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Se cumple un nuevo aniversario del intento de copamiento del Regimiento de Infantería 3 de La Tablada por parte de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), que terminó con una tremenda represión que incluyó asesinatos sumarios, torturas y también cuatro desaparecidos. También se cumplen cinco años del juicio que cambió la mirada sobre la acción militante. Dialogamos con dos sobrevivientes de generaciones distintas: Roberto “Gato” Felicetti, quien dejó la frase del título, y Miguel Aguirre. Ambos trazaron un camino permanente entre pasado y presente. Reivindicaron la militancia de aquellos años, y marcaron algunas diferencias con el modo de construir el movimiento popular en los últimos años. Entrevista: Fernando Tebele y Julián Bouvier (La Retaguardia) / Juan Ciucci (Revoluciones)Ilustración: Chechu Rodríguez / La Retaguardia (sobre una foto de Eduardo Longoni) El intento de compamiento del Regimiento de La Tablada por parte de integrantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) ha generado en estos años variadas reacciones: desde silencios atronadores ante las evidentes violaciones a los derechos humanos durante la represión del Ejército y la Policía Bonaerense, hasta críticas feroces por derecha e izquierda, pasando por algunas pocas voces que acompañaron la lucha por la libertad de los y las sobrevivientes en los más de diez años que estuvieron cumpliendo las penas impuestas en un primer juicio escandaloso. Pero todo cambió con el primer juicio por uno de los cuatro desaparecidos, del que se cumplen 5 años. Desde aquel proceso insuficiente (ya que solo fue por el caso de José Díaz y no incluyó a Francisco Provenzano, Carlos Samojedny e Iván Ruiz), se abrió una etapa de debate sobre La Tablada que ganó en profundidad. En esta charla que tuvieron con un equipo de La Retaguardia y Revoluciones, Roberto “Gato” Felicetti y Miguel Aguirre, dos sobrevivientes de diferentes generaciones militantes, trazaron un vínculo constante entre pasado y presente. —35 años después, es lo mismo que fue siempre o va cambiando con el paso del tiempo la mirada sobre Tablada ? —Roberto Felicetti: Para mí, sigue siendo uno de los últimos hechos de una parte de una generación y de jóvenes de la nueva generación, que intentan un hecho revolucionario en la defensa de la democracia. Abrir un camino hacia un proyecto de poder. Y creo que con el tiempo uno lo que va viendo, dados los desafíos que tiene la Argentina, de los tiempos que pasamos y las debilidades que se presentaron en la clase política argentina, es mucho más necesario abrir un nuevo debate de ese tipo. No me refiero a la lucha armada, sino a la necesidad de construcción de una alternativa nacional, popular, revolucionaria. Las debilidades del gobierno de Alfonsín trajeron la derrota de la primera ofensiva neoliberal, así como la debilidad del movimiento nacional de los últimos años desembocó primero en Macri y después más agudamente en este gobierno colonial. Entonces creo, cuando miro para atrás que nuestro desafío fue en un momento determinado, en una coyuntura internacional muy importante, con una crítica muy importante hacia la clase política de ese momento, pero que no deja de ser muy distinta a la de este momento. No a las claudicaciones en muchos casos. Porque si bien se avanzó en el tema de la verdad, justicia, los militares saben que pueden ir a juicio, pueden pasar largos años en la negación de los derechos humanos. La gran burguesía nacionalizada que trabajó con Macri, trabaja ahora con Milei y conforman su gobierno. Son los que dicen que hay que ajustar cuentas. En realidad, lo que hay que generar es un nuevo proyecto tiene que abrir el camino para que esto también sea juzgado por el daño tremendo que están produciendo. Lo vienen produciendo ya. En cada intentona que hacen, el daño que le vienen produciendo al pueblo argentino es tremendo. Entonces, lo que uno puede aportar a una situación así, de construcción de nuevo desarrollo, revaloriza aún más la característica de cada uno de los compañeros y sus valores. De solidaridad, de entrega. Uno aspiraría que esos sean los valores: Compartir con los compañeros. Compartir con el pueblo para poder cambiar esta realidad. Entonces, en lo político y también en este punto de vista, para mí se revaloriza lo que pasó, en lo que participamos. Realmente estoy muy orgulloso de eso, aunque se puedan marcar errores. —Miguel Aguirre: Coincido en gran medida con Roberto. Mirando para atrás, lo que veo es una generación de compañeras y compañeros con una convicción, con una entrega, con una generosidad que a mí todavía me emociona. En ese grupo de compañeros y en la conducción del Movimiento Todos por la Patria había compañeros extraordinarios que no dudaron en ese momento en comprometerse, comprometer su vida, el riesgo de su vida, para afrontar una situación que se veía inminente, que era la sublevación militar. Hay que hacer un esfuerzo por contextualizar La Tablada, el clima que se venía viviendo de las cuatro sublevaciones militares que hubo desde el 87 al 90, la vigencia de la doctrina de Seguridad Nacional, la debilidad de Alfonsín y las concesiones y el avance de las corporaciones económicas, aprovechando la debilidad y la falta de coraje político de Alfonsín. En ese contexto, nosotros, nuestros compañeros, decidieron arriesgarlo todo para enfrentar la situación. Se puede, como dice Roberto, incluso hasta tener una mirada crítica de si era la manera, si era oportuno o si era la herramienta. Aceptábamos las críticas y estabamos abiertos a discutir eso. Lo que es indudable es que esto sucedía y que esa amenaza sobre la democracia estaba presente. Y que se materializó concretamente después con la sublevación de diciembre del 90. Entonces, creo que mirando hacia atrás los valores de una generación que se ha comprometido con la política, que no estaba financiada, sin dudas actuamos con altruísmo.Rescato eso y subrayo la memoria de los compañeros. Todavía tengo presente charlas, conversaciones, actitudes de muchos de ellos con los que tuve la suerte de compartir militancia. Esta es nuestra historia de resistencia a la

En la octava jornada del debate declaró el ex militar Nelson González, quien dio detalles sobre los vuelos de la muerte en Campo de Mayo y del fusilamiento de cuatro secuestrados, entre ellos Federico Frías Alverga. Su hijo, Joaquín Frías, presente en la audiencia, participó luego del programa Oral Y Público de Radio La Retaguardia donde contó sus sensaciones tras escuchar a González. (Por El Diario del Juicio*)Foto de portada: Joaquín Frías el día de su declaración en este juicio. (Julieta Colomer/DDJ) Joaquín Frías es un muchacho que mira todo desde arriba. No por soberbia sino por altura física. Muy lejos está de haber salido indemne de los padecimientos de las familias que sufrieron el genocidio en sus cuerpos. Si nada es gratis en la vida, mucho menos eso. Por fuera tiene una tranquilidad que a veces hasta sorprende. Como en este caso, que acaba de escuchar a un ex militar, Nélson González, dar cuenta del fusilamiento de su papá, Federico Frías, en el polígono de tiro de Campo de Mayo. Apenas unas horas después, participó del programa radial Oral Y Público, de Radio La Retaguardia. Allí explicó que, mientras González declaraba, “no estaba pensando mucho en el fusilamiento de mi padre sino en que se estuviera diciendo en el contexto de un juicio”. Frías conoce a González porque ni bien se enteró de que existía su testimonio, lo ubicó. “Otros pensamientos me pasaron hace diez años cuando hablé por primera vez con él en el café de una estación de ómnibus en Plottier -cerca de la ciudad de Neuquén-. Ahí me estalló la cabeza y no supe qué hacer y lo tuve que procesar durante un par de años hasta hacer algo con eso. El otro día estaba tranquilo porque hasta el momento en que empezó a declarar no sabíamos si iba a ir, qué iba a decir, si iba a ‘olvidar’ todo lo que había dicho antes”, contó. “De golpe, teníamos una persona que en líneas generales, sobre ese hecho puntual, dijo lo mismo y comentó un montón de cosas más sobre cómo el grupo de tareas de Campo de Mayo, en esos años finales de la dictadura, operaba nutriéndose de escuelas militares, de todo lo que es la infraestructura logística de Campo de Mayo que abarca desde un hospital, una pista de aterrizaje, aviones. Dio todos esos detalles y fue muy importante. Va a tener mucho peso como declaración de alguien que estuvo ahí y cuenta lo que vio y escuchó”, aseguró Frías.Recapitulando, Frías explicó: “En 1997 él (Nelson González) contó lo de los fusilamientos en Campo de Mayo en el programa de Mauro Viale. A ese programa iban Maradona, diferentes vedettes, en ese contexto apareció esta persona y contó que había sido testigo de fusilamientos. Eso tuvo muchísimo impacto y fue levantado por medios ‘serios’. Se consideraba que lo que estaba diciendo era o podía ser verdad. En ese primer programa mucho no lo dejan hablar. Lo interrumpen los panelistas, lo descalifican”. Sin embargo, parece que González tuvo otra oportunidad, sobre todo porque podía dar cuenta del fusilamiento del hijo del reconocido comediante Marcos Zucker. “Después, hubo una segunda entrevista en otro programa y entró en contacto con familiares de Marcos Zucker . Puntualmente con la hermana de ‘Marquitos’. En ese segundo programa le preguntaron a González si sabía de otra persona que hubieran fusilado y él mencionó a un tal Frías. En ese momento yo no estaba viendo el programa”, recordó. “Alguien me avisó. Nunca encontré el video y quedó ahí la cosa. Unos años después apareció un libro de Cristina Zucker, El Tren de la Victoria. Lo conseguí y lo leí. En una parte cuenta una charla que tuvo con González que volvió a relatarle el fusilamiento de su hermano junto a otras tres personas y le volvió a decir que una de las cuatro personas era un tal Frías. Ahí se repitió lo que decía unos años antes e intenté, por todos los medios, ubicarlo. Se me hizo muy difícil”.Allí Joaquín hizo un punto y volvió a resumir la historia de su papá.”El de mi papá es un caso que por ahí se conoció porque lo llevaron secuestrado a Lima, Perú, intentó escapar dando una fecha falsa de una cita que tenía. No lo consiguió, al otro día era la cita real. A partir de ahí sucedieron otros secuestros en Lima y el caso tomó estado público y se hizo conocido pero de mi papá no se sabía nada”, señaló Frías. Durante su declaración había sido más puntilloso, por supuesto. “Yo creo que elabora una estrategia de supervivencia -sugirió ante los jueces-. No sé si fue torturado o no, tampoco me interesa o no; si lo pienso dos veces creo que sí. Está claro que despliega esa estrategia que muchos secuestrados hacían en la medida de los posible. Lo concreto es que tenía la cita cerrada pactada meses antes en Perú con la base de Montoneros que estaba armándose en ese lugar.  Perdía mencionó que ‘seguramente le encontraron los papelitos’, dando a entender que no dio la información bajo tortura sino que le encontraron la info del papelito con la cita. No estoy muy contento con eso. Mi padre a esa altura era un militante veterano y no creo que hubiera sido tan descuidado de tener anotado el papel de la cita aunque sea en clave”, remarca. Frías Alverga dio los datos de la cita pautada, pero la adelantó un día. Joaquín supone que la Inteligencia corroboró que la cita existía: “no creo que hubieran ido a Perú solo por un dato entregado por un secuestrado”. Allí menciona el libro de Ricardo Uceda, Muerte en el Pentagonito, que era el edificio de la inteligencia peruana. En el libro aparece el testimonio de uno de los altos oficiales peruanos de inteligencia que fueron parte de la patota: un tal Arnaldo Alvarado, El Negro, un grandote de metro ochenta. Por esa razón contiene tanto detalle informativo. Frías Alverga llega a la cita (como ya