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Roberto Iturrieta en su declaración  Lo contó Roberto Antonio Iturrieta, testigo en el tramo de la megacausa Campo de Mayo que se celebra los miércoles. Iturrieta fue secuestrado el 17 de agosto de 1976 y posteriormente liberado. En la audiencia también declararon Gabriel Reig, Silvia Di Segni e Hilda Calvo. También testificaron la hermana y la compañera de José Varela, un soldado desaparecido el 20 de julio de 1976. (Por La Retaguardia) ✏ Redacción y crónica de las audiencias: Diego Adur  💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 🖍️ Ilustraciones: Paula Doberti (Dibujos Urgentes) A Roberto Iturrieta lo secuestraron hace exactamente 44 años, el 17 de agosto de 1976, en el departamento donde vivía con su esposa, ubicado en la intersección de las calles Sucre y Moldes, del barrio porteño de Belgrano. El testigo realizó su relato de manera cronológica. Contó a qué se dedicaba cuándo lo secuestraron. Los interrogatorios y torturas a las que fue sometido y su posterior liberación.  Antes del operativo, a Roberto lo echaron del colegio donde trabajaba como preceptor, la Escuela Técnica N° 12 DE 1 Libertador Gral. José de San Martín: “Fue por cuestiones políticas. Yo controlaba que las tomas del colegio sean pacíficas, que los chicos no fumaran, no se emborracharan ni quemaran nada. El director del ENET me pidió la lista de los delegados de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). No quise dársela y me despidieron”, relató. Cuando se produjo el secuestro, recordó,  le robaron la plata de la indemnización, además de unos dólares que tenía en la casa. También amenazaron con matar a su hijo: “le pusieron una pistola en la cabeza al bebé”. A partir de ese hecho, Iturrieta reconoció: “Me porté muy sumisamente”. Lo subieron a una camioneta, esposado, y lo llevaron a Campo de Mayo. Durante el interrogatorio lo golpearon y torturaron con picana eléctrica. Él trabajaba en un edificio que la Armada Argentina tenía en Av. Del Libertador y Laprida, en Vicente López. “Me preguntaban por Jorge Rubino, compañero de trabajo en la Armada y también por Carlos Gudano”. Jorge Rubino era oficial montonero de zona norte. “Carlos Alberto Gudano era el contacto con el ERP”, explicó. Fue secuestrado el mismo día que Roberto y permanece desaparecido. “Vos estás defendiendo gente que ya no existe”, le dijeron los torturadores dándole a entender que hablara porque otros ya habían hablado de él. Iturrieta no sabía nada. Sobre el lugar donde estuvo secuestrado durante dos o tres días, según sus recuerdos, —después supo que fue un día— dijo estar seguro que era un sitio “al campo abierto. Había aroma a pasto y el viento soplaba libremente” y tuvo muchísimo frío todo el tiempo: “Me habían avisado que íbamos a un lugar muy frío. Me llevé un abrigo que tenía y al subir a la camioneta me lo sacaron. Quedé en camisa. Temblaba de frío, como si tuviera hipotermia”, describió. También declaró haber escuchado ladridos de perros, aviones y camionetas. Cuando logró correrse la venda de los ojos pudo ver que el edificio que había en el lugar tenía techo de loza. Cuando la fiscal Gabriela Sosti le preguntó si había escuchado algún apodo, el testigo recordó una situación en la que, después de ser torturado, comenzó a rezar, orando en voz baja. Los secuestradores le gritaron “puteá más fuerte pelado, ahora vas a cantar”, a lo que el testigo respondió: “No estoy puteando muchachos, estoy rezando”. “Cómo le vas a decir muchacho, este es el Mayor”, le retrucaron los militares. Cuando lo picanearon después de eso, Iturrieta aseguró que no sintió nada: “Los torturadores estaban sorprendidos y pensaron que el aparato no andaba. Es más, uno se lo probó al otro y discutieron. Para mí fue un milagro”, expresó. A Roberto lo liberaron en José León Suarez. Casi sin ver, logró tomarse el 314 hacia su casa. “Cuando volví al trabajo, el capitán Aníbal Garbini, nuestro jefe, dijo que sabía lo que nos había pasado a mí y a otro compañero chupado. Me dieron licencia psiquiátrica. Yo pedí volver a trabajar. Garbini le había dicho a mis compañeros que no hablaran conmigo. Estaba aislado”, contó.  Gabriel Reig declaró por el secuestro de su madre, Flora Celia Pasatir, y el esposo de ella, Gastón Robles. El secuestro sucedió el 5 de abril de 1976 en City Bell, La Plata. Flora —quien al momento del secuestro estaba embarazada de 6 meses— y Gastón estuvieron en Campo de Mayo.  Gabriel Reig, hijo de Flora Celia Pasatir Reig estuvo exiliado en Venezuela. “Siempre signado por la ausencia inexplicable de mis seres más queridos. Mataron a mis padres y mataron un pedazo de nosotros”, dijo. Volvió a vivir a la Argentina después de 30 años para reconstruir la relación con su hermana Raquel y su hermano Mariano Robles, quienes estuvieron presentes durante el operativo de secuestro de sus padres. “Con la muerte de mi madre murió algo muy importante dentro mío”, aseguró. También declararon Silvia Di Segni e Hilda Calvo. Hilda Beatriz Calvo, esposa de Roberto Iturrieta En la audiencia siguiente, del miércoles 12 de agosto, declararon la hermana y la compañera de José Varela, ‘Manolo’, apodo que usaba su familia o ‘Chicho’, como le decían sus compañeros de militancia. Varela fue soldado conscripto en la Agrupación N° 2 del Batallón de Comunicaciones de Campo de Mayo y su desaparición se produjo el 20 de julio de 1976. En primer turno, declaró la hermana de José, Cristina Isabel Varela que compartió en la sala virtual la admiración que sentía por su hermano: “Era un alumno muy destacado, sobresaliente. Le encantaban las matemáticas, leía todo lo que caía en su mano, amaba escribir y jugaba muy bien al ajedrez”, comentó. Cristina Isabel Varela, hermana de José Varela José comenzó la conscripción militar el 28 de febrero de 1976. Militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), además de en el centro de estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), donde estudiaba Ingeniería Electrónica.  El 10 julio de 1976 le dieron 10 días de licencia para estar en

Lo contó Ramón Bonato en su declaración testimonial del último miércoles en el marco del juicio que se está llevando a cabo de manera virtual por la megacausa Campo de Mayo. El testigo declaró por la desaparición de Lucía Rey, el 14 de abril de 1976, cuando secuestraron a trabajadoras/es de la fábrica Del Carlo. También declararon familiares de Lucía. (Por La Retaguardia) ✏ Redacción y crónica de la audiencia: Diego Adur  💻 Edición: Fernando Tebele Ramón Bonato trabajó con Lucía Rey en Del Carlo durante 5 años. La fábrica ubicada en la calle Andrés Rolón 1107, San Isidro, fue una de las subsidiarias más importantes de los monopolios de la industria automotriz, Ford entre ellos. Entre abril y mayo de 1976, desaparecieron 14 personas. El testigo habló sobre el contexto que se vivía en la empresa antes de producirse el Golpe de Estado y sus consecuencias: “En la fábrica había mucha explotación. Las condiciones de trabajo eran pesadas y duras. Hubo conflictos importantes que llevaron a paros y tomas de fábrica para conseguir mejores condiciones de trabajo. Los ritmos de producción eran altísimos. Nosotros pertenecíamos al sindicato de metalúrgicos. Se lograron conquistas importantes, pero después del 24 de marzo de 1976 se produjo una ofensiva de toda la fábrica. Cambió la relación de fuerza”. Ahí comenzó el horror: “Desaparecieron muchos compañeros que habían participado de las luchas y conquistas. No sabíamos de dónde los secuestraban. Lo sabía la empresa, que mandó a secuestrar a los compañeros. A los tres o cuatro días del golpe militar, desaparecieron entre 10 y 14 compañeros. Nosotros paramos la fábrica. La policía pasó con las Itacas amenazando a la gente. Andaban en Ford Falcon verdes. Hubo una ofensiva de la empresa contra los trabajadores. Ese día nos llegaron las noticias de todos los compañeros que habían ido a buscar a su casa. Algunos se escaparon”, contó el testigo, y también se refirió a la búsqueda que llevaron a cabo por Lucía Rey y los demás compañeros y compañeras desaparecidas de Del Carlo: “Todos los familiares se reunían en la fábrica para preguntar dónde estaban. Se formó una comisión. Ahí no nos podíamos reunir. Fuimos a una iglesia, ahí cerca. Había un cura bastante progresista que nos dio un lugar para reunirnos y organizar la búsqueda de los compañeros. Fuimos a la Iglesia de San Isidro, a la de San Miguel y a Campo de Mayo, pero nunca nos recibió nadie” dijo. Bonato recordó a Lucía Rey como una mujer luchadora: “Era una mujer activa que discutía todas las cosas. No se quedaba callada. Defendía sus derechos”, expresó el testigo de manera virtual frente al TOF 1 de San Martín. El camino de LucíaEn la misma audiencia del miércoles 15 de julio, Oscar Rey declaró por el secuestro y desaparición de su hermana, Lucía Rey, ocurrido el 14 de abril de 1976 a las 4:10 de la mañana en el domicilio Beltrán s/n, Barrio La Paloma, General Pacheco, partido de Tigre. En la casa, además, estaban Soledad e Irma, hermanas del testigo y de la víctima; Carlitos, un hermanito de 5 años; su padre, Mamerto Rey; y su madre, Elisa Godoy. Rey, que al momento del operativo tenía 22 años, contó que la gente que participó del secuestro “era de la Policía y del Ejército. Rompieron la puerta de una patada y tiraron tiros en el techo. Había vehículos Falcon esperando afuera”. Lucía tenía 26 años cuando la secuestraron. Oscar también era empleado de la fábrica Del Carlo: “Yo trabajaba en la sección de ensamblado y mi hermana en espumado. Se llevaron a varios compañeros. A algunos el 14 de abril del ’76 —misma fecha de la desaparición de Lucía—, desde sus domicilios; a otros, el 12 de mayo del ’76, desde la fábrica. En total fueron 14. Los conocía porque fueron delegados”, declaró Rey, y recordó algunos de esos nombres: Arturo Apaza, Eduardo Barrios, y Alberto Coconier, entre otros, permanecen desaparecidos. Nilda Delgado sobrevivió al Terrorismo de Estado. Después del secuestro, Oscar y su padre se presentaron en la fábrica para preguntar por la desaparición de Lucía: “Dijeron que no sabían nada. Se lavaron las manos”, contó. Si bien Lucía no tenía actividad sindical dentro de la fábrica, “ella colaboraba con los delegados por los derechos del trabajador, los salarios y el bienestar del obrero”. Una semana después del secuestro de Lucía, a Oscar lo obligaron a renunciar:“Te conviene renunciar por tu propio bien”, lo amenazó un tal Bertoli, gerente de la fábrica. Por comentarios de sobrevivientes, la familia pudo saber que Lucía Rey estuvo en Campo de Mayo. Ella “era flaquita, menudita y tenía el pelo corto. Le decíamos Lucy”.En la audiencia siguiente, del miércoles 22 de julio, además de Bonato también declararon las hermanas de Lucía Rey, Soledad e Irma. El relato de Soledad fue muy emotivo. Reconstruyó el momento del secuestro de su hermana y su desesperación ante el operativo: “Me agarró un ataque de nervios. No sabía qué pasaba. Yo quería ver a mi hermana. Era desesperante. Tiraron un tiro y lo primero que pensé fue a quién mataron. Me pegaron con una taza en la cabeza y nos tiraron una frazada encima. Nos encerraron en la habitación. No la vimos más a Lucía y nunca más supimos de ella”, declaró. Su papá, Mamerto Rey, y su mamá, Elisa Godoy, realizaron denuncias y habeas corpus por Lucía sin resultado alguno: “Mi mamá buscó mucho a Lucía. Marchaba todos los jueves en Plaza de Mayo. Iba con una tía, Rafaela, que tiene el nieto desaparecido”, contó Soledad. Cuando Mamerto quiso hablar con Nilda Delgado, la sobreviviente de Campo de Mayo que identificó a Lucía dentro del Centro Clandestino,  ella no pudo decirle nada. Lo que supieron fue tiempo después, tras la declaración testimonial de Delgado. Al terminar su declaración, Soledad, envuelta en lágrimas, reclamó memoria, verdad y justicia por su hermana: “Yo quiero saber dónde está Lucía, qué hicieron con Lucía. Yo quiero sus restos. Yo pido que nunca más vuelva

Sandra Missori tenía 13 años cuando fue secuestrada junto a parte de su familia. En Campo de Mayo, cuando le preguntaban su nombre y ella lo daba, le pegaban y le decían que debía responder con un número, el 513. Su relato fue conmovedor. En la audiencia del pasado miércoles en este tramo de la Megacausa Campo de Mayo, también declararon Mónica y Daniel Gambella por la desaparición de su papá Juan Antonio; Laura Patricia Parra, por las desapariciones de su padre Carlos Raúl Parra y su madre Georgina del Valle Acevedo de Parra. (Por La Retaguardia) ✏ Redacción y crónica de la audiencia: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 🖍️ Ilustración: Lorenzo DibiaseCuando entraron en la casa donde Sandra Missori estaba junto a su mamá Ema Battistiol, las sacaron de la cama de los pelos. Sandra escuchó cómo hacían lo mismo con su tía, Juana Colayago. Estaban buscando a su tío, Egidio Colayago. Él todavía no estaba en la casa, así que los militares, “vestidos con ropa verde, unos;, y azul claro, otros, todos con uniformes”, se quedaron vigilando hasta que volviera Battistiol. “Cuando llegó mi tío ni lo vimos entrar. Solo escuchamos sus gritos de auxilio. Nos hicieron vestir a mí, a mi mamá y a mi tía. Nos pusieron vendas en los ojos y nos sacaron. Ya era de día”. A Sandra y a su mamá las subieron a un auto diferente al de Egidio y Juana. Las colocaron en el piso del vehículo. “Mi tío me pidió perdón y me dijo que me quedara tranquila, que no me iba a pasar nada, que el tema era con él”.Llegaron al lugar que después supieron era Campo de Mayo y separaron a Sandra del resto de su familia. “Me hicieron cambiar la ropa. Me dieron una ropa que me quedaba grande y estaba manchada con sangre. Me sacaron todas mis pertenencias, mi cadena de oro, mi documento y me sacaron mi nombre. Ya no era más Sandra. Me dieron el número 513. Me dijeron que me lo acordara. Me pusieron vendas y la capucha. Me arrastraron por un camino de tierra y viento. Escuchaba ramas, pájaros, como si fuera un bosque. Me metieron en un lugar y me tiraron a unos colchones finitos que había en el piso, sucios y con olor. Me encadenaron los pies al piso. Escuchaba los gritos de la gente, muriéndose”, declaró.El relato de Sandra Missori fue muy conmovedor y contó con un nivel de detalle y precisión tan crudo como concreto. Por este caso declararon en una audiencia anterior las hermanas Lorena y Flavia Battistiol, las primas de Missori, hijas de Egidio y de Juana.El tema del robo de su nombre fue para Sandra un hecho muy traumático que la acompañó durante el resto de su vida: “Cuando venían los celadores me preguntaban mi nombre. Yo respondía Sandra. Me golpeaban y me decían que yo no era más Sandra, era 513. Lo aprendí a los golpes. Esa fue mi primera tortura, me robaron mi identidad”, denunció.En algún momento de su cautiverio, visitó a Sandra un celador “menos violento”, al que llamaban ‘El Negro’. Según la testigo, este represor “se asombró por lo chica que yo era”. Le sacó las vendas de los ojos, que estaban infectados, y le puso la capucha. Le dijo que mientras no fuera vigilada podía levantársela para respirar mejor. A partir de ese momento, Sandra consiguió ver muchas de las cosas que ocurrieron durante su cautiverio: “Pude ver dónde estaba. Había más de 20 personas, algunas ni se movían. El piso era de tierra y el techo de chapa”, recordó.La testigo continuó relatando los episodios aterradores que pasó durante su cautiverio. “Tenía una rata comiendo la sangre de mis tobillos, que estaban dañados por las cadenas. Yo grité y alerté a uno de los celadores que estaba ahí. Le disparó a la rata y quedó muerta arriba mío. Como pude, la sacudí de mi cuerpo y quedó al lado mío”, contó.Luego llevaron a Sandra a un lugar donde vio a Juana Colayago: “Mi tía estaba embarazada, tenía una panzota de 8 meses. Estaba atada, con la boca tapada y sin pantalones”. En el lugar había un torturador al que le decían ‘El Doctor’ que hacía preguntas a Sandra mientras torturaba a su tía: “La torturaba con un aparato eléctrico, después supe que era una picana. Se lo pasaba por la panza y ella se retorcía y abría grandes los ojos. Me preguntaban si yo sabía todas las personas que mi tío había matado y las bombas que él ponía en los trenes. No pude responder nada. Yo era muy chica. De hecho, fui con mi muñeca y la prendieron fuego”. Sandra se esforzó por recordar cada detalle del horror sufrido en esa sala de tortura. A Juana Colayago la continuaron torturando frente a los ojos de su sobrina hasta su muerte.Para presenciar todo ese espanto le quitaron la capucha, y así pudo describir al torturador: “El Doctor tenía bigotes, era más bien alto y robusto”. También escuchó diversos apodos que la testigo recordó y mencionó en la audiencia, como Cepillo, El Negro, Alemán, Lanuse y Tigre.En otro momento, Sandra fue expuesta a la misma tortura, pero esta vez con Egidio Battistiol: “Me sacaron la capucha. Tenían a mi tío atado a un árbol. Estaba muy ensangrentado y con la cabeza caída. Lo golpeaban con un palo con una cadena en la punta. Me preguntaban si sabía cosas y cada vez que yo decía que no, le seguían pegando. Ellos eran así, aparte de las torturas físicas usaban mucho la tortura psicológica. Hasta el día de hoy yo sigo cargando con la culpa, que no tenía, por esas muertes”, compartió después la testigo, ilustrando la crueldad sin límites con la que se consumó el genocidio.Con la posibilidad de ver a través de la capucha que tenía puesta, Sandra memorizó la rutina que tenían sus captores. Antes de retirarse, un sacerdote los comulgaba “para que pudieran irse en paz”. A la noche,

Continúan las audiencias en el tramo que investiga la desaparición de trabajadores ferroviarios dentro de la Megacausa Campo de Mayo. El juicio se reanudó la semana pasada y tendrá audiencias todos los miércoles de manera virtual y con testigos por teleconferencia. Declararon familiares de Juan Carlos Catnich y Enrique Montarcé, trabajadores de la Línea Mitre del ferrocarril, secuestrados en los talleres de José León Suarez el 31 de agosto de 1977. Ese mismo día, se llevaron de sus casas a sus compañeras, Leonor Landaburu y Beatriz Iris Pereyra.Adecuándose a su nueva rutina, el juicio por uno de los tramos de la Megacausa Campo de Mayo que había recomenzado la semana pasada, tuvo ayer una nueva audiencia. (Por La Retaguardia) ✏ Redacción y crónica de la audiencia: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Así es la audiencia virtual Este miércoles declaró en primer turno Jorge Ricardo Catnich. Lo hizo por el secuestro y desaparición de su hermano Juan Carlos, ocurrido el 31 de agosto de 1977 en los talleres ferroviarios de José León Suárez donde trabajaba. La noticia de la desaparición de Juan Carlos llegó a la familia Catnich, que vivía en San Juan, a través de un trabajador  que estuvo en José León Suarez y regresó a la provincia: “Dispusimos viajar a Buenos Aires para averiguar algo. Nos encontramos con el padre de mi cuñada, Landaburu, y sus hijos. Vivimos un clima de absoluta hostilidad”, comenzó a contar Catnich.El testigo relató los hechos ocurridos en la mañana del 31 de agosto de 1977 que terminaron con la desaparición de Catnich: “Mi hermano estaba en horario de trabajo. Se presentaron dos personas de civil diciendo que necesitaban llevarlos a mi hermano y a un compañero suyo, de apellido Montarcé. Nada grave, le dijeron. Estimaban que en dos horas estaban de vuelta. Nunca más regresaron”, recordó con tristeza.Después de la desaparición de su hermano, Jorge visitó en varias oportunidades Buenos Aires para hacer averiguaciones sobre el paradero de Juan Carlos. “Regresé a Buenos Aires. Parecía una ciudad tomada. De las gestiones que yo hice di con un compañero de mi hermano. La persona que nos avisó de la desaparición de Juan Carlos me dio un nombre, Carlos Zamora. Era dirigente del gremio de la Fraternidad, el gremio de los conductores. Lo fui a ver a una casa en el Tigre. Me dijo que había estado con mi hermano unos días atrás. Tenían una militancia gremial juntos. Él pudo esconderse. Mi hermano militaba junto a Montarcé en la Unión Ferroviaria”, recordó. Luego de llevarse a Catnich, fueron por su compañera, Leonor Landaburu: “Con las llaves de mi hermano entraron a la casa de mi cuñada en la calle Carabobo, del barrio de Flores. María Ester Landaburu -su hermana-, llegó alrededor de las 20 horas y estaba todo desordenado. Faltaban algunas cosas. Una compañera de docencia de Leonor había estado antes con ella en esa casa”, relató. Sobre su destino, expresó que “todo indica que fueron llevados a Campo de Mayo. Hubo reconocimientos posteriores. El lugar donde estuvieron los ferroviarios lo llamaban El Campito”, dijo.Leonor Landaburu estaba embarazada de siete meses y medio. Sobre ese sobrino o sobrina que las familias siguen buscando, Jorge contó una historia de “una mujer, Virginia se llamaba”, que llevaba un niño en brazos. Era mediados de octubre, la probable fecha de parto de Leonor. Esta mujer, Virginia, había sido nombrada durante los testimonios de la semana pasada del hermano de Landaburu. Estuvo en Campo de Mayo, internada con lesiones por un accidente de moto. Allí estuvo con “una asistente social que vio al bebé.Le llamó la atención ver un bebé en ese lugar. Esa asistente le dijo que el bebé era de una presa. Ese bebé se llamaba Federico. Mi hermano y Leonor le iban a poner ese nombre a su hijo”, explicó Jorge.Catnich y Landaburu fueron vistos en Campo de Mayo por algunos sobrevivientes. Ema Battistiol fue una de ellas y describió a Leonor con las mismas ropas que la había visto la compañera docente que estuvo en su casa antes del secuestro: “Un gamulán, pantalón negro y botas de cuero negro”, contó Jorge.Otro de los intentos por dar con su hermano y su cuñada lo llevaron a un hombre, de alto rango de la Policía Federal: “Felipe Jalil. El tipo vivía en Caballito, cerca de la cancha de Ferrocarril Oeste. Supuestamente la mujer de él era prima de mi mamá. Le pedí ayuda a este hombre. Me dijo que volviera a la mañana siguiente. Fui al día siguiente. Vino un auto a buscarnos. Fuimos hacia el centro, no recuerdo dónde, pero era la parte céntrica de Buenos Aires. Él iba mofándose de todo el mundo, celebrando una victoria de Boca. Llegamos a una sala, donde me dijo que lo espere. Ahí estuve un buen rato. Desde allí yo veía un playón de estacionamiento, que era donde habíamos llegado nosotros. A ese lugar entraban camionetas, cargaban armas y salían. Imagínense el pánico mío. Me dijo que de mi hermano no sabían nada y me aconsejó irme a San Juan, que cualquier cosa me avisaba. Me fui de ahí llorando”, recordó Catnich. La reparación“En el año 2016 nos entregaron el legajo reparado de mi hermano. Fue en un acto en la Ex ESMA. En el legajo de mi hermano dice que como el 1 de septiembre Juan Carlos no se presentó a trabajar, lo cesanteaban. Fue importante que el Estado argentino reconociera que esos tipos no fueron a trabajar no porque se robaron una rueda o porque no se levantaron sino porque hubo una persecución sistemática de trabajadores ferroviarios por su actividad gremial. Mi mamá se murió esperando a mi hermano”, expresó Jorge. El hijo o hija del matrimonio Catnich-Landaburu Durante su relato, Jorge contó la incansable búsqueda -que continúa hasta hoy- de su sobrino o sobrina: “Nosotros hicimos la denuncia de ausencia forzada y la presunción del nacimiento de mi sobrino. Dejamos muestras de sangre en el banco de datos genéticos del Hospital Durán”.

El depuesto presidente del Estado Plurinacional de Bolivia realizó un acto en el estadio del Club Deportivo Español. Compartimos una crónica y fotos de una jornada tan emotiva como política, en la que Morales propuso que la región industrialice el litio para poder fijar su precio. (Por La Retaguardia)📝 Texto 👉 Natalia Bernades📝 Edición 👉 Fernando Tebele📷 Fotos: Natalia Bernades y Rolando Andrade Stracuzzi Algunos dirán que el motivo que nos convoca el 22 de Enero en el Estadio Deportivo Español, en el barrio de Bajo Flores, son los 14 años del Estado Plurinacional de Bolivia. Otros, la fecha que marca oficialmente el fin del mandato de Evo Morales y la presentación del informe anual de su gestión. Alguno atinará a afirmar que es el lanzamiento de campaña que presenta al binomio Luis Arce Catacora y David Choquehuanca. La realidad es que una multitud llenó el estadio, movida por el deseo de recuperar la democracia en Bolivia. La jornada empieza con un calor agobiante que no impide a las mujeres de pollera portar con orgullo su vestimenta tradicional. Las inmediaciones al estadio, pobladas de vendedores ambulantes con aromas de comidas tradicionales, nos hacen sentir que Argentina es una pequeña sede de Bolivia. Esto no resulta extraño ya que Evo Morales, en condición de refugiado, por primera vez tendrá que presentar el informe anual de gestión fuera de su país. El estadio se convierte en un mar de wiphalas y rostros con miradas firmes. Los espectáculos musicales suman ritmo y color. No podían faltar las sagradas hojas de coca para realizar la ceremonia de agradecimiento a la Pachamama. El bullicio de 40 mil personas ansiosas esperando el discurso del ex presidente, es interrumpido por un minuto de silencio en honor a las víctimas de las masacres de Sacaba y Senkata. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi Llega el momento que todos esperan. Evo sube al escenario acompañado del grito “ Evo no está solo carajo”, agradece y arenga “¡Que viva Bolivia, que viva Argentina, que viva la Patria Grande!” Comienza el discurso y la gente lo escucha atentamente. “¿Por qué el golpe de Estado? No nos perdonaron que los movimientos sociales podamos demostrar que sin la participación de agentes externos  podemos ser libres.Es un golpe del imperio norteamericano, a nuestro proceso de cambio. No solamente de la derecha boliviana.  Hemos demostrado que sin el Fondo Monetario Internacional podemos tener una Bolivia digna y soberana. El segundo motivo es el litio. Argentina tiene reservas de litio, Chile también. Que lindo sería que tres países latinoamericanos industrialicemos nuestro litio. De acá a poco tiempo podemos decidir el precio del litio para todo el mundo” Tras repudiar el golpe de Estado  esperanza a la audiencia. “Es cuestión de tiempo, vamos a recuperar la democracia y vamos a volver al gobierno. No con armas como la derecha, no con balas como los fascistas. Sino que volveremos con la conciencia del pueblo”. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi Foto: Rolando Andrade Stracuzzi Foto: Rolando Andrade Stracuzzi

Así calificó a la situación del Estado Plurinacional de Bolivia el juez Eugenio Raúl Zaffaroni, integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En conferencia de prensa, Zaffaroni fue nombrado por Evo Morales Ayma como su asesor legal junto a Raúl Gustavo Ferreyra. La Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano y el informe final sobre las violaciones a los Derechos Humanos en Bolivia. Los casos de Sebastián Moro y Facundo Molares. En este clima serán las próximas elecciones anunciadas para el 3 de mayo. (Por La Retaguardia)Texto: Paulo Giacobbe Edición: Rosaura Barletta Fotos: Natalia Bernades y Rolando Andrade Stracuzzi “En este momento, decir ‘fuera al golpismo’, ya es ser sedicioso. El que protesta contra el gobierno de facto ya es sedicioso”, denunció Evo Morales en la conferencia de prensa que brindó el jueves 2 de enero de 2020 en el hotel BAUEN, sobre las persecuciones que está realizando en Bolivia el gobierno de facto que lidera espiritualmente Jeanine Áñez. “Los primeros días ni se imaginan cómo se calló a los medios de comunicación. Una amenaza, que la prensa nacional e internacional será investigada por sedición, si algún medio de comunicación protestara contra el gobierno de facto”, continuó el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia que, minutos antes, se había referido a las persecuciones que sufrieron los heridos y acribillados en las represiones: “Después de que los heridos estaban en los distintos hospitales de la ciudad de El Alto, fueron algunos fiscales y algunos médicos, ¿qué dijeron? Son terroristas, hay que procesarlos”.  De este modo las víctimas de los golpistas quedaban sin atención médica.La conferencia de prensa tenía como finalidad presentar a quienes serán los asesores legales y eventuales defensores jurídicos ante tribunales bolivianos e internacionales de Evo Morales Ayma: Eugenio Raúl Zaffaroni y Raúl Gustavo Ferreyra. “Bolivia no es un estado constitucional”, sentenció Ferreyra. Violaciones a los Derechos Humanos La Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano presentó su informe final sobre su visita a Bolivia. El objetivo “era observar in situ si antes, durante o después del golpe se violaron derechos humanos, sociales, políticos y/o culturales. El contingente estuvo en el Estado Plurinacional de Bolivia los días 28, 29 y 30 de noviembre, con la participación de un equipo multidisciplinario de profesionales y dirigentes de movimientos de DDHH, sociales/sindicales.”,  señalan en la introducción, aclarando que no pudieron “realizar la totalidad de las actividades programadas por las amenazas explícitas del Ministro de Gobierno (de facto) Arturo Murillo y el accionar de grupos civiles de choque que hostigaron a los integrantes con total impunidad durante toda su estadía”. Esas acciones empezaron apenas pisaron el Aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz. En la Plaza Murillo también quisieron golpearlos y los insultaron, frente a las cámaras de los medios de comunicación que apoyan al gobierno de facto. Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza, integrante de la comisión, había adelantado para Oral y Público parte del informe:  “Denuncias de asesinatos. Tanques de guerra persiguiendo entre barrios a la gente, tirándoles con balas de plomo, muchos muertos en la cabeza o en los hombros. Era notorio cómo baleaban desde helicópteros de las Fuerzas Armadas. Presos. Muchos familiares de heridos, hospitalizados y que no se pudieron hospitalizar”, también denuncias de desaparecidos y fosas comunes.El informe tiene un apartado especial para delitos sexuales, masacres contra poblaciones civiles, detenciones a la justicia y violaciones de derechos políticos y violaciones al acceso a la justicia, entre otros crímenes. También detalla los casos de dos ciudadanos argentinos: Sebastián Moro y Facundo Molares Schonfeld.Facundo Morales fue detenido ilegalmente en un hospital, sufre una insuficiencia renal grave. Su padre viajó de Argentina a Bolivia y lo pudo ver sólo quince minutos porque junto a su pareja fue interceptado por un vehículo policial, retenido por 22 horas y liberado con la amenaza “de que se fueran de Bolivia y no regresaran, ya que eso les costaría la vida. Por tal motivo, y a pesar de la dolorosa situación, partió de Bolivia” y desde Argentina realiza gestiones por la libertad de su hijo.  Facundo había pertenecido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y por eso lo detuvieron. El caso le permitió al gobierno de facto hablar de narcoterrorismo y Murillo responsabilizó a Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela. Facundo había viajado a Bolivia para realizar su trabajo de fotoreportero para la revista Digital Fotocentenario y pensaba regresar a Argentina a principios de noviembre, según cuenta el informe.Sebastián Moro “falleció en la Clínica Rengel de la Ciudad de La Paz, producto de un supuesto ‘accidente cardiovascular’, causado por razones que se están investigando”, sostiene el Informe de la Delegación Argentina. Sebastián era periodista, trabajaba para distintos medios de Bolivia pertenecientes a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), medios digitales y radios que actualmente no están funcionando producto de los ataques. También realizaba informes para la prensa internacional. Su hermana, la periodista Penélope Moro, dialogó con La Retaguardia: “En Argentina, Sebastián se perfeccionó y se desempeñó en tema de Lesa Humanidad, trabajaba para Radio Nacional Mendoza, donde a partir de la gestión macrista empezó a ser censurado en sus informes. Agobiado por la situación, se fue a buscar nuevos rumbos periodísticos a Bolivia, se comprometió muchísimo con la realidad política y cultural del país desde que llegó a La Paz y comenzó a trabajar para la CSUTCB”.Penélope contó que en la mañana del 9 de noviembre, Sebastián no pudo trabajar en la sede de la CSUTCB porque estaba sitiada por un grupo paramilitar afín al golpismo. Decidió volver a su casa y trabajar desde ahí. Sebastián mantuvo comunicación con su familia hasta la noche. El domingo 10 se perdió la comunicación.  Gracias a un “contacto que tenemos allá, logramos que entrara a la casa, la puerta estaba entreabierta y Sebastián semi inconsciente. Desde ese momento es internado en una clínica de La Paz”, explica Penélope, que el lunes 11 viajó a Bolivia y se encontró con un país en llamas: “El día lunes

El sábado 4 de enero la Colectividad Boliviana se hizo presente en la Plaza de Villa Celina, en La Matanza. Con un calor agobiante que obligó a retrasar el inicio, los concurrentes, ante la importancia del evento, permanecieron estoicos en el lugar, optando por helados caseros y gelatinas para refrescarse. (Por La Retaguardia) Texto: Natalia Bernades Edición: Rodrigo Ferreiro Fotos: Natalia Bernades y Rolando Andrade Stracuzzi Una agrupación de sikuris acompaña. Suenan fuerte, y hacen amena la espera del contingente proveniente de Bolivia. Cerca, mujeres y niños bailan. Pasadas las 18:30, respetuosamente, la gente abre paso a los trece miembros de la delegación compuesta por dirigentes políticos, víctimas y familiares de la masacre de Senkata y Sacaba. Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza y representante de la delegación argentina que viajó a Bolivia, observa desde lejos, con mirada tranquila. Paulina, quien se pronuncia en su lengua originaria, es la elegida para dar inicio a los discursos. Los cantos del pueblo mutan rápidamente en silencio para escuchar con atención a cada uno de los y las oradores/as. Las víctimas relatan cómo fueron atacados desde aviones y tanquetas y solicitan apoyo de Argentina para comunicar lo que están denunciando. No faltan los agradecimientos por las movilizaciones y vigilia realizadas frente a la Embajada de Bolivia, en la Ciudad de Buenos Aires. El calor no merma, pero nadie se mueve. Caras serias. Con alguna lágrima que se camufla entre el sudor. Es el turno de Arminda, de Cochabamba. Denuncia que en la marcha pacífica contra el golpe fueron reprimidas con gases lacrimógenos y atacados por motoqueros. Afirma que “hay más de seiscientos detenidos pero no hay prensa que lo comunique”. Prima López, referente de Villazón, toma la posta: ”Nuestro hermano Presidente Evo Morales nos ha devuelto la dignidad. Eso quiero que sean conscientes todos los que viven en Argentina para decir basta a los vendepatrias”. Prosigue Angélica Ponce, Ejecutiva Nacional Intercultural. Antes de ella, desfilan las voces de varios compatriotas, víctimas del golpe, que narran el horror que están sufriendo. Angélica inicia su enérgico discurso denunciando a “la prensa boliviana que se ha vendido a la derecha. Solo las radios comunitarias nos informan. Pero esta asesina, discriminadora racista, señora Añez usurpadora, está callando a las radios comunitarias”. El sol se esconde, da tregua, y Angélica continúa hablando iluminada por los celulares de sus compañeros. “El 22 de enero, la supuesta presidenta, legalmente, termina su gestión como senadora y también termina como autoproclamada. Más allá de ese día no es nada. Por eso nosotras, las mujeres de Bolivia, a la cabeza de las seis federaciones del trópico, a la cabeza de las organizaciones sociales y personalmente yo, convocamos a todas las personas a movilizarnos. Nosotras en Bolivia, si el 22 de Enero no sale esa mujer, estamos con fuerzas para entrar al Palacio Quemado y sacarla de sus mechas”. La ovación estalla al aparecer la referencia al ejemplo de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. Ponce finaliza diciendo: “Bolivia ya no es como antes. Ya despertó y nunca más se va a callar. No hay derecho ni fascista que lo calle. Bolivia es otro país, plurinacional. Por eso hoy, en Bolivia, resistiendo al golpe de Estado, vamos a restablecer la Constitución política. Patria o muerte. Venceremos”. Pablo Pimentel, integrado desde el comienzo del acto al escenario, toma el micrófono y dice unas palabras. Ha estado en Bolivia como parte de la delegación que fue hostigada duramente por el gobierno de facto. Las palabras del representante de la APDH La Matanza son el preludio al epílogo, que comienza con la lectura del documento, haciendo un llamado “a la comunidad internacional y a todos sus mecanismos de garantías de Derechos Humanos, al gobierno y al pueblo argentino, a la colectividad boliviana de Argentina, que estén vigilantes y sean garantes de la integridad y seguridad de los trece miembros de la delegación que acompaña a las víctimas y familiares de la masacre de Senkata. Conformar una comisión internacional impulsora del juicio de responsabilidades contra los autores materiales e intelectuales de la masacre de Bolivia.” Cuando el reloj indica que estamos más allá de las diez de la noche, es momento de cierre. Una masiva marcha por las calles internas de Villa Celina da el toque final. Convencidos y convencidas de que toda Latinoamérica debe mantenerse unida para defender la democracia, se invita al barrio, en esa cruzada, a unirse contra el golpe de Estado. “Hermano, vecino, únete a la lucha”.

Según la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el pasado 14 de noviembre, la mayoría automática del oficialismo aprobó un comunicado: “La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires expresa su enorme preocupación ante la interrupción del orden constitucional en el Estado Plurinacional de Bolivia y brega por una región en paz, con instituciones fuertes y sin violencia”. De esa manera se expresaba la fuerza que lideran Horacio Rodríguez Larreta y Elisa Carrió en la Ciudad de Buenos Aires. (Por Paulo Giacobbe para La Retaguardia) Foto: Archivo Agustina Salinas/La Retaguardia El comunicado sigue la misma línea que la postura oficial, cuidándose de no utilizar las palabras golpe de Estado, manifestando preocupación y no repudio. Cuando Mauricio Macri fue consultado en los pasillos de la Casa Rosada, solo habló de preocupación. Dentro de las voces oficiales, en un escalón más sincero, Claudio Avruj, Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, celebró una publicación del golpista venezolano Juan Guaidó donde festejaba el golpe en Bolivia. Y en un escaloncito más arriba, el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jorge Faurie, directamente negó el golpe.Esta posición es contraria a la del Congreso Nacional, que en ambas cámaras repudió el “golpe de Estado en Bolivia”. En senadores el oficialismo había presentado un proyecto que repudiaba “los ataques al sistema democrático”. No fue ese el que se aprobó.En Bolivia El mismo día que se aprobaba el comunicado en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos aires, y como si se intentara perjudicar al bloque de Vamos Juntos y aliados con un guión afiebrado, en el estado plurinacional de Bolivia un grupo de periodistas de medios hegemónicos fue atacado por opositores a Evo Morales y debió refugiarse en la Embajada argentina.El Sindicato de Prensa de Buenos Aires, SIPREBA, emitió un comunicado el 15 de noviembre, expresando “su preocupación ante los atropellos a la libertad de expresión que están sufriendo trabajadores de prensa en Bolivia tras el golpe de Estado del último domingo y por la seguridad de corresponsales y enviados”. Además repudiaban “las declaraciones de Roxana Lizárraga, Ministra de Comunicaciones del gobierno de facto, que acusó a trabajadores de prensa que realizan su trabajo en el lugar de estar cometiendo sedición”.Por último, desde SiPreBA, instaban a Jorge Faurie a que garantice la integridad de los trabajadores y trabajadoras de prensa y recordaban que el  “ataque a la libertad de expresión comenzó el mismo domingo con la ocupación violenta de los medios públicos bolivianos por grupos opositores organizados que después de amenazar a los profesionales de la comunicación, los obligaron a abandonar sus puestos de trabajo. Por eso nos solidarizamos también con nuestros colegas bolivianos y exigimos el cese de la impunidad y la censura”.Los trabajadores y trabajadores de prensa volvieron al país, mediante un operativo que incluyó el despliegue de “los alacranes”, un grupo de élite de gendarmería con entrenamiento militar, según contó Infobae.CIDH: “Riesgo de impunidad para violaciones de Derechos Humanos”La presidenta de facto Jeanine Añez, el mismo 15 de noviembre, firmó un decreto para eximir de responsabilidades penales a las Fuerzas Armadas, lo que le valió un comunicado de prensa de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenando las represiones combinadas de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas.El comunicado de la CIDH también señala que tres días antes, “el bloque minoritario del Senado—convocado y votando sin el quórum requerido—eligió la nueva líder del cuerpo legislativo que se declaró, a sí misma, presidenta interina de Bolivia, y que el Tribunal Constitucional respaldó su reclamo”, por lo que entiende necesario llamar a elecciones “transparentes y creíbles en un plazo de 90 días”. El llamado a elecciones ocurrió el 24 de noviembre pero el plazo es mayor a noventa días. Después de anunciar que convocaría a elecciones por decreto, la Presidenta de facto, Jeanine Añez, logró que se firme un acuerdo en el Congreso. Mientras continúa la persecución a la prensa y la represión deja un tendal de muertos, heridos y detenidos. Las imágenes y los videos que llegan son impactantes y angustian.Quedan anuladas las últimas elecciones. Podrán participar los mismos partidos con distintos candidatos si así lo quisieran, pero no podrán participar Evo Morales ni Álvaro García Linera. Se estipula que en veinte días deberá conformarse un nuevo Tribunal Electoral y en 120, como plazo máximo, serán las elecciones. El gobierno de facto se extiende más de lo previsto porque el mandato de Evo terminaba el 22 de enero. Para los golpistas, un detalle menor.Además, a Morales lo acusan de sedición y terrorismo, con penas que van hasta los 25 años. También acusan a su hija, actualmente en territorio argentino, de enriquecimiento ilícito. Gerardo García y Ramón Caro, Vicepresidente y  Secretario de Transparencia del MAS, están detenidos. Según el diario El Deber se los acusa del robo de un auto. La persecución política a integrantes del MAS no se remite solo a esos casos y las acusaciones incluyen narcotráfico y corrupción.Lógicamente todas estas cosas desde la Legislatura porteña no podían saberlas, ocurrieron después de emitido el comunicado. Pero para considerarlo golpe de Estado y repudiar, les bastaba saber tres cosas que ocurrieron antes: 1.- Que Evo Morales no terminó su mandato. 2.- Que el Jefe del Ejército le aconsejó que renunciara y 3.- Que hasta la propia OEA reconoció que Evo Morales ganó las últimas elecciones.

Lo dijo el fotógrafo y comunicador social Rolando Andrade, apenas regresó de Bolivia, desde donde tuvo que -literalmente- escapar. Fue invitado a Radio La Retaguardia y relató su periplo:  las fotos de la represión, el desprecio por los pueblos originarios, el cerco mediático y las amenazas que recibió durante su estadía en La Paz, una ciudad militarizada. Andrade se metió en medio del conflicto y evidenció como pocos la violencia desmedida con la que se maneja el golpe de Estado en Bolivia. (Por La Retaguardia)Fotos: Rolando Andrade Stracuzzi (Estas fotos están protegidas por la Ley 11723 y el autor prohíbe su uso en medios de comunicación comerciales) Rolando Andrade, más conocido como Rolo, sacó en Bolivia muchas de las fotos que La Retaguardia y otros portales de comunicación autogestivos utilizaron en sus notas para graficar la represión y la violencia que se vive allí. Andrade trabaja en Clarín/Agea como reportero gráfico, pero no viajó enviado por el multimedio sino por su condición de comunicador popular y no permitió que su material sea utilizado por los medios hegemónicos. El fotógrafo estuvo en La Paz durante la represión al cortejo fúnebre que bajaba desde El Alto para manifestarse frente a la Casa de Gobierno: “Llegué el 20 de noviembre. El 21 fue la marcha con el cortejo fúnebre para mostrar los muertos a la autoproclamada presidente (Jeanine) Áñez. Ellos hicieron como 30 km desde El Alto hasta la capital, La Paz. Su intención era llegar hasta Murillo, donde se encuentra la Plaza de Gobierno. Solo pudieron llegar hasta la plaza San Francisco, que está como a 5 cuadras de allí. La manifestación era pacífica. La Policía y el Ejército no querían que siguieran avanzando y comenzaron a disparar gases lacrimógenos y balas de goma a discreción, sin ver que había niños, ancianas, ancianos y familias completas. La gente de La Paz se dio cuenta que es un golpe de estado. La propia población se dio cuenta que ha sido una usurpación del estado de derecho. A pesar de que los medios de comunicación ocultan al 100% la realidad, el pueblo paceño le daba agua y comida a la gente que venía bajando desde la mañana del Alto. Cuando llegaron fueron reprimidos. En mi vida había visto que pudieran reprimir cuando llevaban a los muertos en los hombros. Me pareció muy impactante cuando hice las fotos. Era en la mitad de los tiros y los gases. Tenía una máscara, unas antiparras y un casco”, contó Rolo en el estudio Víctor Basterra de La Retaguardia. El fotógrafo hizo un análisis sobre la ferocidad e impunidad que retrató en sus fotos y contó acerca de las maniobras que realizaron desde el gobierno de facto para impedir la comunicación entre quienes se manifiestan y quienes pretenden contar esas marchas: “Están haciendo golpes militares y policiales en todo el continente. Hay que ser precavidos con esa violencia que se ejerce contra el pueblo. Las fuerzas policiales y las fuerzas militares no tienen un freno. Cuando les dan la orden de reprimir entran con los tanques. Sentí que estaba de vuelta en los ’70. Ver tantos tanques, tantos militares en la calle, en los espacios públicos… Están limitando el internet en los espacios públicos. La población se preocupa porque le han sacado hasta el derecho de estar comunicados con las familias. Eso me causó un poco de terror, porque cuando llegué al aeropuerto estaba rodeado de militares y no me podía comunicar con la persona que venía a buscarme. La población ha sido convencida de que los extranjeros vamos a molestar en su reconstrucción. Ellos dicen que están en paz, que allá está todo tranquilo”, explicó.Para Rolo, la saña más grande es para con los bolivianos pertenecientes a los pueblos originarios y la estrategia de la dictadura boliviana es mantener al margen del conflicto al resto de los y las ciudadanas: “La población estaba dolida por los 10 muertos. La represión tan fuerte de ese día fue para dar un mensaje a la gente de La Paz: no se metan, el problema es con ellos no con ustedes. La mayoría de la población quiere que se vaya Áñez. No la quieren. La consideran una asesina. Tiene más de 34 muertos y muchos desaparecidos. Eso me hizo acordar a las Madres de Plaza de Mayo”, retrató el fotógrafo. Andrade contó sus sensaciones mientras retrataba la represión y ejercía su rol de comunicador. Habló del cerco mediático que existe en Bolivia y de la desesperación del pueblo en busca de ayuda y difusión: “La gente me rogaba que las grabara. Me querían mostrar las heridas. Era una necesidad de ser escuchados. Decían que necesitaban a la prensa internacional porque la local mentía, decía que entre ellos se mataban. La prensa local está en otro canal, no está en el conflicto. Consideran que es una guerra, pero ellos no tienen armas. Solo tienen una wiphala. Era desgarrador lo que pasaba. Tienen en claro que el gobierno no los quiere. Consideran que es una dictadura cívico-militar y policial. Todavía tienen la negación de decir que es religiosa. Eso es lo que más me impactó. Que esté Dios presente, que bendiga las armas, me traía mucho dolor”, dijo a La Retaguardia. Los medios en Bolivia no solo se cierran para adentro sino que también pretenden expulsar a cualquier periodista extranjero que vaya a la región a contar del golpe de Estado que está viviendo el país. Rolo contó las amenazas que sufrió por parte de reconocidos empresarios mediáticos bolivianos en medio de una asamblea de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y acerca del plan de escape que tuvo que realizar para salir ileso del lugar en donde se encontraba: “Me dijeron que me tenía que ir del hotel. Me prepotearon e intimidaron. Amalia Pando, que vendría a ser como la Magdalena Ruiz Guiñazú de Bolivia, me dijo que yo era un infiltrado, un terrorista y un comunista. Yo soy un periodista que trabaja en Clarín. Todo en el medio de una

Se realizó en la Ciudad de Buenos Aires una multitudinaria marcha en repudio al golpe de Estado en Bolivia. Organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, de derechos humanos, sindicales, entre otras, junto a un sinfín de personas por fuera de esas columnas, marcharon desde el Obelisco hasta la Embajada del Estado Plurinacional de Bolivia. La presencia de bolivianos residentes en Argentina también fue muy nutrida. (Por Paulo Giacobbe para La Retaguardia)Foto: Vicki Otero Vestido de uniforme verde camuflado, sentado, acompañado por militares a su lado y a sus espaldas, Williams Kaliman, comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas del Estado Plurinacional de Bolivia, desde atrás de sus anteojos, leyó pausadamente un comunicado de prensa del mando militar y de las fuerzas armadas: “Luego de analizar la situación conflictiva interna sugerimos al presidente de Estado que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”. Eso resultó terminante. El golpe de Estado que Evo Morales había denunciado el sábado por la mañana estaba consumado el domingo por la tarde.Vestido de blanco, con la bandera de Bolivia  y la wiphala a su espalda, sosteniendo un micrófono con las dos manos, Evo Morales dio la noticia. Habló de golpe cívico, político, policial. Dijo que su obligación es buscar la paz y denunció que grupos oligárquicos conspiran contra la democracia. “Duele mucho. Estoy renunciando, enviando mi carta de renuncia a la asamblea legislativa plurinacional de Bolivia”. El vicepresidente Álvaro García Linera, a su lado, también renunció. Entre los dos repasaron los logros del gobierno, de cómo levantaron a Bolivia. La reducción de la pobreza y el crecimiento del país. Pero también relataron cómo actuaron los grupos violentos de derecha contra los campesinos y como la policía se convirtió en grupo de choque. “Policías armadas con armas de fuego han salido a perseguir campesinos en los campos, en las comunidades. Familias de trabajadores han sido intimidadas, secuestradas, su casas quemadas, su ropa destruida y en las últimas horas han querido provocar muertes”, dijo Linera y sentenció: “El golpe de Estado se ha consumado”. Evo Morales pidió a los golpistas Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho que no sigan quemando casas y persiguiendo a sus hermanos y hermanas, que no sigan secuestrando y maltratando a familiares de sus dirigentes, que no perjudiquen a gente humilde. “Mi pecado es ser dirigente sindical, indígena, cocalero. No puedo entender cómo pueden usar la biblia para maltratar a la familia”.  Dijo que a su custodia le ofrecieron 50.000 mil dólares para que lo entreguen a los golpistas. Y también habló de la Organización de Estados Americanos: “Me he convencido de cómo los técnicos de la OEA no están al servicio de familias humildes, sino están al servicio de grupos de poder”.Luis Camacho, el líder golpista, llamado líder cívico por los medios de comunicación hegemónicos, antes del pronunciamiento del camuflado Kaliman, rechazó el llamado a elecciones realizado por Evo Morales en la mañana y dijo que la OEA había demostrado el fraude en las últimas elecciones.  La OEA iba a emitir un informe de las elecciones el martes, pero se anticipó difundiendo un informe preliminar el domingo. “La OEA nos ha demostrado que el fraude fue obvio”, dijo Camacho, que volvió a pedir la renuncia de Evo y un poquito más: “y debe irse la sucesión constitucional, los senados y diputados y los miembros del tribunal de justicia, los miembros del Tribunal Supremo de Justicia y del Tribunal Constitucional”. Completito el pedido. Después de la renuncia, va a entrar por la fuerza a la Casa de Gobierno de Bolivia, acompañado por un grupo de policías.“La Biblia está volviendo al Palacio de Gobierno, nunca más volverá la pachamama, hoy  Cristo está volviendo al Palacio de Gobierno, Bolivia es para Cristo, padre eterno, en el nombre de Jesús, te damos las gracias, Señor, porque tu palabra se ha cumplido, tú has dicho que tú lo vas a cumplir y lo has dicho, hemos confiado y hemos creído en tu hijo, Luis Fernando, Señor, que tú has levantado como un David, que se ha defendido contra Goliat y hoy hemos dado la piedra, esa estocada para ganar al Goliat, le agradecemos, Señor, amén, amén”, gritaba una persona en suerte de bendición a Luis Camacho, en la puerta del palacio quemado antes de forzar la entrada. Luego vendría la foto de Camacho con la biblia sobre la bandera de Bolivia.La misión electoral de la OEA tuvo un papel fundamental, tanto o más que los militares. Por la tarde del domingo dieron  a conocer un informe preliminar señalando irregularidades en los últimos comicios. Ese será el instrumento de los golpistas para decir que hubo fraude. Convenientemente se saltearon la parte del informe donde recomienda nuevas elecciones y dan ganador a Evo: “Teniendo en cuenta las proyecciones estadísticas, resulta posible que el candidato Morales haya quedado en primer lugar y el candidato Mesa en segundo. Sin embargo, resulta improbable estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda vuelta”.En Argentina organismos de Derechos Humanos repudiaron el golpe inmediatamente: “Solicitamos a los organismos internacionales y los gobiernos democráticos de la región que desconozcan al gobierno de facto promovido por los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, y contribuyan al restablecimiento de la democracia del país hermano, con todas las garantías para que el pueblo pueda elegir con libertad”, expresaron mediante un comunicado Abuelas, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, HIJOS, Familiares, entre otros. Por su parte, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia llamó a movilizar desde el Obelisco a la Embajada de Bolivia. Las marchas en Argentina no fueron exclusivas de la Ciudad de Buenos Aires.Por su parte, el gobierno de Mauricio Macri se niega a repudiar el golpe de Estado. La Cancillería Argentina saca un penoso comunicado hablando de transición y vías institucionales: “El Gobierno argentino hace un llamado a todos los actores políticos y sociales bolivianos para preservar la paz social y el diálogo, enfatizando la importancia de encaminar este periodo