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San Telmo: otra jornada de represión en un conflicto complejo

Por LR oficial en Arte y Cultura, artesanos de san telmo, CABA, CTEP, El Adoquín, Gabriela Olguín, Mónica Alegre, Represión del día, represión estatal, Violencia institucional

Cualquier represión nos genera indignación. También se juega por allí, siempre, algo de tristeza; pocas cosas impulsan más a sentir rabia que las fuerzas de seguridad desatadas de furia. Pero la represión de ayer a los artesanos y artesanas de San Telmo duele más, mucho más. Conviene repasar la historia del conflicto para entender por qué no fue simplemente otra represión. (Por Fernando Tebele para La Retaguardia)

En la última semana de enero, recibimos a Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, para un programa especial de Radio La Retaguardia. Estaba triste. Hace 10 años que le secuestraron, asesinaron y desaparecieron a su hijo ¿Cómo iba a estar? Nos aclaró, en todo caso, que no estaba triste solo por eso. Hacía ya varias semanas que no podía trabajar en su puesto de la Feria de San Telmo, donde desde hace 7 años, cada domingo, abre su paño y vende unos muñecos hermosos, tejidos con la técnica amigurumi. Arreglamos para que a la semana siguiente nos visitara de nuevo, pero ya para contar el conflicto. Cuando hizo su relato de la situación, nos sorprendimos bastante. Lo más lógico era pensar que el enfrentamiento fuera con el Gobierno de la Ciudad, a cargo de Horacio Rodríguez Larreta; de hecho es lo que piensa mucha gente después de la represión de ayer. Por supuesto que él está del otro lado. Pero la sorpresa mayor fue cuando nos contó que detrás de un acuerdo que pudo haber culminado con la legalización de los puestos de la feria, se esconde en realidad una disputa sectorial que ensucia todo. Mónica se sumó a la Cooperativa El Adoquín (integrantes de la CTEP) hace 5 años, casi tantos como los que lleva en la Feria. Seguramente lo hizo pensando en que con otros y otras estaría más protegida; algo de eso aprendió a la fuerza. A la cooperativa también le venía bien su ingreso: la mamá de Luciano Arruga adentro de una coope del Movimiento Evita, mirá vos. En su relato desilusionado, Mónica explicó que cuando les contaron que se había conseguido un acuerdo entre el Gobierno de la Ciudad y El Adoquín, nadie dudó en alegrarse. Sin embargo, un domingo de enero en el que fueron a trabajar a su nueva ubicación, Defensa al 1000, se enteraron de que temprano, esa misma mañana, la Policía de la Ciudad había corrido a quienes históricamente ocuparon esa cuadra. En ese momento, a Mónica se le vino toda su historia personal a la cabeza. Le pasó cuadro por cuadro, como si fuera una película. Seguramente no linkeó en el momento una cosa con otra, pero dijo NO, igual que Luciano. Cuando comenzó a charlar con otras y otros, eran muchas personas las que sentían lo mismo: no podían ganar un derecho avanzando contra el de un par. Aparece como básico pensarlo de ese modo. Sin embargo, en esas situaciones límite, así como a casi un centenar de feriantes les salió poner la comunidad por encima de la individualidad, muchas otras personas dentro de El Adoquín decidieron seguir adelante. Desde hace 10 domingos, quienes permanecen en la cooperativa, con Gabriela Olguín como referente, se instalan en la calle Chile, dejando de lado la chance de ocupar el 700 de Defensa.

“Como gesto para con los compañeros y compañeras, hasta que no se resuelva la situación, solo vamos a trabajar sobre Chile”, dicen desde el sector de Olguín. Dejan la resolución del conflicto en manos del gobierno porteño, que con naturalidad lo resuelve como ayer.
Mientras tanto, el sector disidente se niega a abandonar el 800, 900 y el 1000 de Defensa, donde los empresarios de negocios de antigüedades no los quieren ni ver, aunque sea notoria la baja de público en esas cuadras desde que no está la feria en la calle. Los y las feriantes interpusieron un recurso de amparo que intenta dejar las cosas como estaban y obligar al Gobierno de la Ciudad a retroceder y sentarse a negociar con todos y todas.
Los domingos anteriores fueron de tensión entre los dos sectores. Ocurrieron algunos hechos poco felices, pero que no pasaron a mayores. Ayer la tensión se desbordó. Y en ese contexto la policía y el gobierno CABA hicieron lo que les encanta hacer: avanzaron con las botas firmes, los machetes erguidos y el gas siempre a mano. En su paso no distinguieron entre feriantes o paseantes solidarios que se acercaron a ver qué sucedía e incluso les pegaron a turistas por sacar fotos. Detuvieron a 18 personas y las dividieron en tres alcaidías, para provocar desmovilización. Hoy, después del mediodía comenzaron a recuperar su libertad.
En el Facebook de la CTEP Capital, pudo leerse anoche un breve posteo: “Libertad inmediata a lxs trabajadorxs detenidxs en San Telmo”. Frío. De compromiso. Poco solidario. La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular consiguió en pocos años convertirse en una importante referencia de reagrupamiento de un sector que estaba ninguneado: el de las cooperativas y el de quienes trabajan en la economía popular. Hicieron un gran laburo. Este conflicto no está a esa altura. Mancha la construcción. Es imprescindible que busquen los caminos para borrar una palabra que está en el aire, y de la que no se vuelve: traición. Es claro que sus dirigentes están ocupados en jugar en las grandes ligas electorales. Seguramente estará bien que así sea; no lo tengo claro. De lo que no tengo dudas es de que cada vez se hace más tarde para resolver este conflicto. Dejarlo en manos de Rodríguez Larreta solo se puede entender de un modo: quieren que les saquen a sus excompas de encima. Queda para otro análisis entender cómo fue que el Estado ha conseguido que cada sector negocie la suya, sin el más mínimo interés por su propio sector en general. Uno puede esperar eso de los gordos de la CGT, y quizá ni de ellos, porque cuando un sindicato va a un acuerdo, lo hace para todos y todas, estén afiliados o no. El poder divide y reina. Todavía se puede borrar con la mano lo que evidentemente, de tan fulero, se debe haber firmado con el codo. Todavía se puede. Pero cada vez estamos más cerca de la calle sin retorno. Ayer, seguramente, el jefe de gobierno porteño esbozó una sonrisa cuando se enteraba. Ojalá haya sido el único.