no me cierra ese accidente, no me cierra nada de lo que dijeron los medios, no me cierra nada de lo que había en ese papel. Habrá un papel firmado, un sello de un juez, pero esta es mi palabra, yo soy la madre y creo que ahora, hoy por hoy, vale más mi palabra que el sello de un juez, porque todos los sellos de más de tres jueces están ahí: Roxana Castelli, Celia Cejas, Gustavo Blanco. ¿Qué hicieron? Vale más mi palabra, la de la vieja loca de la esquina, la que decía que a su hijo lo llevó la policía.
A los que dijeron que mi hijo estaba en Mar del Plata, a los que dijeron que mi hijo estaba en Córdoba, a los que dijeron tantas cosas, acá está: cinco y años y ochos meses mi hijo estuvo enterrado como NN.
Y no fue por negligencia de la familia. Y perdoname que hable yo solamente, pero es una bronca que tengo acumulada. Porque algunos dirán: “Pero no lo fue a buscar”, sí, lo fuimos a buscar sábado, domingo, fuimos al Santojanni. Mi hija habló, ¿por qué yo no hablaba? Yo no hablaba, era una persona que no decía nada. Y ella preguntó, y le dijeron que sí, que hubo un accidentado a las tres de la mañana. Mi hija dijo: “¿Puedo pasar a verlo?”, “No, porque está en terapia intensiva”. “Mi hermano es morocho, mide 1.74, tiene pelo lacio, cortito, tiene un arito”, “Espere que me voy a fijar”. 25 minutos esperamos, vino y dijo: “No, no da con las descripciones, este chico masculino NN es mayor de edad y es tez blanca”. Y que me lo vengan a decir acá, que me traigan al que me dijo eso y que me retruquen en mi propia cara, en la cara de una tía, en la cara de un tío, de una prima, y quizás Vanesa, porque estaba muy desorientada, ya no se acuerde. Pero somos cuatro personas y las cuatro decimos lo mismo.
Esto fue encubrimiento y, si no, ustedes decían ¿qué fue esto? Porque yo lo busqué, lo busqué por todos lados. Y mi hijo estuvo hasta mayo, creo, ahí. Nada, las primeras notas salieron en abril.
No tengo más nada para decir. Era la descarga que yo quería hacer. Gracias por darme este pequeño espacio. Nada más.

—LR: Para los que están escuchando y no estuvieron siguiendo la causa de Luciano durante todos estos años, algunas aclaraciones. Cuando ella habla de los papeles firmados por los jueces, la referencia —corregime si te entendí mal— es a la causa del accidentado.

—MA: Exacto.

—LR: Por eso se hizo una causa judicial que se cerró con la absolución de la persona que, teóricamente, lo atropelló. Todo eso ahora cobra otro sentido y el juez que está en la causa por desaparición forzada y que dictó el secreto de sumario, lo que da una pauta para dónde va que haya decidido cuidar la causa decretando el secreto de sumario en un momento en el que los medios tradicionales de comunicación están intentando meter cuña en el asunto.

—RB: Lo están violando ya.

—LR: Nosotros nos envenenamos bastante el viernes durante la transmisión especial que hicimos de la conferencia, porque ustedes habían pedido expresamente que iban a ser ustedes los voceros, querían ser ustedes los que contaran la noticia, y nosotros estábamos allí respetando eso. No nos costó demasiado, era simplemente respetar la decisión de la familia.

—RB:  Era correrse del egoísmo vacío y nefasto de tener una primicia comprando información ilegalmente para poder decir primero que había aparecido un cuerpo y convertir el caso de Luciano en un caso Melina.

—MA: Amarillismo.

—LR: Lo que nosotros decimos siempre desde la RNMA (Red Nacional de Medios Alternativos) es que lo que hay que modificar es que la información no puede ser una mercancía, no se puede comprar ni vender la noticia, la noticia no puede ser importante si vende y si no vende, dejar de ser importante. Ojalá me equivoque, pero no va a pasar mucho tiempo hasta que la dejen de convocar a Vane a los canales de noticias.

Había que seguir con la entrevista, que ya era fuerte. Cuando hay confianza entre el entrevistado y el entrevistador pueden darse dos cosas: que el periodista tenga miedo de preguntar, porque quiere al otro, o que utilice esa confianza para ir a fondo en la charla. Nosotros elegimos siempre este último camino, aunque sea, tal vez, incómodo, como en esta ocasión.

—Pregunto y vos me decís, si no querés contestar, no contestás. Vane marcó una diferencia entre que ella sabía que lo habían asesinado a Luciano y que vos tenías todavía alguna esperanza. Eso me remitió a todo el camino de las Madres de Plaza de Mayo, que durante muchos años siguieron esperando a sus hijos con vida. Al principio, cuando Vane dijo eso, mi primera reacción fue “Uh, pero cinco años y ocho meses después…”, después vi ese recorrido de las Madres de Plaza de Mayo y dije: “Ahí hay una explicación: las madres esperan”.

—MA: Te explico. Es muy duro ya el saber que te llevaron a un hijo, es más duro todavía saber que no lo vas a ver nunca más, que te quedaste simplemente con “Chau”, “portate bien”, “vení rápido”, “un beso”. Es muy triste.
Yo sabía lo que había pasado, supe la realidad, que yo la haya querido ocultar, corrió por mi mente y mi imaginación.

—RB: Y tu condición biológica de madre.

—MA: Me aferré como nunca a la posibilidad de decir: “Por ahí se equivocaron”, “por ahí lo golpearon”, “por ahí está mal”, “por ahí perdió el conocimiento”, “¿Por qué no?”, “¿Por qué no a él?”, “Por ahí un día viene y yo tengo que estar acá esperándolo porque yo lo tengo que recibir”. Me aferré cinco años y ocho meses a eso. Eso me dio fuerza para luchar, me dio fuerza para seguir adelante, para darme cuenta lo que estaba mal en mí y lo que tenía que hacer de ahí en más. Empecé a tomar coraje y empecé a ver para atrás todo lo que me decía, todo lo que él hacía y traté de seguir, seguir adelante por Vanesa, seguir adelante por mis otros hijos, porque en ese momento venía un nieto hermosísimo en camino y tenía que ser mejor persona, tenía que volver a tener esperanza. Me aferré a eso, al recuerdo.

Nora Cortiñas mostró su conmoción
 por el caso de Luciano (archivo)

—LR: Dejame que metamos en la charla a una que nos ha mostrado el camino y que seguramente te lo ha mostrado a vos también, Nora Cortiñas. Estamos en el programa de Familiares y Amigos de Luciano Arruga con Mónica, con los chicos haciendo este programa muy especial y queríamos que participaras.

—Nora Cortiñas: Yo le doy un abrazo a Mónica. Cuando vuelva de un viaje voy a ir a su casa para abrazarla como hubiera querido hacerlo estos días pasados.
Yo me enteré, y en el momento que me enteré ya empezaba la conferencia de prensa, vivo en Castelar, no llegaba. Pero, de cualquier manera, dentro de lo que esa conferencia de prensa tan impactante, y yo tan impactada que quedé, aunque uno pueda imaginarse ese final, igual, como dice Mónica, no lo querés admitir, uno se aferra.
Quiero contar un episodio nuestro, de las escenas nuestras. Decíamos si salir a pedir era que lo torturaran más y si nos quedábamos en casa sin hacer nada, lo mataban más pronto. Eso lo hicimos años y años. La entiendo a Mónica y entiendo a Vanesa cuando pidió toda la prudencia, porque ese momento habrá sido terrible.
Por más que uno quiere saber la verdad, buscás la verdad y estás desesperadamente detrás de la verdad. Pero la verdad es esta y después hay que empezar a asumirla y cuesta mucho. Así que por eso yo te abrazo, Mónica, te comprendo, me imagino cómo habrá sido el Día de la Madre, habrá sido como para todas nosotras. La ausencia es la ausencia, cuesta mucho.
A veces la gente cree que nos podemos resignar, pero no nos resignamos, hacemos una fuerza, tomamos aliento todos los días para seguir adelante, para denunciar, para pensar que nunca más va a pasar, pero ¿qué pasa? Sigue pasando, sigue pasando, desgraciadamente.
El caso de Luciano me hizo recordar el del (Jorge Julio) López, me hizo recordar que a él no lo buscaron, distraían todas las prueba que les llevaban los compañeros, los ex detenidos desaparecidos, que en ningún momento pararon de aportar detalles, pruebas, y, sin embargo, el canalla de Aníbal Fernández dijo por televisión: “Habrá ido a tomar mate con la tía”. Inolvidable, Mónica.
Por eso te digo que lo de ustedes el otro día fue una conferencia de prensa que impactó, vos con tu dolor contenido y Vanesa diciéndoles a todos los cómplices —todos cómplices, los poderes, hasta los médicos, las enfermeras, la ambulancia—. Nos indigna saber que pueden ser tan cómplices, personas que son profesionales y que le niegan a una madre la posibilidad, quizá, hasta de salvar a tu hijo, quizá…
Yo te acompaño, te abrazo y te digo que sigamos todas luchando.

—MA: Siempre, Norita, siempre.

—NC: No tiene que haber una repetición jamás, pero además tiene que salir la verdad de Iván Torres, de Miguel Bru, de tantos chicos que se sigue buscando esa verdad.
Yo también, al haber escuchado la conferencia de prensa, decidí y llamé a mi abogada para reabrir el habeas corpus de Gustavo, que también dos veces me lo archivaron; en vez de buscarlo, lo archivaron, era más fácil. Yo voy a seguir hasta las últimas consecuencias. Pasaron casi 38 años, pero yo siento lo mismo, quiero saber qué pasó con Gustavo, quiénes son los directos responsables.

—MA: Es tu derecho, Norita.

—NC: No quiero que caminen por el país en la impunidad ni los que mataron a Luciano ni los que mataron a los 30.000 hijos e hijas que buscamos. Decir e insistir para que los jueces digan a quién entregaron a esos bebés nacidos en cautiverio de sus madres cautivas embarazadas. Que abran los archivos. Que el Papa mande una orden acá, a la asamblea episcopal para que abran los archivos de la Iglesia, que fue partícipe de este Terrorismo de Estado, con puentes con las monjas entregando los bebés que les entregaban los militares.
Tenemos mucho que hacer, te voy a acompañar todo lo que vos quieras y de la manera que vos quieras. Nunca voy a dar un paso que no sea el que vos requieras de mí. Desde el corazón te lo digo. Te acompaño, te abrazo, el Día de la Madre pensé mucho en vos y no quise perturbar ese momento. Y Vanesa lo mismo, porque es como una madre para Luciano, fue como una madre, lo buscó como una madre también. Y, además, la respuesta de ella fue muy contundente.
Y esta prensa que tenemos donde estás hoy, con Fernando y los chicos, que son solidarios, que son nuestros y que también respetaron tu deseo de no perturbar ese momento tan especial.
Te doy un abrazo a vos, a tu familia y en cuanto pueda, y vos quieras, te voy a ir a abrazar a tu casa.

—MA: Cuando vos quieras, Norita. Yo te abrazo a vos, yo te sigo a vos, yo sigo tu lucha. Lo que vos hagas, ahí voy a estar. No yo, Familiares y Amigos.

—NC: Te seguí ese día con mucho respeto pero con un impacto en mi organismo, mis fibras con podían contener todo lo que yo hubiera querido gritar también. Te acompaño, vamos a seguir adelante para que nunca más. Ayer fui al recordatorio de Mariano Ferreyra, también esa madre con ese dolor, cuatro años, y los caminos de la justicia, aunque hoy está ese matón de baja calaña preso, no es suficiente, eso es una complicidad también.
Hay que seguir denunciando, no podemos vivir en un país donde todos se prestan a matar, a torturar y a desaparecer gente. No, no, no.
Un abrazo fuerte.

—MA: Un abrazo inmenso para vos, Norita, y gracias por todo.

—LR: Nora se va mañana para El Salvador. Como cada semana de su vida, donde la requiere un acto de justicia y de libertad, ella está con sus 84 a cuestas y pudiendo ponerse, por la historia de la lucha de las Madres, en el lugar de docencia, se pone en el lugar donde vos quieras cuando vos quieras. Qué notoria humildad de Nora y de muchas otras Madres.

—MA: Tremenda. Yo tengo algo, que siempre me acuerdo y tengo en alto. Hicimos un acampe una vez en la plaza y vino ella. Yo estaba tan sumida en mi dolor y en mi desesperación que creí que lo que me pasaba a mí era lo peor del mundo, lo más trágico, que nadie sufría más que yo. Le empecé a decir mi sufrimiento nada menos que una luchadora que hacía treinta y pico de años que estaba luchando. Yo le decía que me dolía, que mi hijo, que lo extrañaba, y ella simplemente me escuchaba, yo seguía. Después me cortó y me dijo: “Yo te entiendo y te comprendo, porque yo hace 32 años que estoy esperando a Gustavo, hace 32 años que todavía lo lloro y todavía lo espero”. Esas palabras fueron, con esa ternura, ese dolor en los ojos, como un cachetazo a la realidad. ¿Qué tengo que yo venir a exponerle mi dolor a una mujer que nos enseñó a luchar, a una mujer que peleó por nuestros derechos, por los derechos de mis hijos? ¿Qué puedo decirle yo? Simplemente, agaché la cabeza y la abracé muy fuerte. Ese es uno de los tantos recuerdos que tengo de Norita.

—LR: Vane en la conferencia del otro día una de las primeras cosas que dijo fue que la aparición de Luciano era un triunfo. También me costó entenderlo de movida: “¿Cómo, si apareció muerto?”. Obviamente, no tuve un día de demasiada lucidez en ese momento, porque varias cosas las tuve que repensar después. Y cuando las pude repensar, en una de las que pensé es en Nora, que hace tantos años que está buscando a Gustavo, no tienen nada, ningún dato de por dónde pasó, nada. Y recuperar y tener parte de esa historia más todo lo que vendrá —porque seguramente hay un montón de cosas que nosotros presumimos, pero que la justicia deberá probar— termina siendo, en algún punto, aliviador a pesar del dolor o con el dolor.

—MA: El dolor va a estar siempre. Como dijo Nora, lo voy a llorar a mi hijo todos los días de mi vida, voy a recordar lo bueno y lo malo que vivimos esos 16 años con Luciano, Pero lo voy a recordar. Y si lo tengo que llorar, lo lloraré con los míos puertas adentro. Me va a costar, les digo a todos, a los que no quieren y a los que quieren verme caída, porque, como dijo Vanesa: “Vos te caés más y nos caemos todos” y si se caen todos, se cae Familiares y Amigos y se cae Luciano también.
No les voy a dar el gusto, voy a seguir adelante. Voy a luchar no solo por Luciano, por todos los otros, por todos los otros pibes, por esas madres que no se animan a salir a luchar, que les tienen miedo a la policía. En un momento yo le tuve miedo, no le tengo más miedo, voy a denunciar cada hecho y lo voy a hacer visible en lo que pueda y en lo que esté a mi alcance, ya no les tengo miedo. Me sacaron una de mis joyas más preciadas; como dije en la carta, me sacaron mi trébol de cuatro hojas.

—LR: Hace un rato decías que no querías hablar de Luciano, ¿querés hablar de Vanesa?

—MA: ¿Qué puedo decir de Vanesa? A Vanesa le debo todo. Siempre lo digo, no me voy a poner laureles que no me corresponden. Si hoy Luciano es lo que es, es porque tuve una leona, una hermana de fierro, y como dijo Norita también, hizo a su vez de mamá y hasta creo que me cuidó a mí y me levantó más de una vez.
Cuando yo dije en la carta que mi hija me pedía a gritos: “Mamá, no puedo más, por favor ayudame”, y era cierto, estaba ella ahí, golpeaba puertas. Y yo la veía llorar y la veía caerse, no reaccionaba, yo simplemente esperaba, no coordinaba, y ella estaba, iba, venía, hablaba con este, iba a una radio alternativa, pegaba afiches,  y yo simplemente esperaba. Dos años de mi vida.
¿A mi hija qué le puedo decir? Es todo, es mi fortaleza, es lo más grande que tengo. Es Vanesa. Quizás a veces no soy demostrativa con ella, o no lo que yo quisiera, es que me sale así. Me arrebataron algo mío y me sacaron hasta la sensibilidad de querer. Amo a mi hija. Yo te diría que es una muy buena persona, una luchadora incansable por los derechos de su hermano y por los derechos de muchas otras personas. Está muy comprometida con todos los casos que hasta a veces deja su vida de lado. Es una gran persona. Todo lo que hoy es Luciano se lo debo a ella. Yo ya caminé un camino ya trazado y, encima, acompañada. Ella hizo todo, ella sacó las espinas, yo simplemente anduve.

—RB: Con esto que decía Moni recién de perder el miedo, muchas de las cosas que se nos cruzaron por la cabeza en estos cinco días, fuimos reflexionando, pero creo que todavía somos incapaces de entender o de dimensionar que lo encontramos nosotros, porque lo buscamos solamente nosotros y lo encontramos solamente nosotros. No sé si perdimos el miedo, creo que Mónica sí perdió el miedo, creo que Vanesa lo perdió; yo no lo perdí, no puedo decir que lo perdí, y creo que muchos de mis compañeros tampoco lo perdieron.
En estos cinco años y ocho meses recibimos amenazas muchas veces, muchos compañeros, muchos testigos, muchos familiares. Y a cuatro días nos encontramos con esta noticia de que intentaron prender fuego dos veces la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, un organismo de derechos humanos que nos patrocina desde el principio y que además nos acompaña con el cuerpo.
Yo no puedo perder el miedo ante esa situación, pero puedo parafrasear al Nilda Eloy, que una vez dijo que cuando la gente dice que no tiene miedo, en realidad…

—MA: Lo tiene…

—RB: Pero sabe que ese miedo es lo que te tiene que movilizar. Todas esas boludeces que a veces dice Vanesa de transformar la energía y de convertir la lucha en amor y no sé qué otra estupidez [risas]. Pero es un poco así, llega un momento en que decís que debe tener razón, porque si con esa receta hizo lo que hizo, a lo mejor hay que correrse un poco de la lógica que tenemos todo el tiempo, de la vorágine a la que nos enfrentamos todos los días.
No sé cómo tolero todos los días ocho horas de trabajo sin parar de pensar un segundo en lo que pasó el viernes y creo que a todos mis compañeros les debe pasar lo mismo, porque nadie puede dejar de trabajar.
Me pasó ese día cuando me enteré, no podía creer que estaba en el colectivo y todo el mundo hacía como si nada y yo quería gritar que había aparecido Luciano. No entendía cómo la gente hacía como si no pasara nada, cómo miraban la tele como si fuera una primicia. No lo entendía y no lo puedo entender todavía, no lo puedo entender.

Llora Rosaura. Mónica la contiene. Tantas otras veces ha sido al revés.
Moni le dice “Te quiero”. Se abrazan. Acaban de decir lo que tenían atragantado. Mónica no se mueve de su silla frente al micrófono. No vino a ser entrevistada, vino a ponerse al frente. Y lo hizo.
Vanesa la debe haber escuchado orgullosa. Tantas otras veces ha sido al revés.

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