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Juicio Cagliero -día 3- “Diego tenía los ojos blancos, estaba conmocionado y se quebró”

Escrito por el febrero 10, 2023


Esa fue la última imagen que le quedó grabada a Emanuel Albelo, uno de los amigos del joven asesinado por una bala policial. Emanuel estaba al lado de Diego, en la parte trasera de la camioneta Ducato que fue baleada por efectivos de la policía bonaerense. “Ninguno de nosotros tenía armas y tampoco premeditamos robar el supermercado”, dijo.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero


En la tercera audiencia del juicio por el asesinato de Diego Cagliero, declaró Emanuel Albelo, uno de los amigos del joven. Aunque reconoció que el dueño del supermercado tenía razones para estar enojado con ellos, aseguró que nunca se dieron cuenta de que eran el blanco de una persecución policial que terminó en un “homicidio agravado” por la muerte de Diego y la herida grave que sufrió Mauro Tedesco.

Al dar testimonio en el juicio oral por la muerte de su amigo, admitió que siente miedo de ser perseguido por la policía, pero “estoy acá (en el Tribunal Oral 1 de San Martín) porque le prometí a Diego que iba a pedir justicia”. En el proceso están acusados de “homicidio agravado” los policías Rodrigo César Ezequiel Canstatt y Darío Montenegro.

Emanuel relató que los ocho se reunieron ese domingo 19 de mayo de 2019 en el velatorio de un amigo. Luego participaron en el cortejo fúnebre hasta el cementerio, en la camioneta Ducato, con el logo de AYSA, que le habían prestado a Ángel Bramajo.

Entonces surgió la idea de reunirse en una comida en el barrio donde vivía el amigo fallecido.

Fueron al supermercado de Martín Coronado y Emanuel admitió que él se llevó una botella de licor oculta en su buzo canguro y salió hacia la calle “caminando, tranquilo”.

Cuando se estaba subiendo a la camioneta, con dos de sus amigos, comenzó la discusión con el dueño y el empleado de seguridad del supermercado. Emanuel reconoció que “estaban enojados con razón”.

Afirmó que sólo fue “una discusión, todo verbal, no hubo ningún tipo de golpe ni nada”. En ese momento devolvieron “gran parte de la mercadería, quedó solo una botella de licor que nos llevamos sin pagar”.

Después del episodio, subieron a la camioneta y partieron hacia el lugar donde iban a realizar la juntada “en honor” al amigo fallecido.

Se detuvieron en Marquez y Ruta 8, en San Martín, para esperar a unos amigos que finalmente no los acompañaron. Luego siguieron su camino “tranquilos, como si nada, sin sentirnos perseguidos”.

En la esquina de Márquez y Gabino Ezeiza “se nos cruza un auto adelante, a contramano, muy de golpe”. Ángel, que era el que manejaba, se asustó y atinó a doblar. “Fueron unos segundos y ahí se empezaron a escuchar muchos disparos”, contó.

Los que iban en la parte trasera del vehículo se tiraron al piso, mientras Mauro Tedesco gritaba de dolor “porque le había entrado una bala”.

Emanuel dijo que se quedó tirado en el piso de la camioneta, sin saber si las balas eran de plomo “o de goma” porque “no podía entender lo que estaba pasando”.

En la cabina, en el asiento delantero, iban tres de los amigos, pero otros se pasaron adelante por temor a recibir un balazo. De acuerdo con el relato de Emanuel, la puerta trasera de la Ducato intenta ser abierta por Diego y otro de los jóvenes. Mauro sale gritando por el dolor que sentía, los otros chicos bajan y en ese momento, Emanuel ve que los policías terminan de abrir la puerta, los apuntan con sus armas y él ni siquiera atina a moverse porque tenía miedo de recibir un balazo. En ese instante es que advierte que Diego tenía “los ojos blancos, estaba conmocionado y se quebró”.

Es la imagen que le quedó de su amigo porque los policías lo agarraron y lo bajaron, mientras él levantó los brazos “para que no me hagan nada”. Los hicieron bajar a todos, los tiraron boca abajo en el piso y les pusieron las esposas. Mauro les decía a los policías que quería despedirse de su hija “porque pensaba que se iba a morir”. Poco después llegó la ambulancia que llevó a Mauro hasta el hospital donde fue internado en terapia intensiva.

Los policías le pusieron a Emanuel una capucha, pero como él es claustrofóbico, les pidió por favor que se la sacaran. Se la sacaron, luego de decirle que era “un maricón de mierda”.

El testigo presencial estimó que habían pasado unos 45 minutos desde que se fueron del supermercado. Para explicar que ellos no tenían dimensión de lo que estaba ocurriendo, señaló que estaban “a metros de la comisaría, íbamos a pasar por ahí, para nosotros era un día normal, no veníamos esquivando nada, yo vivo a pocas cuadras…”. Los subieron a dos patrulleros a los seis ilesos, con Diego muerto en la camioneta y Mauro en el hospital.

Emanuel comentó que el patrullero en el que lo llevaron el conductor era un hombre mayor. “Nos preguntó que cagada nos habíamos mandado y nos dijo ‘miren el quilombo que se armó por esta boludez’”, relató.

Cuando estaban en el calabozo, un policía les preguntó “de quién era el fierro, una (Bersa) Taurus 40”. Los habían hecho desnudar y cuando ellos respondieron que no tenían “ningún arma”, los empujaron y los encerraron en el calabozo. Las preguntas eran “agresivas”. Los seis estuvieron en un “calabozo chiquito” hasta las 6 del día siguiente.

Antes de irse les hicieron el dermotest porque “hubo un tiroteo”. Al principio se negaron y dijeron que ellos no habían hecho nada. “Nos dijeron que ellos no se iban a ensuciar por otra fuerza y entonces accedimos”, dijo.

Más tarde, otro grupo les comunicó que estaban acusados de robo y les confirmaron que Diego Cagliero había fallecido.

Cuando le preguntaron cuántos disparos había escuchado cuando iban en la camioneta, respondió que fueron “muchos, más de cinco seguro”. En ese momento se quedó “petrificado”, tirado en el piso. Ante una pregunta, consideró “un disparate” que digan que alguno de ellos tuviera un arma en la mano. Emanuel dijo que estaba sentado al lado de Diego Cagliero cuando empezaron los disparos que venían del exterior del vehículo. “No, para nada”, respondió cuando le preguntaron si Diego exhibía o disparaba un arma de fuego.

En lo personal, Emanuel afirmó que lo vivido fue “un antes y un después” en su vida cotidiana. “Ahora tengo mucho miedo, vivo a pocas cuadras de la comisaría”, dijo en referencia al lugar donde estuvieron detenidos. “No quería salir porque pensaba que me iban a hacer algo, que me iban a ir a buscar, mucha paranoia y angustia”, agregó.

A pesar de todo, sostuvo: “Estoy acá porque se lo prometí a Diego, le prometí que iba a hacer todo lo posible para que se haga justicia”. En el final, las defensas hicieron una serie de preguntas incriminatorias, para saber si habían “premeditado el robo”, si iban tomando alcohol dentro de la camioneta, entre otras. Emanuel negó la supuesta “premeditación” y volvió a negar que tuvieran en su poder un arma de fuego.


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