Canción actual

Título

Artista


sipreba

Página: 2


Desde la proto-creación del SiPreBa, La Retaguardia viene apostando al crecimiento de un sindicato de trabajadores y trabajadoras de prensa democrático, que sea independiente de los intereses de los dueños/as de las empresas,  con autonomía de los gobiernos y que contenga (también) a quienes integran medios como el nuestro. En ese camino cada vez más afianzado, nos entramamos en un ida y vuelta permanente. El periodista Diego Pietrafesa aporta en esta columna una mirada acerca de los cómo y los por qué de estos lazos. (Por Diego Pietrafesa* para La Retaguardia) *Periodista de Telefe NoticiasSecretaría de Derechos Humanos del SiPreBA Una pregunta y una respuesta. ¿Por qué? Porque sí.La relación entre los medios autogestivos y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) podría explicarse con solo una línea de texto, la misma línea describe el lazo que une a las y los trabajadores de prensa organizados con La Retaguardia.¿Por qué? Porque somos trabajadores. De prensa. Porque la conciencia de sabernos trabajadores nos marca hacia dónde ir. Vamos al abrazo de los nuestros, a su ayuda, nos fortalecemos con ellos, aprendemos, construimos. Por eso decidimos llevar a la fría letra legal el calor que ya sentíamos al compartir las mismas luchas, las mismas pasiones, la misma manera de entender nuestra tarea, esa que tan bien orientó Osvaldo Bayer cuando hablaba de “un periodismo para el Pueblo”. E incorporamos al estatuto de nuestra organización la figura de los y las que desarrollaban su actividad en medios comunitarios y cooperativos. Y en la nueva estructura sindical elevamos a rango de Secretaría la representación de ese sector.Anida en La Retaguardia, como en otros medios de similar esencia, la semilla del periodismo en el que creemos: que sea libre, porque si no es una farsa; que se ejercite con dignidad y compromiso, porque sino se vuelve cómplice.Leemos, vemos y escuchamos en La Retaguardia aquello que los discursos únicos intentan -en vano- callar. Sabemos que ese camino tiene dificultades de todo tipo: el SiPreBA se enorgullece de sumar su apoyo.Valoramos la decisión histórica que supone la cobertura de los juicios de Lesa Humanidad. Esos testimonios constituyen no solo un necesario registro del pasado y un aporte al presente. Son un material imprescindible a futuro, cimientos de la Memoria, la Verdad y la Justicia que deberemos levantar hasta que se nos termine la vida. Que el trabajo con un tema tan sensible este enriquecido con contexto, archivo, mirada propia y otras voces vuelve a la cobertura de los juicios una lección sobre el buen desempeño profesional: están informando y nos están enseñando a informar.No son pocos los desafíos que nos esperan. Son tiempos de la peor agresión a las y los trabajadores de prensa desde la dictadura Cívico Militar hasta hoy. Perdimos más de 5.000 compañeras y compañeros en los últimos cuatro años, sufrimos persecución y descuentos ilegales de salario en los medios públicos, padecemos la precarización y el ajuste y la mayoría de nosotros tiene ingresos por debajo de la línea de pobreza. A ese ataque respondemos con organización, con construcción de base, con presencia en las comisiones internas de los principales diarios y canales de TV del país y en compañía de La Retaguardia y otros tantos medios autogestivos.No estamos solos. Seguimos, codo a codo. Verlos caminar al lado es señal de que vamos bien.

Berni camina, presuroso. Cae la tarde en Quilmes, está fresco y luce una campera oscura, que le abriga el pecho y parte del cuello. Se para frente a los trabajadores que horas antes fueron reprimidos por la policía. Intenta explicar, habla de desinteligencias, y recibe los reclamos. Hacia la noche, y sin el conflicto resuelto, los cruces aparecerán en las redes sociales. El Ministro de Seguridad bonaerense dirá que él no ordenó el accionar policial. El Gobernador Kicillof tampoco se hará cargo. Y la Intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, repudiará lo sucedido por Twitter. Nadie fue. Mientras, dos efectivos de la Bonaerense son desafectados. La represión en las puertas del frigorífico quilmeño Penta, que finalizó con heridos graves, no es excepción sino regla de una cuarentena que puso en relieve las miserias de los empresarios y las relaciones carnales entre patronal, poder político y burocracia sindical. Pero también evidenció otro factor real: la enorme organización de base de los y las trabajadoras vernáculas, resistencia heredada de la dictadura y los peores años de neoliberalismo democrático. (Por La Retaguardia) ✏ Redacción: Rodrigo Ferreiro 💻 Colaboración: Luis Angió- Nicolás Rosales- Matías Bregante- Pedro Ramírez Otero 📷 Fotos: Agustina Salinas- Colectivo de Trabajadores de Comercio en Lucha Les monotributistes: el ciudadano invisible “El espacio de Monotributistas Organizadxs surge a finales de 2019, en el medio de la lucha de prestadores de salud que trabajan para las Obras Sociales, junto a estatales precarizados, luego nos sumamos nosotros”. Quien habla es Rodolfo Fucile, dibujante e ilustrador independiente, y con el nosotros se refiere a aquellos trabajadores y trabajadoras que son autónomos y, al igual que los y las laburantes estatales que tienen contrato de locación de servicio anual y los y las profesionales que facturan para Prepagas y Obras Sociales, pagan mes a mes el Monotributo al Estado. Fucile, desde un audio acorde a los tiempos de aislamiento, también recuerda que el aumento del 50 por ciento de principios de 2020, disposición heredada por el macrismo pero ratificada por el gobierno de Alberto Fernández, hirió gravemente, generando una organización antes impensada, que visibilizó el padecimiento de este grupo de trabajadores y trabajadoras. La cuarentena los y las encontró, entonces, en pleno proceso de lucha. “Nuestra organización es horizontal. No hay jerarquías. Veníamos haciendo asambleas, pero el aislamiento modificó sustancialmente nuestra dinámica”, prosigue Rodolfo. “Tenemos grupos en redes sociales, allí nos comunicamos y tomamos decisiones. Lo que se hizo visible con el Coronavirus es la enorme precarización que tenemos muchos trabajadores y trabajadoras”, completa. El colectivo de Monotributistas Organizadxs logró realizar un petitorio virtual masivo, donde recolectó 130 mil firmas. “Nuestro pedido era claro, no pagar el Monotributo, un subsidio de 30 mil pesos para el que lo necesite y que se garantice la cobertura de salud”. Por la presión ejercida por los y las trabajadoras, el gobierno decidió otorgar un Ingreso Familiar de Emergencia de 10 mil pesos por mes, suma que para Fucile es insuficiente. “No cubrió la situación del sector. Lo real es que no solo no se cubre nada con ese dinero sino que millones de monotributistas quedaron afuera. Se nos excluyó a muchos que hoy no tenemos trabajo con requisitos absurdos y prejuiciosos. Deberemos insistir con el reclamo, entonces. Y, en lo posible, volver a las asambleas y las movilizaciones”. En el mismo universo monotributista se encuentran, como se menciona en el párrafo anterior, los y las profesionales que prestan sus servicios a las Obras Sociales y Prepagas. Javier Cirigliano, psicólogo que trabaja fundamentalmente en el área de discapacidad, es uno de ellos. “Hasta el 2017, aproximadamente, el conflicto giraba casi siempre por la metodología de contratación. Es decir, las Obras Sociales nos contrataban, se quedaban con un porcentaje y nosotros, además, debíamos pagar el Monotributo”, describe. “Pero en 2017 comienza a haber una brecha salarial entre ciertos sectores dentro de las Obras Sociales, diferencias entre transportistas y profesionales, que produjo un germen de organización de los profesionales independientes”, continúa. “Estuvo bueno, fue desde abajo, y surge el colectivo de Prestadores Organizados. En 2018 comenzamos a interactuar con otras organizaciones por el recorte fuerte en discapacidad”, cierra. Javier cuenta, entre los actores de lucha, a las familias de niños y niñas discapacitadas. “Las familias se sumaron. Con ellos nos pudimos organizar bien, con algunas marchas, frente al Congreso, por ejemplo”. Durante la cuarentena la Superintendencia de Servicios de Salud, ente a cargo de Eugenio Zanarini y que regula a Obras Sociales y Prepagas, publicó la resolución 308, donde se recortaba a la mitad el pago de prestaciones para personas con discapacidad. La reacción fue inmediata, y la organización previa se constituyó en un factor clave para enfrentar el ajuste. “Llegamos fuertemente a los medios, y eso produjo que se decida dar vuelta esa resolución, aunque aún no lo hicieron efectivo. Pero la promesa está, y eso es gracias a lo que se hizo”, concluye Javier Cirigliano, describiendo la decisión de la Agencia Nacional de Discapacidad de garantizar la totalidad de la cobertura aunque manifestando el estar alerta hasta que no se publique el Decreto de Necesidad y Urgencia correspondiente. Sin lugar para el aplauso: les empleades de comercio “En Carrefour ya hay tres casos confirmados de Coronavirus y en Coto, dos. Pero no los blanquean, cierran el local diciendo que hay tareas de desinfección, ocultando la verdad, poniendo en riesgo a los y las trabajadoras y no cortando la cadena de contagios”. Quien habla es un trabajador organizado bajo el colectivo “Trabajadores de Comercio en Lucha”, espacio de resistencia colectivo que nació a partir del Aislamiento Social Obligatorio. “Nosotros empezamos a evaluar la necesidad de crear esto a partir del descontento generalizado por las medidas de las empresas de supermercados ante el Coronavirus. No nos cuidan, nos abandonan y, por otro lado, nuestro gremio, con Armando Cavallieri a la cabeza, no nos representa de ningún modo, negociando siempre con la patronal”. Las palabras del trabajador de comercio, que se mantiene en el anonimato por razones de seguridad, reflejan una realidad que

—¿Dónde está el tortillero de la esquina? ¿No vieron al tortillero de la esquina?—grita, al borde de la desesperación, un adolescente recién salido de la escuela.Su rutina pueblerina seguramente está demasiado alterada. 200 personas juntas, con banderas, en una esquina de San Vicente, es síntoma de que algo raro está pasando. Estamos frente a la vieja estación de trenes, ahora convertida en el predio de exposiciones de la ciudad. Durante el año es sede de la Fiesta de la miel y la de la muzzarella. Ahí sí estalla de gente. Para recordar a Rodolfo Walsh y caminar hasta la que fue su última casa, apenas si somos 200 personas. En la otra punta de la ciudad, está la Quinta de Perón. Ambos sitios, parte de la historia política argentina, empiezan a aparecer como atracciones turísticas de una ciudad hermosa que aún conserva ciertas costumbres de pueblo, pero está despolitizada incluso habiendo sido epicentro de varios momentos cumbre de nuestra historia reciente. (Texto de Fernando Tebele / Fotos de Agustina Salinas para La Retaguardia) Le dijimos al pibe que el tortillero no estaba, pero antes de comenzar la marcha lo vemos. Está detrás de la muchedumbre y del humo. Sonríe por una tarde de laburo como pocas. Solo por hoy está en la esquina de enfrente.“Acá siempre hay 2º menos que en la capital. Cuando llega el frío eso se nota”, advierte una lugareña que ve mucha gente con sus manos metidas en bolsillos de buzos, camperas o lo que sea que abrigue. San Vicente está por abandonar su tarde de sol entre nubes mientras nos metemos en uno de sus barrios. El recorrido es el que hacía Rodolfo Walsh cuando regresaba a su casa. Desde la estación, pateaba una diez cuadras largas, con el polvo de la tierra levantándose a cada paso. Es difícil imaginar qué habría alrededor suyo en aquel momento. Lo que vemos ahora es la miseria planificada. Es un barrio humilde, con gente que viene asombrada a ver qué está pasando. Los sonidos salen de la murga y de los cantos que suenan desde el parlante, arriba de la camionetita. La gente camina con sus banderas y una antorchas caseras que se van a enfrentar a la noche dentro de poco.Los perros se exaltan. San Vicente debe ser la capital del perro callejero. No falta el Templo Evangélico, que en realidad es una casa como todas las demás, pero con el cartel identificando la puerta. Las iglesias en las barriadas humildes son casi una por manzana. Como los supermercados chinos en los barrios de clase media. Cada uno consume lo que le venden.En la cabecera, Patricia Walsh camina con orgullo. Llegó desde Buenos Aires en uno de los autos que salieron en caravana desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa). Compartieron el viaje con ella Tomás Eliaschev, secretario de derechos humanos del gremio de prensa, y Flora Bagú, que un rato después estaría al lado de la hija de Walsh en la cabecera. Al volante del Clío estuvo la hija de Flora, la periodista Martina Noailles. Flora y Patricia se tienen en Facebook, pero es la primera vez que se ven. Bagú fue parte de una de las células de Montoneros que realizaban ANCLA (Agencia de Noticias Clandestinas). Quien estaba a cargo de esa herramienta de comunicación popular era el Tío Esteban. Bagú lo supo un tiempo después: Esteban era Rodolfo Walsh. En los 50 kilómetros entre la CABA y San Vicente, Patricia no paró de hablar, pero Flora no se le quedó atrás. Tienen muchas cosas en común, sobre todo a Rodolfo, así que las anécdotas sobre él fueron y vinieron. Ahora están ambas, inseparables, en la cabecera. Charlan cada tanto mientras caminan. Cualquiera diría que se conocen desde siempre.Adelante de la marcha, como a unos 100 metros, se nos adelanta un patrullero. Es difícil entender por qué. No hay tránsito que cortar, ni peligro alguno. Quizá quieran custodiar la memoria, que suele ser peligrosa para el poder. Sin embargo la memoria se suelta, y también se adelanta hasta llegar en forma de nutrida marcha a la casa en la que Walsh escribió la Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. Cuando lo atraparon, aquel trágico 25 de marzo de 1977, el militante estaba en la esquina de Entre Ríos y San Juan, en la CABA. Allí, intentaba distribuir clandestinameante su texto tan mítico como actual. Ya había perdido a su hija Vicky, a tantos amigos… Cabe suponer que tal vez intuyera que su turno estaba cerca, pero que valía más su voluntad de comunicar, de romper el cerco informativo. Walsh es tan actual que asusta. Lo dice su hija Patricia cuando toma el micrófono, lo sabemos todas las personas que lo leímos, incluso quienes recorrimos sus textos con la frustración de saber que nunca podremos escribir así, tan claro, simple y correcto a la vez.La noche y el frío molestan. La oscuridad se interrumpe en cada vela encendida, pero luego retoma su camino. Si el año pasado, desde adentro de la casa, nos recibieron con música a todo lo que da, esta vez todo es silencio y oscuridad. Hay mucha vegetación que impide ver a través del alambre. Las rejas del portón de entrada tienen una doble lona. Patricia se asoma. Corre una, luego la otra, pero no consigue ver. Allí vive la familia de un excomisario. Sí, la casa donde el Tío Esteban escribió su obra cumbre está ocupada y ni siquiera está señalizada; tan solo un cartel en la avenida, lejos. Tan lejos como está la casa de ser un espacio de memoria. Ahí recupera un poco más de sentido la custodia policial; parece una delimitación territorial. Las chicas de la Mesa de la Memoria de San Vicente están contentas. Realizaron una vez más la marcha. Como en cada situación parecida a esta, solo una decisión política puede cambiar el rumbo de este lugar. No hubo interés de ninguna gestión durante todos estos años de democracia. Sin embargo, la

Al cumplirse 42 años del secuestro y desaparición de Rodolfo Walsh, HIJOS y la Mesa de la Memoria de San Vicente y otras organizaciones locales, convocaron a un acto homenaje en la casa del barrio de San Vicente, donde el periodista escribió la Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. Desde Buenos Aires, se sumó una delegación del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa) que llegó junto a Patricia Walsh, la hija del genial escritor, periodista y militante.Walsh fue secuestrado y desaparecido tras un tiroteo ocurrido en San Juan y Entre Ríos, en la CABA, cuando intentaba distribuir su hoy célebre escrito.Su hija Patricia encabezó la marcha, que también cerró el homenaje a Rodolfo y pidió la expropiación del lugar para mantener la memoria. La casa permanece ocupada por una familia de policías. (Fotoinforme de Agustina Salinas para La Retaguardia).