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A propósito del 40º aniversario del golpe genocida, el programa Desde Afuera de Familiares y amigos de Luciano Arruga, dialogó con la activista lésbica y periodista Amanda Alma sobre la recopilación de información del Terrorismo de Estado contra la comunidad gay, lésbica, travesti y transexual. La temática se introdujo en el lanzamiento de la programación de Radio Presente, la emisora que funciona en el ex centro clandestino El Olimpo, durante un programa especial de tres horas. (Por La Retaguardia)

Foto: Amanda Alma (Foto: www.laolla.tv)


“La persecución y el Terrorismo de Estado afectaron a toda la ciudadanía y obviamente a todas aquellas acciones y personas contrarios a los poderes hegemónicos. El colectivo gay, lésbico, travesti, transexual en Argentina tiene una vasta historia. Incluso forma parte de la historia del peronismo que como partido político popular ha facilitado la visibilidad en la década de los setenta de la comunidad homosexual. Los Putos Peronistas eran parte de una agrupación histórica que era el Frente de Liberación Homosexual liderado por Néstor Perlongher instauró la existencia de un grupo altamente vulnerabilizado y violentado”, expresó Alma, refiriéndose al carácter militante de la comunidad LGBT.
“Pensemos que entre la revolución y la represión también estaban los deseos de la liberación no solamente de la patria sino de los cuerpos. Pensemos en el contexto histórico de lo que fue la masacre de Stonewall, un boliche de lesbianas en Estados Unidos que fue atacado por la policía a fines de la década del sesenta, ahí activistas trans defendieron ese lugar y se visibilizaron en un proceso de lucha por los derechos civiles en ese país que planteó a nivel mundial la realidad de una comunidad que debía ocultarse para sobrevivir porque la violencia de la persecución de quienes nos expresamos de manera distinta a la hegemónica en términos políticos y sexuales es muy fuerte”, aseguró Alma, que se reivindica como integrante de un colectivo siempre atacado por el conservadurismo. Sin embargo, la periodista sostiene que “Argentina no es ajena a ningún movimiento de liberación ni a ninguna discusión política y tenía sus espacios invisibilizados o clandestinos. Las travestis existen hace muchos años, como los homosexuales y lesbianas, no es una práctica de la modernidad”. Alma sostiene que, de la misma forma que judíos o gitanos, los integrantes de la comunidad LGBT han recibido un trato especial de parte de los represores.
“Hay un activista gay, Cristian Prieto, que vive en la ciudad de La Plata y que trabaja en el Estado en la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) y comenzó a hacer un estudio en el archivo aportando información en los distintos juicios que se iniciaron hace relativamente pocos años, allá por el 2005, luego de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En su tarea empezó a conocer esa información relacionada a la manera en que las Fuerzas Armadas clasificaban a las identidades disidentes”, relató sobre la investigación acerca de la problemática. Para Alma, hay varios factores que permiten la profundización del conocimiento sobre esta problemática: “A partir de las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner de poner al Estado al servicio de la investigación sobre lo que pasó durante el Terrorismo de Estado, se desclasificaron muchos archivos. Con el desarrollo de los juicios también se han podido recabar muchos testimonios. Cristian Prieto accedió a esa información con su trabajo y comenzó a ver de qué manera se nombraba en las detenciones a las personas homosexuales, lesbianas, travestis”.
Alma agregó que se sumó a la investigación la fiscal Ad Hoc Gabriela Sosti, y que como equipo de trabajo comenzaron un camino no transitado hasta el momento: “Es la acción activista y militante la que permite hilar más fino y profundizar el enfoque y la mirada sobre los documentos que existen y se van desclasificando y todavía falta mucho trabajo para comprender el proceso de sistematización de la información que hicieron los represores durante la existencia de los centros clandestinos y que después intentaron hacer desaparecer como los cuerpos de los militantes”. Alma relató cómo fue el procedimiento: “Se trabajó fuertemente con la relectura de muchos documentos y ese trabajo de poder entender los eufemismos que se usaron para señalar y estigmatizar y clasificar los cuerpos de las personas detenidas y muchas desaparecidas. Así se pudo dar con esta información que aparecía invisible para el ojo de quien no tiene una cercanía con la experiencia vital de la disidencia sexual”.
Cristian Prieto releyó esos documentos como parte de su trabajo pero luego incorporó su praxis militante a la tarea: “Nos contaba que en los archivos de la Policía de la provincia de Buenos Aires que van del 55 al 93 se pudo reconstruir mucha información. Él empezó a buscar palabras como ‘maricón’ o los nombres de los activistas referentes, las maneras de la jerga cotidiana para estigmatizar a los disidentes. Así pudo reconstruir que alrededor de cuatrocientas personas fueron clasificadas de esta manera en los archivos de la policía y se supone que es esa la cantidad de detenidos desaparecidos por su identidad sexual”.
Alma contó que estaba participando de la presentación de un libro que recopila la experiencia de lucha trans en la Universidad Madres de Plaza de Mayo y afirmó con afecto: “Aquí se cobija muchas y muchos activistas que no tienen lugar en otros lados para estudiar y se les abre las puertas, el corazón y la estructura organizativa al colectivo lésbico, gay y transexual. Existe la posibilidad de que se pueda recuperar esta historia muchas veces invisible. La clandestinidad no sólo se dio en movimientos guerrilleros o revolucionarios en los setenta para sobrevivir o como una estrategia para saltear y sortear las tropas de la dictadura o la persecución de la Triple A”. Para Alma, la tradición de lucha LGBT en la Argentina es la que dio lugar a la ley de identidad de género, la de matrimonio igualitario, “que ponen en la agenda pública la realidad de una parte de nuestra sociedad que no se ajusta a los cánones de la hegemonía sexual y que tienen experiencias de vida diferentes a la heterosexual. La vida de una travesti aquí tiene una expectativa de 35 años de supervivencia, la prostitución termina siendo el primer y único trabajo sin ningún costado electivo. Lo mismo pasa con gays y lesbianas, muchos amigos y amigas nuestras no tienen posibilidades en su subjetividad de poder mostrarse libremente en su subjetividad lésbica o gay”.
Alma sostiene que el ocultamiento forzado de esos modos de vida es el que hace creer que son identidades recientes, surgidas al calor de la vida moderna: “La resistencia a esa invisibilización hizo que personas como Carlos Jáuregui en la década de los ochenta y noventa saliera a los medios de comunicación a decir quién era y a reivindicar su condición y su construcción subjetiva de homosexual y así poder abrirle el camino a un montón de hombres y mujeres de este país que vivían sufriendo en su intimidad por no poder expresarse en libertad y disfrutar de la vida como cualquier persona”. Por último, Alma destacó que no es nueva la decisión en la Universidad de las Madres de cobijar al activismo trans: “Por aquí han pasado como docentes y estudiantes: Lohana Berkins, Marlene Wayar, y ese fue un gesto de las Madres de abrazar todas las luchas”.

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