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Analía Kalinec se refirió así al rechazo por parte del TOF N°2 a los pedidos de arrestos domiciliarios para los represores Eduardo Kalinec y Luis Donocik. Ambos actuaron en el circuito comprendido por los tres Centros Clandestinos de Detención Tortura y Exterminio Atlético, Banco y Olimpo (ABO). Analía, hija del genocida, e integrante del colectivo Historias Desobedientes, habló con La Retaguardia. Texto: Paulo GiacobbeEdición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele El Tribunal Oral Federal N°2 de la Ciudad de Buenos Aires negó dos arrestos domiciliarios a los represores Eduardo Kalinec y Luis Donocik. Fue luego de escuchar a las víctimas. A fines de abril habían tomado la misma decisión con dos represores del mismo circuito represivo, Jorge Arráez y Juan Carlos Avena. El mayor argumento de las defensas para pedir el beneficio eran las edades de los genocidas, entre 70 y 75 años. En cuanto a sus problemas de salud pueden ser tratados en dependencias del Servicio Penitenciario. Tanto en Kalinec como en Donocik, no se evidencia que presenten “actualmente patologías que tornen necesario el cumplimiento de la pena impuesta bajo la modalidad pretendida (arresto domiciliario) conforme el marco legal vigente, correspondiendo en consecuencia” que los condenados continúen “cumpliendo la pena de prisión oportunamente impuesta en el ámbito del Servicio Penitenciario Federal”, resolvió el tribunal. Seguramente las defensas recurrirán a una instancia superior. Sobre este punto también se manifestó el TOF 2 de CABA: “Resta indicar que el eje argumental aquí utilizado para analizar el planteo deducido resulta consonante con el criterio adoptado por la Cámara Federal de Casación Penal, la cual tiene dicho que el hecho de que el imputado tenga más de setenta años no genera automáticamente el deber de conceder el arresto domiciliario. Tampoco alcanza con que el encartado tenga un deterioro de su salud, sino que se requiere que el encarcelamiento en un establecimiento impida tratar adecuadamente su dolencia”.  Analía Kalinec, integrante del Colectivo Historias Desobedientes y autora del libro “Llevaré su nombre. La hija desobediente de un genocida” —donde relató su camino personal en busca de Memoria, Verdad y Justicia—, dijo a La Retaguardia: “En sintonía con lo que venimos expresando desde el Colectivo Historias Desobedientes y también en mi carácter de hija del genocida Kalinec, celebramos la decisión del tribunal de no otorgar prisión domiciliaria a estos genocidas. Entendemos que hay un deber del Estado de investigar, juzgar y sancionar los crímenes contra la humanidad y la sanción no puede verse morigerada por salidas transitorias, prisiones domiciliarias o beneficios en la ejecución de la pena, dado la gravedad de los crímenes y la continuidad también del daño que generan a partir del pacto de silencio que mantienen, a partir del no aportar información sensible acerca de los detenidos, desaparecidos y los bebés nacidos en cautiverio”. La hija de Eduardo Kalinec profundizó acerca de la falta de arrepentimiento por parte de su padre y de otros genocidas que deciden mantener el silencio: “A partir de esta reactualización permanente de este daño, entendemos que en la medida que no haya conciencia acerca de la gravedad de los crímenes por parte de estos genocidas, que no haya arrepentimiento, que no haya voluntad de reparar de alguna manera algo de todo el daño que generaron, no hay otro lugar para estas personas que no sea en la cárcel, ese tiene que ser el lugar adonde tienen que estar para poder garantizar una sociedad más justa en la cual no podamos tener la más mínima posibilidad de cruzarnos por la calle con gente que tanto daño ha hecho y tanto daño sigue generando”.

Fue llevada a la Justicia por Eduardo Kalinec, condenado por crímenes de lesa humanidad, y otra de sus hijas. El fallo rechazó el pedido de declararla indigna de heredar a su esposa, quien murió en 2015. La causa es mucho más que una disputa por bienes familiares. Redacción: Fernando TebeleEdición: Pedro Ramírez Otero La hija de un genocida podrá heredar a su madre. Lo que parece casi un trabalenguas o algo familiar, en realidad es gran noticia. Según el fallo del Juzgado Civil 67, Analía Kalinec no es “indigna”. Su padre, Eduardo Kalinec, temible torturador durante el último genocidio, intentó evitar que pudiera heredar los bienes de su madre, Ángela Marta Fava de Kalinec, quien falleció en 2015. Hizo la presentación junto a su otra hija, Alejandra Carolina. Es decir, toda la familia cargó judicialmente contra la única persona dentro de ese núcleo que rechaza públicamente los gravísimos delitos que cometió su padre. “En el lenguaje simbólico es que no se puede castigar a una hija por pensar distinto del padre genocida”, dijo Analía Kalinec a La Retaguardia apenas conoció el fallo. “No se puede eliminar de la familia a una hija por pensar distinto, sería como el subtitulado para mí. Porque en realidad, lo que se buscaba era un castigo económico, simbólico, material, porque yo no seguía alineada a los mandatos de silencio o a la convalidación de los crímenes de mi padre”, señaló Analía. Una de las referentes de Historias desobedientes, uno de los espacios que reúne a hijas e hijos de genocidas que rechazan a sus padres, dejó un mensaje para otras personas que estén en pleno proceso de dudas acerca de si hablar o no: “Que sepan que es un camino de construcción, de poder encontrarse a uno mismo más allá de lo que imponen a veces estos mandatos. Los costos emocionales son altos, pero también la recompensa también es alta, porque es poder mirar a los ojos a tus hijos, poder mirar a los ojos a una madre, a una abuela, a una víctima, a alguien que va caminando por la calle por un mundo mejor, sin mirar para otro lado”. Mientras tanto, el TOF N°2 que condenó a Eduardo Kalinec a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, debe resolver si le otorga el beneficio de la domicilia. Analía también se metió en ese proceso judicial, cuando declaró junto a las víctimas de su padre.

En esta carta abierta, la Asamblea desobediente, una colectiva que nuclea a hijos, hijas y familiares de genocidas, se dirige a la jueza Marcela Eiff, quien lleva adelante el proceso que involucra a Analía Kalinec, hija del genocida Eduardo Kalinec. En ese juicio por la sucesión de la madre de Analía, otra parte de la familia intenta declararla indigna para que no pueda heredar. Una posible decisión de la jueza en favor del genocida podría convertirse en un reparo más para otras personas, familiares de represores, que duden acerca de hablar o no se animen aún a dar ese paso. Compartimos la Carta Abierta. Foto: La Retaguardia CARTA ABIERTA DE ASAMBLEA DESOBEDIENTE A LA JUEZA MARCELA EIFF: Desde Asamblea Desobediente solicitamos a la Jueza Marcela Eiff que al dictar sentencia en la causa de indignidad para heredar iniciada por el criminal de lesa humanidad Eduardo Emilio Kalinec contra su hija desobediente, haga todos sus esfuerzos para considerar las muy trascendentes circunstancias que se dan en el caso.Resulta fundamental tener en cuenta que la declaración de indignidad para heredar es una sanción del derecho civil.Por eso, al ser en esencia una sanción (y no una reparación), la misma debe ser por una conducta descripta en forma clara, precisa y estricta en la ley, y dicha conducta debe ante todo estar acreditada en el juicio.Luego, al ser esencialmente el objeto del juicio la aplicación de una sanción, deben aplicarse los principios del derecho penal, de acuerdo con los arts. 18 y 19 de la Constitución Nacional.Entre otras razones, postulamos que debe aplicarse el principio de “no exigibilidad de otra conducta”, que significa que el derecho sólo puede exigir un comportamiento siempre que la exigencia esté apoyada en algo razonable de acuerdo a las circunstancias concretas. El derecho no puede exigir comportamientos de sacrificio que el propio orden jurídico no tolera.Por eso, en el caso concreto, el derecho no puede exigirle a Analía Kalinec otra conducta que la que viene sosteniendo desde hace años y por la cual se la pretende sancionar excluyéndola del derecho a heredar a su madre por indignidad. El 07/07/2022 salió en Página/12 la nota de Luciana Bertoia titulada “Una desobediente por elección que reclama que no la castiguen por desobedecer”. Allí repasa los hechos y las circunstancias: “Su apodo figura en los archivos judiciales desde 1985, cuando el sobreviviente Mario Villani lo incorporó en un listado de represores que actuaron en Atlético-Banco-Olimpo. Villani lo recordaba como morocho, morrudo y de cuello grueso. También decía que era “bastante temido” dentro de las mazmorras. En el juicio que llevó adelante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 de la Ciudad de Buenos Aires aparecieron otros testimonios que lo mostraban al “Doctor K” en acción. Ana María Careaga recordó que estaba furioso porque ella no había dicho que estaba embarazada al momento de su secuestro y que le pegaba patadas cuando la encontraba antes de ingresar al baño. “¿Querés que te abra de piernas y te haga abortar”? la amenazaba. A Delia Barrera, el Doctor K le dijo que no iban a vendarle las fracturas porque no querían que se fuera a ahorcar con las vendas. A Daniel Merialdo, Kalinec lo golpeó con fiereza mientras estaba secuestrado en el Banco porque entendió que intentaba levantarse el “tabique” con el que le tapaban los ojos. Miguel D’Agostino lo vio en el “quirófano” mientras lo torturaban y tuvo oportunidad de mirarlo a los ojos cuando lo subieron a un auto con la intención de provocar nuevas caídas. Jorge Braiza lo identificó como quien les decía a prisioneros que serían trasladados a unas granjas en Chaco y que tenían que darles unas vacunas contra el mal de Chagas. Por estos testimonios, el TOF 2 –integrado entonces por Jorge Tassara, Ana D’Alessio y María Laura Garrigós– entendió que Kalinec había participado en toda la cadena represiva: en los secuestros, en las torturas, en el manejo de los detenidos y en la fase final del exterminio con las inyecciones para adormecer a las personas privadas de su libertad y tirarlas a las aguas del Río de La Plata o del Mar Argentino. Por eso, lo condenó a prisión perpetua, sentencia que cumple en la cárcel aunque accedió recientemente a salidas transitorias.” La sentencia se encuentra firme. La cantidad de víctimas es muy extensa. Los hechos son los más aberrantes y calificados como crímenes de lesa humanidad. La desaparición forzada, la sustracción de menores y la supresión de la identidad son delitos de ejecución contínua, es decir que sus autores los siguen cometiendo cada día mientras no aparezca la persona y/o recupere su identidad. Los otros delitos son parte de la misma operación criminal. La última etapa del genocidio es su ocultamiento y negación. Por todo eso sostenemos que el derecho no puede exigirle a Analía Kalinec otra conducta. Pero además, cómo podría exigirse a ella silencio ante los crímenes cometidos por su padre cuando el Código Civil y Comercial en su art. 2 dice: “La ley debe ser interpretada teniendo en cuenta (…) los tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento.” Y más aún cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene establecido desde hace ya muchos años la obligación de los Estados de prevenir, investigar, juzgar y sancionar los graves crímenes contra la humanidad.¿Quién podría sostener con sensatez que mientras el Estado se da esas directrices y esas obligaciones, a la hija del criminal de lesa humanidad Eduardo Emilio Kalinec el mismo ordenamiento jurídico la obliga al silencio, o de lo contrario la sanciona con indignidad para heredar a su madre? ¿Sería eso coherente con todo el ordenamiento jurídico?Hijas, hijos y familiares de genocidas hemos padecido mandatos de silencio en forma explícita o implícita puertas adentro de nuestras familias de origen. Hemos podido trascender esos mandatos de silencio impuestos desde el horror, y hoy necesitamos que el Estado, en este caso a través del Poder Judicial, y a través de su sentencia, no reafirme ese

La Sala de Feria de la Cámara de Casación Penal, en su último día de actuación, revocó el fallo que rechazaba las salidas transitorias del genocida Eduardo Kalinec. Compartimos en este texto escrito para La Retaguardia, las primeras sensaciones de Analía, una de sus hijas, referente de Historias Desobedientes. (Por Analía Kalinec, para La Retaguardia) ✍️ Redacción: Analía Kalinec 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Analía junto a su padre en otra época de vínculo felíz. Archivo Analía Kalinec. Me llega hoy temprano la noticia, no entiendo nada… estoy de vacaciones en Mar del Plata, mañana vuelvo a presentar el libro… seguro hay un error… no puede ser… Escribo a algunos contactos de prensa y con mucho pesar corroboro que la Sala de feria de Casación Penal integrada por Juan Carlos Gemignani, Eduardo Riggi y Carlos Alberto Mahiques resolvió autorizar a padre genocida (condenado a perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en el circuito represivo Atlético-Banco-Olimpo), a realizar “salidas transitorias para afianzar y mejorar lazos familiares y sociales”.  ¿Otra vez? El pedido había sido rechazado por todas las querellas y por la fiscalía, incluso desde Historias Desobedientes también nos pronunciamos en aquella audiencia el 19 de febrero de 2020… fue entonces que se revirtió la medida y negaron las transitorias con fundamentos tan básicos como elementales: el derecho de las víctimas a que se cumpla la sentencia, la falta de arrepentimiento de este hombre que no solo sigue pensando que lo que hizo estuvo bien (secuestrar, torturar, desaparecer personas, matar, arrojar personas al mar, robar los bebés), sino que además guarda información acerca del destino de los desaparecidos y los bebés nacidos en cautiverio. ¿De verdad le van a otorgar salidas transitorias? ¿De verdad estos tres tristes y mediocres jueces van a permitir esto alegando “reinserción social y fortalecimiento de los vínculos familiares”? Leo el fallo, tomo notas, me llegan mensajes, contesto. Bruno se angustia y Gino hace sus ya típicos comentarios sarcásticos. Intento infructosamente compensar la amargura escribiendo.  Según estos tres tristes y mediocres jueces entender (como lo había hecho la instancia judicial anterior) que no hay en mi padre genocida “asunción de responsabilidad por los hechos admitidos” es una consideración “discrecional y arbitraria”. Estos infelices consideran que los informes elaborados por los “especialistas” (léase “uniformados”) del servicio penitenciario como “único elemento objetivo de valoración”. Según estos informes padre genocida tiene conducta ejemplar 10 y concepto ejemplar 9… padre genocida se negó a ser evaluado por equipo interdisciplinario externo al servicio penitenciario. Sostienen estos tres impresentables que los fundamentos que se utilizaron para negar las salidas transitorias en 2020 y que fueron tomados -entre otra fuentes- del Estatuto de Roma son “una base normativa errónea”. Hablan de “apreciaciones subjetivas y arbitrarias” en el fallo que negó las transitorias, dando la razón a padre genocida y su defensa… Se evidencian de manera contundente sus propias apreciaciones subjetivas y arbitrarias. ¿Por qué tenemos que soportar esto? Afirman la necesidad de padre genocida de “mejorar y afianzar sus lazos familiares”. ¿Se enteraron estos tipos que este criminal de lesa humanidad busca eliminar a su hija de la familia por pensar distinto? ¿No piensan en los lazos familiares de los detenidos desaparecidos? ¿En las heridas que siguen sangrando? ¿En el silencio que siguen sosteniendo y tanto mal hace?  ¿No se enteraron que hay acá una sociedad que sigue reclamando Memoria, Verdad y Justicia? Lazos familiares de padre genocida… qué ocurrencia… Claro que tiene un par de hijas obedientes. Su referente María de los Angeles Kalinec (mi hermana, la que nació el día de la Virgen María) y Alejandra aparecen como guardianas y defensoras de padre genocida. Las dos personal civil de la Policía Federal, una hasta da clases en la escuela de cadetes. Dignas hijas, claro, de un padre genocida. ¿Qué decir de todo esto? Me viene a la mente Silvio “la mato y aparece una mayor”… Y vuelven los sueños con serpientes. El mar azul de Mar del Plata se vuelve un mar de serpientes que mastican la paloma, pero no logran envenenarse del bien, ni se destruyen con la verdad.  Triste. Parece que la matamos y aparece una mayor con mucho más infierno en digestión… Que no se quede este pueblo dormido… Reforma judicial urgente y necesaria. No es ninguna novedad la existencia de un entramado mafioso en el poder judicial que junto con sectores del poder político, económico y grupos concentrados de comunicación bregan por el oscurantismo y la reafirmación de políticas neoliberales… Qué no se quede mi pueblo dormido… nunca lo hizo. Tal vez estuvimos golpeados o maltrechos en algunos momentos, pero no dormidos.  El martes 1F de vuelta a la calle, frente al palacio de tribunales. Porque Nunca más es Nunca Más.

Analía Kalinec es la hija de Eduardo Emilio Kalinec, genocida condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. Es psicóloga y cofundadora del colectivo Historias Desobedientes, una agrupación conformada en 2017 por hijos, hijas y familiares de genocidas. Con motivo de la publicación de su libro “Llevaré su nombre: La hija desobediente de un genocida”, Kalinec pasó por el programa radial La Retaguardia y habló del proceso íntimo y doloroso de escribir sobre sus lazos más primarios y su historia personal. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Gabriela Suárez López 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Editorial Marea Los mandatos familiares actúan sobre los integrantes del “clan” como un legado emocional, como creencias y representaciones que suelen operar de modo inconsciente e influir en el recorrido de cada uno. Romper con ellos muchas veces significa autoexcluirse del círculo íntimo, de las relaciones primarias y más estrechas. Analía Kalinec, psicóloga e integrante del colectivo Historias Desobedientes, relató en primera persona este recorrido como hija del genocida Eduardo Emilio Kalinec: “Yo ignoraba completamente la condición de genocida de mi padre y había empezado a escribir de manera muy ingenua e íntima. Una especie de diario íntimo donde le iba contando a los hijos que alguna vez tendría. En esa época recién estaba conociendo a quien hoy es mi compañero, estábamos proyectando una familia y empezaba a querer registrar esto para cuando tuviera hijos. Casi sin darme cuenta, de un modo inconsciente, como una manera de subsanar aquello que a mí me faltaba. Porque yo no era consciente en esa época de que me faltaba reconstruir mi propia historia. Sin embargo, aparece ese deseo de que mis hijos la tengan narrada y entonces es muy genuino cómo se ve narrado en primera persona ese proceso que me va llevando a escribir en los años 2002, 2003, 2004 y en 2005. Aparece esto de que ‘te quiero contar’ y le decía a mi hijo que en ese momento era chiquitito, ‘que el abuelito está preso, yo no entiendo muy bien porqué’. Iba poniéndole palabras siempre a todo lo que me pasaba y esto se ve reflejado en el libro”, dijo. La portada del libro tiene una imagen impactante: se ve a una Analía adolescente en la rambla marplatense dándole un beso amoroso a su papá. Conmueve porque conocemos su historia y el relato tiene una distancia enorme con lo que se puede ver en la imagen. Ante la pregunta sobre esa elección, la autora contó: “Cuando en la editorial me proponen incorporar fotos al libro, yo empiezo a buscar las pocas que tengo de cuando era chica porque quedaron en mi casa materna. En la casa de mi mamá y mi papá, y ahí yo no tengo acceso. Encuentro esta foto de Mar del Plata, yo debía tener 12, 13 años. Año 92, 93, 94. Lo más gracioso es que cuando en la editorial me muestran el proyecto de tapa yo casi me infarto”. Kalinec le planteó su desacuerdo a la editorial, la foto le resultaba contradictoria y le daba “mucho pudor”. En un intento de suavizar el antagonismo entre imagen y narración, les propuso otras foto de ella jugando en la playa y, ante la duda y la mezcla de emociones, lo consultó con uno de sus hijos: “Gino, que es el más grande, me decía ‘Tiene sentido porque vos estás contando una historia entre él y vos, y está bien que los dos estén en la tapa’. Y ahí me terminó como de cerrar. Pero sí, entiendo que impacta”, afirmó.  Analía es la hija desobediente de Eduardo Kalinec, condenado en el juicio sobre los delitos de lesa humanidad cometidos en el circuito de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio Atlético, Banco y Olimpo, donde era conocido como el Doctor K, responsable de secuestros, torturas, asesinatos y otros crímenes. La autora escribe su libro como una declaración de principios, como un faro que la acompañe en esta búsqueda de la verdad y que le aporte la distancia necesaria para lograr la construcción y resignificación de su propia historia. En “Llevaré su nombre” incluyó una crónica de La Retaguardia sobre la audiencia de 2020 en la que Eduardo Kalinec solicitó que se le otorgue el beneficio de salidas transitorias. En esa ocasión se sumó a la querella la participación de Historias Desobedientes como amicus curiae y la voz de Analía se enfrentó al pedido de su padre. En este camino de resistencia al interior del universo familiar, Analía eligió la escritura como modo de expresión para dar a conocer esta historia rompiendo los pactos de silencio y también como parte de una trabajo introspectivo donde aparece el descubrimiento de una fortaleza en el lugar donde se señalaba una debilidad: “Yo creo que es todo un proceso de sanación. Tengo muchas faltas de ortografía y en mi caso siempre fue motivo de hostigamiento, esto de que yo escribía mal. Recuerdo en la escuela, cuando hacían un dictado siempre me sacaba nota baja o cuando escribía mi mamá me retaba porque escribía mal las palabras. Después estudié para maestra y siempre fue un complejo tener que escribir en el pizarrón o cuando corregía los cuadernitos o las carpetas de los chicos, y estar muy atenta de no tener faltas de ortografía. Esto lo fui leyendo después en mi análisis y en mis lecturas más amorosas conmigo misma como un síntoma de algo. Por eso, cuando empiezo mis lecturas universitarias en la Facultad de Psicología para mí siempre escribir era una traba y me sentía torpe escribiendo. En los exámenes escritos sentía que no reflejaba lo que quería decir, en los trabajos prácticos siempre encontraba alguna traba en esto de poder decir lo que quería expresar”, contó. Y agregó que hubo un momento en que hizo un click ya avanzada en  la carrera de psicología donde pudo observarse con la escritura a partir de un reposicionamiento subjetivo propio: “Me llevaba a no estar

En una tensa audiencia para decidir si se le otorga el beneficio de salidas transitorias al genocida Eduardo Kalinec, su hija Analía lo enfrentó mientras el temible Doctor K la observaba desde el Penal donde cumple la condena a prisión perpetua. El dolor de las víctimas, los argumentos de las partes y el intento del genocida para convencer a los jueces de la Sala IV de Casación Penal, Mariano Borinsky, Gustavo Hornos y Javier Carbajo. (Por La Retaguardia)✍ Redacción  👉 Fernando Tebele💻 Edición de texto 👉  Rodrigo Ferreiro📷 Fotos y 📹 Videos 👉 Fernando Tebele💻 Edición de video 👉 Natalia Bernades Sonríe, pero es evidente que está nerviosa. Enfrentar a un genocida no es una tarea sencilla. Mucho menos si se trata de tu padre. Analía Kalinec es la principal referente del grupo Historias Desobedientes – Familiares de genocidas por la Verdad, la Memoria y la Justicia. “Es la líder, por qué no decirlo así”, precisará en la audiencia Pablo Verna, otro miembro del grupo, además abogado. El espacio de espera de la Sala IV de Casación Penal es un murmullo incontenible. Unas 50 personas, entre ellas integrantes del grupo, militantes de Derechos Humanos y víctimas directas del furioso accionar del genocida Eduardo Kalinec en el ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio El Olimpo, saben que la audiencia es importante. Luego de varias idas y vueltas, los jueces Hornos, Borinsky y Carbajo deberán resolver en un plazo de cinco días si le otorgan el beneficio de las salidas transitorias a Kalinec, condenado a prisión perpetua por crímenes de Lesa Humanidad, o si atiende los reparos de su hija y de los sobrevivientes, que se oponen a que así sea. Cuando habilitan el acceso a la sala, se nota la ansiedad. La gente se agolpa ante la puerta. Sin embargo, las sillas alcanzan para todos y todas. Una de las secretarias del tribunal avisa a la prensa que no se podrán registrar audios, fotos y videos durante la audiencia. Sí en la previa.Cuando ingresan los jueces, Borinsky abre la audiencia. “Es el de la tele”, dice alguien por lo bajo. El juez ha tenido algunas apariciones públicas defendiendo las reformas al Código Penal. Cuando la justicia se abre y los jueces se esfuerzan por parecer seres humanos, todo se vuelve más amigable. La justicia se ha mantenido encerrada durante décadas con la máxima que los jueces sólo hablan a través de sus sentencias. Hoy es una de las instituciones más desacreditadas socialmente. Parece que algunos actores y actrices lo han comprendido, y se abren a tratar y ser tratados como personas normales.La primera voz que se escucha es la de Alejandro Alagia, fiscal de la Unidad especializada en crímenes de Lesa Humanidad. Sus argumentos de oposición al otorgamiento de las salidas se basan en dos puntos: “No hay ninguna constancia de arrepentimiento o de real conciencia de los hechos cometidos. Además de que en la instancia anterior no se escuchó a las víctimas del Doctor K, como se lo conocía en el espacio concentracionario El Olimpo”. La defensa Hay dos televisores en la sala. Uno está sobre las cabezas de la línea de asientos que ocupan el fiscal y quienes se sienten damnificados/as. El otro alumbra del lado en el que está la defensora oficial del genocida Kalinec, María Florencia Hegglin. Analía acaba de escuchar al fiscal. La imagen que vemos quienes estamos entre el público es fuerte. Mientras la hija está sentada, arriba, con cierto halo de superioridad, está el padre. Esa imagen de poder desigual se desarma cuando se sabe que en realidad el Doctor K lleva 15 años en la cárcel. Es de los pocos desafortunados, apenas un 30% de los genocidas, que todavía purgan sus penas en cárcel común, que no han salido durante el festival de domiciliarias de los últimos años. Aunque nunca se hayan arrepentido, aunque jamás hayan aportado a la verdad, quieren privilegios. En el televisor que Analía tiene enfrente, todavía se proyectan todas las cámaras a la vez, con la pantalla partida en cuatro. Pero sobre su cabeza está Kalinec, como ella misma lo llama, así, por el apellido. Entonces, cada tanto tuerce su cuello y lo mira. “Cuando lo observaba buscaba entender”, dirá por la noche, mientras festeje el cumpleaños número 12 de Bruno, uno de sus niños, que no conoce a su abuelo porque nació cuando ya estaba preso.Es el turno de la defensa. Hegglin es parte del cuerpo de defensores/as oficiales que el Estado está obligado a garantizar cuando la persona imputada no recurre a asistencia letrada privada. La mayoría de los genocidas enjuiciados tienen defensa oficial. En muchas ocasiones, la argumentación defensiva hasta es ideológica. No parece el caso. Hegglin se muestra sólida y recurre a la idea de que los derechos son para todas las personas, que nadie debe quedar excluido. “Tiene una conducta ejemplar. 10 en conducta y 9 en concepto”, dice como si se tratara de un alumno secundario y no de un genocida. “Kalinec tiene dos hijas y un yerno que es el grupo continente. La ley no pide ni arrepentimiento ni reparación, ni tampoco discrimina por delitos”. El Doctor K tiene cuatro hijas. Dos se proponen como garantes del cumplimiento de las salidas temporarias. Una se mantiene al margen de la disputa familiar y mantiene la relación con su padre. La otra está aquí sentada, y sonríe cada tanto, ahora con ironía además de con ansiedad. Antes de terminar su intervención Florencia Hegglin dice que está bien que participen las víctimas, aunque marca un límite. “Nos parece bien que se puedan expresar, que el Tribunal los escuche, porque lo que digan no será vinculante”. Es difícil suponer que los jueces no tendrán en cuenta lo que van a escuchar a partir de ahora. El palo y las astillas El siguiente turno es para Pablo Verna. Está ahí con doble standard. Por un lado, es abogado y fue quien presentó el escrito por el que Historias Desobedientes pide ser tomado en el caso como Amicus Curiae, como