El presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza, relató al programa Hasta que vuelvan los abrazos de Radio La Retaguardia cómo vivió en carne propia la violenta represión y el desalojo en Guernica. Recorrió el predio en el que la policía incendió las casillas de las familias que lo perdieron todo, y responsabilizó a Sergio Berni y a Andrés Larroque por el brutal operativo. También criticó a los medios tradicionales de comunicación por su cobertura amarillista e insensible. (Por La Retaguardia)
🎤 Entrevista: Fernando Tebele
✍️ Redacción: Diego Adur/Pedro Tato
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Foto de portada: Agustina Salinas
Pablo Pimentel ya lo había anticipado en La Retaguardia: lo que se jugaba en Guernica era mucho más que el destino de esa toma en particular; también se ponía en juego según cómo se resolviera el conflicto, la suerte de los distintos asentamientos que hoy se desarrollan tanto en la Provincia de Buenos Aires como en el resto del país. Parece haber acertado el presidente de la APDH de La Matanza en su predicción, porque más que un ruleta, se trataba de un análisis basado en la experiencia. Después de lo que fue el violento desalojo en el partido de Presidente Perón, se registró otro desalojo violento contra familias que ocupan porciones de tierra y exigen una vivienda digna. En (genocida) Gral. Roca, Río Negro, el escenario de ayer sábado fue de un despliegue policial tan notable que parece buscar, además del desalojo en sí mismo, un intento de generar disciplinamiento social. Otras tomas peligran: en Rafael Castillo y Escobar vecinos y vecinas están en alerta.
Con mucho enojo, tristeza, pero “tratando de ser respetuoso”, Pimentel hizo una descripción detallada de lo que fue su participación en Guernica. Allí acompañó a las familias desalojadas e interpeló a la policía por su salvajismo y violencia: “Llegué a las 5:45, guiándome por el humo. Nunca vi tanta policía junta en mi vida. Ya estaban quemando las casas rancho. Vi un muchacho llorando de unos 25, 30 años, que me contó que le quemaron todo. Había salido con su mujer embarazada de ocho meses y con su nene de dos años y un policía tiró un trapo quemado con alcohol y se prendió fuego todo. Tenía su documento adentro. ‘Tomátelas’, le dijo la policía de Berni. Le dije que me iba a ocupar personalmente. Esto no es demagogia, es empatía por un pibe que está llorando porque le habían quemado su identidad, un documento que te dice quién sos y qué derechos tenés. Llegó un periodista de Canal 13 y me pidió que me apure porque tenía que hacer un reportaje. Te puedo asegurar que salió lo peor de mí ¡Que te venís a hacer el humano ahora para escuchar a este pibe! Te puedo asegurar que la puteada más grande la escuchó un tipo que está a diez cuadras de mi casa porque me ofendió mucho”, narró Pimentel, quien decía estar mucho menos enojado que el día de los hechos. “Después empecé a caminar, entré al predio filmando lo dantesco que me recibió el desalojo. Diez policías se apersonaron y me dijeron retírese, les dije que estaba tomando registro del desastre que están haciendo y me dijo que si no me retiraba me iban a detener. Les grité de todo. Ningún policía tenía la identificación en el pecho. Ni los oficiales de alto rango, ni los perros que mandaron para pegarle a la gente. Cuando digo perro lo digo con el sentido de que los transforman en perro, al personal policial, encerrándolos dos días antes para después salir a matar a las fieras. Esta es una vieja costumbre que la dictadura siempre hizo. Lo hicieron también cuando reprimieron por la reforma previsional”, recordó.
Luego, Pimentel se juntó con la gente del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), de la Cruz Roja y de otras organizaciones que estaban en el lugar. Allí descubrió el desolador escenario de lo que había ocurrido: “Empezamos a caminar, a tratar de entrar y no nos dejaban. Nos fuimos al piquete que estaba a unas veinte cuadras de ahí, en el centro de Guernica. De ahí, fuimos al primer retén pegado al asentamiento. No nos dejaban entrar. Les dije que teníamos que ir con un médico a constatar si había dos personas muertas y una desaparecida. Cuando entramos fue dantesco lo que vimos. Empezamos a recorrer todos los ranchos quemados. Ahí vos te dabas cuenta de que la gente estaba viviendo, no era verso que estaba. Hay que bancarse en esos ranchos que te puedo asegurar que era un colchón en la tierra, alguno tenía algún elástico, había restos de comida, ollas y así todo”, relató.
Entre el silencio y el juego para la derecha
Pimentel también focalizó en el brutal operativo, que desplegó 4.000 efectivos policiales para ir contra 1.400 familias sin vivienda, y señaló a los responsables: “Acá no hay que callarse la boca, hay que poner blanco sobre negro. Una cosa es hacerle el juego a la derecha y otra es quedar como un pelotudo ante un gobierno peronista que reprimió. La realidad es que en Guernica el Gobierno peronista nacional y popular de Axel Kicillof reprimió. Han sido muy prolijos desde la perversidad, con una tropa de elite de 4.000 hombres y mujeres que marchaban golpeando a los borcegos en el barro. Hay responsables. Berni se tiene que ir. Yo pedí que se vaya hace tres meses cuando le dijo a Cristina Castro (la madre de Facundo Astudillo Castro): ‘su hijo está vivo señora, yo se lo voy a llevar’. Y le llevaron unos huesos. Larroque falló en no haber sido coherente con lo que nos dijo a los organismos de derechos humanos. Lo que se rompió ayer no fue solo la casa de la gente y la ilusión de 1400 familias que necesitaban un lugar para vivir, sino que se rompió la palabra. Porque el Cuervo (Andrés) Larroque nos dijo en reunión con la Mesa de los organismos: ‘Les doy mi palabra que vamos a evitar bajo todas las posibilidades el desalojo’. Solamente un barrio, uno de cuatro, había dicho que no por ahora, y ellos mismos me dijeron que si firmaban, al otro día o a los dos días, la gente iba a entender, iba a acceder y se iba a ir. Acá me parece que hubo una contraorden para decir: ‘Señores estamos perdiendo electorado. Señores nos están pegando por todos lados, estamos de alguna manera autorizando la toma rural con Juan Grabois en Entre Ríos’. ¿Quién tiene que opinar si una persona rica quiere llevar adelante un ideal? ¿Qué le pasa oligarquía? Esto no es la reforma agraria. Esto, en todo caso, era repartir algo con los pobres y llevar adelante un proyecto que tiene que ver con la producción fuera de los agrotóxicos, que es el Proyecto Artigas ¡Qué casualidad que el mismo día desalojan Entre Ríos y ejecutan Guernica! Para mí hubo una orden de algún monje negro del gobierno nacional o del gobierno provincial que dijo: ‘empecemos a recuperar espacios que en agosto del año que viene los necesitamos para renovar las elecciones’. Yo creo que, en política, la táctica y la estrategia están bien, pero hacelas con otra cosa. No lo hagas con la dignidad de los pobres. No lo hagas con la gente que no le queda otra que ir a ocupar un pedazo de tierra. Hay responsables: Berni y Larroque”, apuntó con todas las muestras de indignación a la vista.
Recuperar la historia
Antes de comenzar su narración de los hechos ocurridos esa madrugada en el Partido de Presidente Perón, Pimentel hizo un preámbulo histórico de cómo se llegó a esta situación de crisis habitacional en nuestro país: “En la región todavía hay bolsones de delincuentes fascistas que pretenden producir golpes de Estado a través de militares o de gerentes. Lo ha vivido hace un año nuestro querido país hermano plurinacional boliviano. En ese marco, lo que pasó en Guernica está rozando con gente que menosprecia un sistema que nos costó 30 mil compañeros detenidos desaparecidos, nos costó 500 niños y bebés robados, nos costó cerrar industrias. Los hijos y nietos de los que fueron echados de esas industrias que extirpó la economía liberal de Martínez de Hoz y que la continuó el liberalismo de Menem y de Macri, hoy tienen que ir a tomar tierras porque no les queda otra. Los Estados más o menos organizados deben planificar la construcción de viviendas en función del crecimiento demográfico. Ningún gobierno lo hizo. Hubo solo dos períodos en la historia que se han ocupado del tema: el primer y el segundo gobierno peronista que va del ‘45 al ‘55, donde se planificaron construcciones maravillosas. De manera que en los 65 años que pasaron la mayoría de los planes de vivienda los hizo solamente Néstor Kirchner. Por eso Néstor es recordado con mucho amor por mucha gente pobre. Una de las cosas que hizo fue derogar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final para sentar en el banquillo de los acusados a los genocidas. Si no hubiera habido eso, hoy seguiríamos reclamando que deroguen las leyes de impunidad. Y Néstor se ocupó de hacer algunas viviendas”, repasó.
La penosa notoriedad mediática que tuvo tanto la toma del predio de Guernica como su violento desalojo, dejó en evidencia la inmensa crisis habitacional que miles y miles de familias atraviesan. Para ese sector social, la única respuesta para no vivir en la calle es ocupar tierras que están en desuso. Tierras, además, de las que los privados que dicen poseerlas no terminan de demostrar su propiedad. Como ya había dicho Pimentel semanas atrás en La Retaguardia, las tomas de esos pedazos de tierra seguirán y, por lo visto, también seguirá la política de desalojos que no busca una solución sino una respuesta violenta: “En la Argentina, mientras no haya un proyecto de hábitat en ejecución y mientras esa promesa de hacer las 33.600 viviendas no se cumpla, en la Provincia de Buenos aires va a haber tomas de tierra y lamentablemente va a haber represión”, concluyó el presidente de la APDH de La Matanza.