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El sobreviviente Héctor Arias Annchini, relató el calvario que sufrió en Puente 12 junto con compañeros y compañeras del PRT-ERP y también de la Juventud Guevarista. La testiga Patricia Bernardi, del Equipo Argentino de Antropología Forense, habló sobre la identificación de los restos de 9 víctimas de ese centro clandestino.  Redacción: Carlos RodríguezEdición: Pedro Ramírez OteroFoto: Transmisión de La Retaguardia En la audiencia 16 del juicio Puente 12 III, se escucharon los últimos registros testimoniales de la acusación. El sobreviviente Héctor Ricardo Arias Annchini aseguró que en el centro de exterminio “sólo hubo torturas” y que “nadie se salvaba de las torturas”. Aseguró, además, que todas las mujeres que pasaron por Puente 12 sufrieron abusos sexuales por parte de los guardias. Dijo que fue testigo de algunos de esos ataques contra la integridad sexual de las secuestradas.  La declaración de Arias Annchini, más las denuncias formuladas en el juicio por las víctimas, serán parte de una presentación que harán la Fiscalía y las querellas para ampliar la acusación contra los seis imputados que tiene la causa.  Son ellos los militares Enrique José Del Pino y Walter Roque Minod, del Batallón de Inteligencia 601 del Ejércto, y los policías Enrique Osvaldo Gauna, Carlos Alberto Tarantino, Angel Salerno y Néstor Alberto Ciaramella. Están acusados de torturas y homicidios cometidos en perjuicio de al menos 185 personas.  La última testiga fue Patricia Bernardi, del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), quien informó sobre el trabajo que realizan los expertos del grupo. Explicó cómo llegaron a la identificación plena de los restos de Angel Salomon Gertel, Diana Triay, Sebastián Llorens, Ismenia Insotroza, Leonor Herrera, Rodolfo Ortíz, Ana María Woichejosky, Julio Omar Di Gangi y María Cristina Lanzillotto. Todos fueron torturados y asesinados en Puente 12.  Los testimonios En la apertura de la audiencia, el presidente del Tribunal Oral 6, Daniel Horacio Obligado, dijo que incorporarán por lectura los testimonios anteriores del primer testigo de la jornada, Héctor Ricardo Arias Annichini, a pesar de la oposición de las defensas.  Arias Annichini volvió a declarar en este juicio, de manera presencial. Recordó que fue detenido el 30 de marzo de 1976, seis días después del golpe, en la Ruta 3, cerca de la localidad bonaerense de González Catán. Lo llevaron al centro clandestino de Puente 12. Aclaró que tenía conocimiento previo de que a ese lugar estaban llevando a compañeras y compañeros que habían sido secuestrados.  El sobreviviente militaba en el PRT-ERP, en Logística, y también realizaba actividades de propaganda en el cordón industrial de la zona oeste del Gran Buenos Aires, donde empezó a militar en febrero de 1975. En esa zona había fábricas importantes como La Cantábrica, Palmar y Mercedes Benz, entre otras. La pelea ideológica la estaban dando contra la burocracia sindical. Los sindicatos combativos habían sido intervenidos por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.  En esos tiempos, dentro del PRT-ERP había sospechas sobre infiltrados en la organización por una serie de secuestros y desapariciones que venían ocurriendo desde 1974. Uno de los primeros casos fue el de Alberto José Munarriz, jefe de Logística. Luego siguieron Ricardo Abdón, Juan Eliseo Ledesma, Sebastián  Llorens y Diana Triay.  Recordó a otros dos compañeros, Sánchez y Canaris, hijos de españoles que habían nacido en Francia. Habían caído, pero por su nacionalidad tuvieron la opción de ser deportados. Ellos dos habían enviado el aviso  por la infiltración. Al principio no le dieron trascendencia, hasta que se confirmó la presencia en las filas de Jesús “El Oso” Ranier, enviado por el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército. El testigo dijo que conoció a Ranier, a quien definió como “un lumpen” capaz de hacer “cualquier cosa” por dinero.  El testigo, a quien llamaban “El Tuerto”, dijo que después del golpe militar del 24 de marzo de 1976 no estuvo de acuerdo en seguir realizando tareas de propaganda en las fábricas, pero lo hizo para respetar lo decidido por la conducción del PRT-ERP. Él tenía relación con la comisión interna y los trabajadores de la Mercedes Benz, entre quienes repartía la publicación “El Combatiente”. Después del golpe, mencionó los secuestros de Enrique Pastor, su compañera María del Carmen Cantaro, Ricardo Mollo y Martín Márquez, trabajador de El Palmar. A Márquez, quien vivía en una casa que era del dueño de El Palmar, lo había visitado para advertirle que lo estaban buscando.  Al testigo lo detuvieron junto con su compañero Jorge Navarro, con quien concurrió a una cita en la localidad de González Catán. Dos cuadras antes de llegar, observó la presencia de unFord Falcon.  Lo rodearon varias personas armadas y se lo llevaron solo, aunque después supo por Navarro que, minutos después, también lo secuestraron a él. Varias personas presenciaron las detenciones, pero los de la patota hicieron disparos al aire para ahuyentar a los vecinos.  Arias Annichini y Navarro fueron llevados a Puente 12. Desde el primer día “sólo hubo torturas”.  Durante una de las sesiones se le cayó la venda que le cubría los ojos y pudo ver una ruta a través de la ventana. En el mismo lugar estaba Martin Márquez. En ese momento intentó desatarse para escapar por la ventana, pero los torturadores entraron de nuevo a la habitación. Las torturas fueron permanentes y cada noche ingresaban 15 o 20  personas secuestradas. Todas pasaban por la tortura.  “Yo no vi que ningún interrogatorio fuera coherente, salvo cuando aparecía ‘El Coronel’ que era un militar del ejército”, contó. Otros testigos reconocieron después, por fotos, al espía de la SIDE Aníbal Gordon como el personaje al que llamaban “El Coronel”. Ese represor fue el mismo que los interrogó cuando estaban detenidos en la Unidad 9 de La Plata.  El testigo aseguró que todas las personas secuestradas que mencionó fueron torturadas y que todas las mujeres sufrieron delitos contra su integridad sexual.  “Nadie se salvaba”, recalcó.  Relató también que “llevaban gente de las Unidades Básicas que hacían actividad política pública”, como el caso de un muchacho que estaba haciendo la colimba y que su madre tenía

 Apenas terminada la lectura del veredicto, en plena emoción, La Retaguardia organizó un momento para que quienes no habían podido ir a la audiencia expresaran sus primeras sensaciones y se encontraran con quienes sí habían estado allí en representación del resto. Desde Brasil, México, Posadas, Córdoba o Buenos Aires, las voces se entremezclaron para poner en palabras el desborde de alegrías, tristezas y recuerdos. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Diego Adur Fotos: 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 💻 Edición: Fernando Tebele 📺 Cobertura en juicio: Martina Noailles/Fernando Tebele 📷 Foto de Portada: Ademàs de las personas autorizadas por el tribunal para ingresar a ala sala presencial de audiencias, un grupo la siguió en lo que siempre fue la cochera del lugar. (Gustavo Molfino/El Diario del Juicio) El presidente del TOF Nº4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers, lee el veredicto. Lo acompañan Matías Mancini y María Claudia Morgese Martín.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El veredicto ya está consumado: el Tribunal Oral Federal N°4 de San Martín acaba de leer las condenas a prisión perpetua para los 5 imputados que llegaron al final del juicio: Marcelo Cinto Courtaux, Jorge Bano, Eduardo Ascheri, Luis Firpo y Roberto Dambrosi. Queda en suspenso por un máximo de diez días la de Jorge Apa. También se escuchó la orden de la revocatoria de las prisiones domiciliarias y el traslado a cárcel común, previa revisión del estado de salud de los genocidas. Además, se ordenó suspender todo tipo de pensiones y jubilaciones que los condenados podrían estar recibiendo y se pidió sus exoneraciones; es decir, que se los expulse de la fuerza. Aunque suenen lógicos, estos dos últimos puntos no son habituales.  La sala principal, habitualmente colmada de público, esta vez con asistencia limitada.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio La alegría estalla en las calles de San Martín y en cada ventanita del Zoom que La Retaguardia preparó para ese después tan esperado, al que se suman sobrevivientes de la represión a la Contraofensiva Montera, familiares, hijos e hijas de las víctimas. La emoción es desbordante. El calificativo histórico se repite en cada una de las palabras que expresan los y las protagonistas de este juicio.  Desde la virtualidad, y también desde la lejanía territorial, porque está viviendo temporalmente en México, Ana Montoto Raverta se acerca y dice: “Me explota el pecho. Se comprobó todo lo que queríamos comprobar. Estoy feliz”. Ana Testa, sobreviviente de la ESMA que dio testimonio por su compañero Juan Carlos Silva, agradece la participación colectiva que hubo durante el desarrollo de todo el juicio, pero resalta la de los y las hijas de las víctimas: “La sentencia es este pedacito de un trabajo inconmensurable, el aporte de cada grupo familiar. Todos pedacitos que se iban hilvanando. Quiero hacer un reconocimiento especial a los hijos, hijas e hijes que son quienes realmente se pusieron esta causa en la espalda y trotaron con ella contra viento y marea. Se notó mucho. Esta generación de los hijos vino a correr los estigmas de lugar que en el juicio quedan muy marcados. Hubo un giro importante en eso. Se nos alinearon los planetas”, celebra.  Ya en el después, siguiendo la transmisión de La Retaguardia desde la cochera de la sala de Tribunales de San Martín, mientras habla Ana Montoto Raverta.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Entre esas hijas que menciona Testa, por ejemplo, está María José Luján Mazzuchelli. Su padre, Jesús María Luján, y su compañera Marta Franzosi, fueron casos en este juicio: “Es un día histórico. Nos tocó una fiscal excelente y unos abogados excelentes. El Tribunal estuvo a la altura de las circunstancias. Más que nada estaba esperando la condena de (Marcelo Cinto) Courtaux, porque es un ejemplar joven respecto a otros militares, y fue muy importante que se lo condenara”, festeja. Nora Patrich, una de las sobrevivientes que declaró en el juicio, dice que lo que sucedió fue “importantísimo a nivel mundial. Nunca Más es Nunca Más”, y destacó el papel de hijas e hijos de genocidas. Pablo Verna, uno de ellos, también presente en el después, fue testigo en el juicio y también asoma en una de las ventanas de ese gran edificio dr justicia construido durante años. Desde Córdoba, la hermana de Ángela Salamone, Ana, insiste en que estas condenas van a transcender en el tiempo: “Hay importancia histórica, más allá de todo lo que nos mueve como familiares y víctimas. Después del Juicio a las Juntas es el más importante de nuestra historia; Dejar en evidencia el aparato de Inteligencia, que no fue casual, fue calculado, fue un plan sistemático. Debe haber otros juicios para profundizar esta situación. Es absolutamente democratizante este acto. Cuando se dice Nunca Más no es solo un enunciado. Estos genocidas tienen que tener estas condenas, perpetuas y a cárcel común. El enemigo es muy fuerte y siempre va a estar al acecho”, avisa. Hugo Guangiroli es el papá de Mariana, otra de las 94 víctimas de la represión a la Contraofensiva Montonera por las que se realizó este debate histórico. Desde Brasil, indica la importancia de resistir dignamente: “Estoy enormemente gratificado con este juicio y por esta condena. Se recuperaron cosas políticas y de la historia argentina, pero fundamentalmente la dignidad de nuestros hijos y de sus compañeros. La dignidad no es solamente un atributo. Pertenece al sujeto y a la identidad de cada uno. Somos los únicos bichos de la fauna que somos capaces de morir por nuestros deseos. Se recuperó esa dignidad, tan importante y valiosa que nuestros hijos llevaban. Lamentablemente los perdimos”, expresa citando a Kant.  Para quienes están lejos del país también es un momento muy especial. Victoria del Monte, la hija de Mariana Guangiroli, también reside en Brasil, donde su abuelo la crió después de retirarla de la guardería de La Habana. Ella destaca la labor mancomunada para llevar adelante este juicio y lograr una sentencia tan ejemplificadora: “Lo que se pudo hacer se hizo. Yo salí del país en el ’76. Estoy lejos. Esto viene a sanar un hueco que

La provincia que mejores números mostró durante toda la pandemia es la que gobierna Gildo Insfrán desde 1995. En diciembre los contagios se dispararon y el racismo señaló a las comunidades originarias como responsables. El rol de la policía. Los centros de aislamiento que retienen a las personas con resultados negativos. Las críticas de la oposición más reaccionaria reclamando por “los derechos humanos” y la visita del Secretario de DD.HH. de la Nación, Horacio Pietragalla Corti que terminó en apoyo al Gobierno provincial. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Textuales: Julián Bouvier/Agustina Sandoval Lerner 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/María Eugenia Otero/Diego Adur “Señora, usted dio negativo pero tendrá que ir a un centro de aislamiento porque estuvo en contacto con una persona que dio positivo”, le dijo un oficial de la Policía de Formosa a Dionisia López. El reloj marcaba el mediodía del lunes 11 de enero. Se desesperó. Ya había pasado una hora desde que se acercó a la guardia del hospital para que la hisoparan porque había compartido un rato con una persona positiva de Covid-19. Tuvo que dejar a su niño de 10 años esperando afuera, bajo la sombra de un árbol, con su teléfono celular. Ella no podía salir, él no podía entrar, no tenían forma de comunicarse. Media hora atrás, una médica le anunció que si el resultado era negativo se iría para su casa a cumplir un aislamiento preventivo. No fue así. Al menos consiguió a los gritos que dejaran ingresar a su hijo, quien le contó llorando que le hicieron “un montón de preguntas” durante la espera. Recién a las 23 la llevaron a una escuela donde permaneció aislada durante 15 días. Las imágenes que tiene de las primeras horas en la escuela no son las mejores. Se recuerda temblando, apenas un poco más tranquila cuando su esposo le pudo llevar ropa limpia: “La pasé mal. El baño era un asco. Nos turnábamos para limpiar, pero el olor a cloaca era muy fuerte”. Durante varios días el nene durmió lejos de su madre. La comida no tenía sabor: “Seguramente los policías les dicen que no le pongan sal para que nos digan que estamos enfermos”, le dijo su niño percibiendo desde temprano las distancias entre buenos y malos.  El 18 de enero la volvieron a hisopar. También a su hijo. Ambos dieron negativo. Cuando preguntó le dijeron que debía quedarse 15 días más porque “una chica dio positivo”. Finalmente, este miércoles 26, después de otro resultado negativo, le entregaron un papel que le permitió volver a su casa. El alta no llegó en manos de un médico sino de un policía. Todo un símbolo. En el oeste está el agite La historia de Dionisia es una entre tantas. La Retaguardia pudo acceder a por lo menos una docena de testimonios más o menos similares, con contrastes, pero con inexplicables padecimientos en los centros de aislamiento. No tuvimos que indagar, las denuncias se sucedían una tras otra. Este relato de la ciudad de Formosa se torna más oscuro y represivo cuanto más al oeste de la provincia ocurra. En los departamentos Ramón Lista, que limita con Salta; y Matacos, con Salta y Chaco como vecinas, la situación se complejiza de manera notoria. “La pandemia llegó a Formosa después de tanto tiempo —explica Juan Rosasco, cura pasionista que está desde hace 6 años en Ingeniero Juárez, la ciudad cabecera de Matacos—. Acá tuvimos los primeros casos a fin del año pasado. Y el Gobierno aplicó su política, que son los Centros de Alojamiento Preventivo, donde se aísla a las personas, a los contactos estrechos, y a todos los que son positivos se los interna en lo que son los centros de salud, donde se los atiende. Es una situación que estalló”, asegura. “Esta forma generó y sigue generando mucho malestar, porque la gente es llevada a estos centros y no la pasan bien. Algunas imágenes de lo que pasa en Formosa capital trascendieron pero imagínate eso en una escuela que no está preparada para ser un lugar de alojamiento, como tampoco el Estadio del Cincuentenario. En cada aula hay cuatro, cinco camas. Los baños son todos compartidos por los 30, 40, 50 que estén en cada uno de estos centros. Entonces terminan siendo lugares donde todos están asustados, porque se van contagiando”. En ese punto coinciden casi todos los testimonios: muchas personas que ingresaron como sospechadas de haberse contagiado y permanecieron allí aún con resultados negativos en los análisis, finalmente terminaron contrayendo el virus por haber estado en contacto en los centros de aislamiento con personas que ya ingresaron como positivas de Covid-19: “La Organización Mundial de la Salud lo dice muy claro: son recomendables los lugares de cuarentena pero acotados en el tiempo, porque sino se promueven los contagios. Esto la provincia no lo escucha”, se indigna Rosasco. Aislados a 500 kilómetros de casa Más que aislamientos, algunos casos de personas pertenecientes a comunidades Wichí, Qom, Nivaclé y Pilagá (las cuatro etnias que habitan la provincia) parecen detenciones. No se explica de otro modo que hayan sido encerradas en centros de aislamiento de la ciudad capital de la provincia a unos 500 kilómetros de distancia. Como si a una persona de la localidad bonaerense de Avellaneda la llevaran a aislarse a la ciudad costera de Miramar. No podría suceder eso en Buenos Aires pero sí en Formosa, básicamente porque con las comunidades originarias no alineadas políticamente con el gobernador Gildo Insfrán, puede pasar cualquier cosa.  Alejandra Carrizo es psicóloga. Vive en Formosa capital, donde ejerce en el sistema público de salud. Integra la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) local y también la regional de la Asociación de Psicólogas y Psicólogos. Corrobora las denuncias de atropellos varios: “Los traslados forzosos y la fragmentación de los grupos familiares profundizan la angustia por la ausencia de información a las familias, lo que ha generado muchísimo malestar y fricción a las personas”. Carrizo está en un centro para residentes que regresaron desde otras provincias, y

Con la presencia en la sala de uno de los imputados, Eduardo Eleuterio Ascheri, se realizó la cuarta jornada del alegato del Ministerio Público Fiscal a cargo de Gabriela Sosti. En más de cuatro horas, repasó entre otros casos, los secuestros del grupo de prensa, tres parejas de militantes que tenían que editar libros y fueron secuestradas; solo sobrevivieron Daniel Cabezas, Nora Hilb y Aixa Bona. Fueron asesinadas las otras tres: Alfredo Lires, Gervasio Guadix y Graciela Álvarez. Sosti también repasó el calvario de Silvia Tolchinsky, el secuestro del cura Jorge Adur y Lorenzo Viñas, entre otros. Ascheri derramó una lágrima cuando escuchó una de las historias. (Por El Diario del Juicio*)  ☝ Foto de Portada   Mientras Sosti desarrolla la historia de Selva Varela Istueta, una lágrima recorre la mejilla de Ascheri. Quienes asistieron a la audiencia y detectaron la situación, coincidieron en señalar que es extraño que alguien que en su ampliación indagatoria no se lamentó por lo que les ocurrió a las víctimas, se sensibilice con la historia de una de ellas. Y dijeron casi a coro: “si le genera alguna sensibilidad, que diga lo que sabe”. Ascheri fue sorprendido durante el juicio, en dos ocasiones, violando la prisión domiciliaria. 📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles ☝ En la previa de la audiencia, Daniel Cabezas, sobreviviente del genocidio, coloca las pancartas con las fotos de quienes fueron desaparecidas/os en cada silla. Salvo en una, la que sorprendentemente ocupó Eduardo Ascheri, uno de los imputados. Ascheri quedó rodeado de las fotos interpeladoras. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Ascheri quedó rodeado de rostros. Sus ausencias dicen más que cualquier palabra. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Selva Varela Istueta tenía apenas un año cuando en 1977 secuestraron y desaparecieron a su padre Mario Aníbal Bardi y a su mamá Claudia Istueta, médicos, militantes montoneros de zona sur. Su madre había pedido que, si algo les pasaba, Selva fuera criada por compañeros, no por la familia. Esos compañeros fueron Carlos Karis y Nora Larrubia. El 13 de septiembre de 1980 dormían la siesta cuando entró la patota. Selva tenía 3 años y su hermanito Juan Carlos (hijo de Karis y Larrubia) era bebé. Se llevaron a Carlos y a Nora. A los chicos los dejaron con unos vecinos. Terminaron adoptados por aquella tía que Claudia Istueta había querido evitar. Selva, o Pajarito como la llamaban en la guardería de Cuba, es una de las tantas víctimas de la última dictadura que asesinó a sus madres y a sus padres, a los biológicos y a los del corazón. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Desde la pantalla, el “Negro” Juan Carlos Silva parece clavar su mirada en Eduardo Eleuterio Ascheri, quien fuera jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia del Comando de Instituto Militares y ahora espera sentencia en este juicio. De barbijo negro y prisión domiciliaria, Ascheri asistió a la última audiencia y escuchó en vivo el alegato de la fiscal Sosti. Tiene 86 años. Silva tenía 30 cuando lo secuestraron el 26 de junio de 1980, el mismo día que al padre Adur y a Viñas en Paso de los Libres. Por el caso de Silva, entre otros, se escucharon los testimonios de su compañera, Ana Testa y la hija de ambos, Paula Silva Testa. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Francisco Goya fue secuestrado y desaparecido. Uno de sus hijos, Carlos Goya Martínez Aranda fue apropiado. Recuperó su identidad por el incansable trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo. También declararon Emilio y Juan Manuel, otros de sus hijos, quién relató la cercanía de su padre a las Ligas Agrarias y la relación que lo unía a Quique Lovey, principal referente de esa organización campesina. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La revista Para Ti tituló “Habla la madre de un subversivo muerto”. Era en realidad una entrevista fraguada que le forzaron hacer a Thelma Jara de Cabezas mientras la tenían cautiva bajo tormentos desde abril de 1979 en la ESMA. Daniel Cabezas, integrante del grupo Prensa de la Contraofensiva, supo así que su madre estaba viva. “Esta es una muestra más de la ‘acción psicológica’ de la dictadura tendiente a construir conceptualmente y adjetivar a ese enemigo a destruir. La función de ese discurso estigmatizante, embustero y artero era paralizar, domesticar a la sociedad, pretendiendo convencerla de la necesidad de ese exterminio. Y de paso instalar el escenario del más ominoso terror”, sostuvo Sosti en su alegato. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ “Lo más determinante es la constancia del interrogatorio bajo tormentos que le hicieron los especialistas de inteligencia que se desplazaron para secuestrarlo”, dijo Sosti cuando tomó el caso de Antonio Tovo, quién tuvo a su cargo la articulación sindical entre Rosario y otros cordones industriales. “El interrogatorio inmediato fue en Rosario. No hace falta aclarar que no había ninguna autoridad judicial ni prevención alguna para evitar las torturas”. Grafica de ese modo, por un lado la tortura como metodología para conseguir información aplicada en todos los casos, sin excepción; por otra parte, la fiscal, al abordar la cuestión de la información obtenida bajo tortura de personas que luego serían desaparecidas, desmitifica en torno de la entrega o no de datos era una de las cuestiones que definía la vida y la muerte de las personas durante el genocidio. La perversión genocida no funcionaba de ese modo.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Desde la foto, Gervasio Martín Guadix, parte del grupo de prensa, junto a Verónica Cabilla, la joven secuestrada al reingresar al país. Sosti repasó las declaraciones de los gendarmes y médicos que participaron del informe oficial que avaló el supuesto suicidio de Guadix en la frontera, sobre todo el de quien lo llevó adelante, Juan Carlos Olari, de quien dijo que esperaba que pronto estuviera imputado por lo que, como se ha visto durante el juicio, fue un secuestro y asesinato.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ Aixa Bona era una de las seis personas que

La tercera jornada del alegato de la fiscal Gabriela Sosti repasó entre otros casos de la represión, la serie de secuestros en la base de enlace que Montoneros había emplazado en Perú. Aquellos episodios dejaron en evidencia la impunidad mundial con la que se manejaba la Inteligencia del Ejército. De Campo de Mayo a Perú con un secuestrado (Federico Frías), de Perú a Campo de Mayo con otras 3 personas secuestradas en Lima (María Inés Raverta, Julio César Ramírez y Noemí Giannetti de Molfino). De Campo de Mayo a Madrid, para asesinar allí a Giannetti de Molfino. El montaje de ese crimen y el rol de los medios de comunicación. Las fotos de este informe pertenecen a Gustavo Molfino, sobreviviente de la represión en Lima y además hijo de Mima, como le decían a Noemí. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles ☝ Foto de Portada: En un cuarto intermedio obligado por los inconvenientes del imputado Eduardo Ascheri para manejar el teléfono celular que lo conecta al juicio, Sosti intenta no perder la concentración. Sosti lee a paso sostenido. Toma agua cada tanto, como única pausa en una lectura de clima denso por el contenido pero no por el ritmo sostenido. Más de una vez, su voz tropieza con la emoción, que está lejos de pretender ocultar. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ “El 19 de marzo de 1980, en otra cita envenenada, lo secuestran a Jorge Oscar Benítez -relata Sosti-. Tenía 16 años. Le decían Jalil, Horacio o Raúl. Había viajado a España en 1978 con su madre y su hermano Daniel, porque allí se había exiliado su padre Oscar. Tiempo después llegó su tío Ángel Benítez y juntos decidieron participar de la Contraofensiva”. En la reconstrucción, la fiscal recupera el testimonio de la madre de Jorgito: “Nélida se desesperó cuando su hijo le comunicó su deseo de volver a Argentina. Pero fue honesta con los principios con los que educó a ese hijo, y respetó su decisión, libre y razonada. Al poco tiempo la quebraría el dolor ante la noticia de su desaparición. Jorgito la había animado prometiéndole encontrarse en la Argentina en la Plaza de Mayo. Ella fue durante años junto a otras madres, a buscarlo”.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El presidente del TOFC 4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers, sigue el alegato con atención. En la oscuridad de la sala, con las luces apagadas casi por completo para que se puedan observar con nitidez las filminas proyectadas por la fiscal, el único juez presente en la sala de audiencias no pierde detalle de la recreación histórica de Sosti. El juez Matías Mancini y la jueza María Claudia Morgese Martín hacen lo mismo, pero desde sus casas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ El apodo de Raúl Milberg era Ricardo. Su familia judía padeció el exterminio generación tras generación. Heredero de esa historia de persecución, militó desde los 12 años por los derechos del pueblo judío, pero también fue interpelado por los movimientos sociales en su país, y siguió esa militancia desde el ERP 22 y luego en la Juventud Peronista de la zona oeste, finalmente dentro de Montoneros. En informe de la CRI está plasmada a la perfección la faceta de su militancia, algo que solamente pudieron obtener a través de un interrogatorio directo de Raúl. Vivió con Ángel Carbajal y Matilde Rodríguez en una casa en Olivos, luego de entrar, también los tres juntos, por Mendoza. Miembro de una TEI, fue secuestrado el 28 de febrero de 1980.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ La fiscal Sosti dio cuenta del secuestro de Horacio Campiglia. Lo hizo de la mano de los documentos de inteligencia, pero también de los testimonios en el juicio de Edy Binstock y Pilar Calveiro, que fue compañero de Campiglia: “Horacio le dice a Pilar que desde la conducción se había decidido su viaje a Brasil. El 7 de marzo de 1980, pasó por su trabajo a despedirse. Fue la última vez que lo vio. Pilar no se había reincorporado a la organización (luego de su secuestro en la ESMA y posterior exilio), por eso no conocía a los compañeros de Horacio, ni las estrategias, ni  las actividades. Horacio era sumamente reservado y extremadamente cuidadoso con la compartimentación de la información. Después, supo que salió de México con Mónica Pinus. El documento que usó, dijo Pilar, estaba a nombre de Jorge Pineda. Primero fueron a Panamá, después Caracas, y finalmente el 12 de marzo de 1980, Río de Janeiro”, donde Campiglia y Pinus fueron secuestrados y conducidos a Campo de Mayo. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio  ☝ Al tiempo que mostraba un registro fotográfico de Mónica Pinus en La Habana, Sosti desarrolló su historia a partir del testimonio de su compañero Edy Binstock, quien sobrevivió, y el de los dos hijos en común. Los tres testimonios se dieron en una misma audiencia, la 24. Dice a través de Binstock: “Instaló un departamento y a partir del 10 de marzo empezó a cubrir la cita (que tendría con Mónica y Horacio). Una, dos veces, a la tercera vez miró desde una cuadra. No estaban. Así supo lo peor. Tenía que irse urgente de Brasil. No tenía contactos y sabía que Mónica entraría a ese país con el apellido Prinsot. Volvió a México, contactó a (Rodolfo) Puiggrós y después a su padre –abogado en  la lucha por los derechos humanos- para hacer las denuncias”.  📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ☝ En otras de sus paradas históricas reconstruyendo las vidas militantes de quienes se integraron a la Contraofensiva, la fiscal se detiene en el Pato, Ricardo Zucker, el hijo del popular actor de aquellos años, Marcos Zucker. “Lo secuestraron el 29 de febrero en una cita envenenada con un compañero de la organización. Sin duda era una cita ya concertada desde el exterior. También surge el primer interrogatorio que le hicieron, donde le arrancaron datos que solo él les pudo haber dado como por ejemplo que ‘le falta una materia

Murió esta madrugada Víctor Melchor Basterra, sobreviviente de la ESMA e integrante de La Retaguardia desde su participación en el programa radial Oral Y Público. Hoy festejan los genocidas. Les toca a ellos, en sus celdas o en sus casas. Pero durará sólo por un ratito, sépanlo.  Él les decía Los ñatos. Y dedicó su vida después del horror de la ESMA a perseguirlos. Decía que tenía un mandato de su compañero, el Gordo Ardeti: “Si te salvás, que no se la lleven de arriba”. Lo consiguió sobradamente. Algo parecido a eso, un mandato, es lo que nos ha dejado a nosotros/as, entre tantas otras cosas. Durante el día, como podamos, iremos publicando recuerdos, incompletos y necesarios, como cada homenaje que se le haga. (Por La Retaguardia) Compartimos esta nota que cuenta parte de su historia  http://www.laretaguardia.com.ar/2015/10/victor-basterra-el-primer-eslabon-de-la.html En estos links, podrán ver todas las publicaciones de La Retaguardia sobre Basterra a lo largo de su vida militante http://www.laretaguardia.com.ar/search/label/Victor%20Basterra http://www.laretaguardia.com.ar/search/label/Basterra

Los jueces del TOFC N°4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, realizaron este jueves una visita ocular al predio de Campo de Mayo al que fueron llevadas las víctimas de la represión a la Contraofensiva de Montoneros. A diferencia de las recorridas por ex Centros Clandestinos en otros juicios, que habitualmente son acompañadas por testigos y querellantes, la visita estuvo guiada por el Mayor del Ejército Nicolás Liguori, lo que le dio cierto aire de frialdad al trámite judicial. También se reconocieron dos casas aledañas señaladas en sus testimonios por Silvia Tolchinsky y Lidia Borda. También participaron la fiscal Gabriela Sosti; el abogado querellante, Pablo Llonto; los defensores, Lisandro Sevillano, Fernando Vázquez Pereda y Hernán Corigliano; peritos de Gendarmería; la abogada Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa; y un equipo de El Diario del Juicio. Compartimos un informe fotográfico de nuestro compañero Gustavo Molfino. Su madre, su cuñado y su hermana desaparecidas, pasaron por Campo de Mayo. Su sobrino, nieto recuperado, fue apropiado en la maternidad. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele ✍️ Textos 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele👆 Foto de portada  👉 En ese predio funcionó el Batallón de Inteligencia 201 del Ejército. Hoy continúa cumpliendo tareas de inteligencia. A ese lugar no se pudo ingresar aunque algunos testimonios aseguran que allí funcionó un “Centro de reunión de detenidos”, como les decían a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, al que se conocía como Las Casitas. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Pasadas las 10 y cuando el sol aún no obligaba a sacarse los abrigos, comenzó la recorrida. En el Laboratorio de Remonta y Veterinaria, el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, anunció cuál sería el camino. Fue señalando las paradas en un enorme mapa apoyado sobre el capot del auto de la secretaria Natalia Corso de Castro.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La primera parada fue en la Arboleda de los 5000. En su declaración del día 8 de este juicio, el ex Cabo Nélson González dijo que en ese sector existía un centro clandestino: “Siempre se supo que había personas detenidas que era en ‘La Escuelita’, que era de la Escuela de Comunicaciones, unos 500 metros para adentro, al lado de la arboleda de los 5000″. Hoy en el terreno sólo hay acacias repletas de filosas espinas.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Los jueces Matías Mancini, con camisa blanca arremangada, y Esteban Rodríguez Eggers, fueron guiados por el Mayor del Ejército Nicolás Liguori. La querella de Pablo Llonto había solicitado que las indicaciones pudieran ser realizadas por Stella Segado, testigo de este juicio, y Marcelo Castillo, quien coordinó el grupo del Equipo Argentino de Antropología Forense que trabajó en Campo de Mayo, pero los jueces denegaron el pedido, con el argumento de que deberían haber sido testimoniales en el marco de la visita, que técnicamente es una audiencia más dentro del juicio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Lo más cerca que se llegó del centro clandestino conocido como El Campito, ya demolido, fueron dos construcciones posteriores a la dictadura. En una de ellas, mientras los jueces revisan el mapa, se observa una de las pocas referencias en todo el predio a lo sucedido en Campo de Mayo. Es una foto de Floreal Avellaneda, El Negrito, un militante de la Federación Juvenil Comunista, secuestrado cuando tenía 16 años. Su cuerpo apareció en la costa ribereña uruguaya. Las pocas señalizaciones quizá tengan como explicación que el predio, de 8 mil hectáreas, continúa en manos de la misma fuerza que fue parte del genocidio, a diferencia de tantos otros ex centros de torturas y desapariciones que se convirtieron en sitios de memoria. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Una de las flores del recuerdo para Avellaneda, a la vera de la construcción abandonada. En la zona posterior de ambos lugares, el EAAF realizó excavaciones en busca de restos humanos. Un colimba declaró en la megacausa Campo de Mayo que cuando levantó la tapa de un aljibe, ubicado cerca de un tanque de agua, vio restos óseos. El resultado de la intervención del EAAF fue negativo. A unos 1200 metros de allí, según la indicación del mayor que guió el recorrido, se ubica el aeródromo de donde -en palabras del cabo González-, partían vuelos que tiraban personas al mar: “En la compañía de aviación, ahí están todos los aviones, los famosos aviones Fiat, y los vuelos de la muerte salían de ahí, de Campo de Mayo”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La abogada Mariana Maurer participó por el Ministerio de Defensa. Aquí se la ve en una charla con Pablo Llonto, el abogado de la querella mayoritaria. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Por caminos diferentes caminan la fiscal Gabriela Sosti, encargada de sostener la acusación por el Ministerio Público Fiscal, y Lisandro Sevillano, el defensor oficial de 5 de los 7 acusados. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆  Peritos de Gendarmería fueron convocados sobre todo para medir distancias que contribuyeran a verificar los testimonios. Se movilizaron en un camión y vistieron trajes blanco de protección de pies a cabeza. Además, registraron fílmicamente su trabajo.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆  La jueza María Claudia Morgese Martín no participó de la visita pero en distintos momentos, los otros dos miembros del tribunal se comunicaron con ella por videollamada. Uno de ellos fue en la entrada del Polígono de Tiro, con el sonido de los disparos como telón de fondo. Dentro del predio donde se encuentra el polígono, otros disparos habrían fusilado hace 40 años, por lo menos, al Pato Zucker, a Federico Frías y a otras dos personas secuestradas, según señaló en su declaración el ex cabo Nélson González. El ex militar dijo ante los jueces que de la macabra ceremonia participaron algunos jefes del Ejército, entre los que estaba Cristino Nicolaides, y también “Sixto Ibáñez, el Mayor Surraco (de artillería, oficial de inteligencia) y el sargento primero Taborda”. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El Mayor Liguori, siempre bien predispuesto, le señala un lugar en el mapa

Desde su hogar, Diego Menoyo, sobreviviente de las dos etapas de la Contraofensiva de Montoneros, ofreció un relato calmo, relajado y a la vez intenso. Focalizó en las tareas de activismo comunicacional que fueron parte importante de aquellas instancias. Compartimos además el audio de la proclama con la que Montoneros anunció el lanzamiento de la Contraofensiva, un mensaje de Mario Eduardo Firmenich que se utilizó para las interferencias de las que el testigo participó y dio detalles. (Por El Diario del Juicio*) ✍️ Texto 👉 Fernando Tebele💻 Edición  👉 Diana Zermoglio/Martina Noailles📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 💻 Colaboración en textos 👉 Valentina Maccarone/Braulio Domínguez💻 Documentos 👉 El Diario del Juicio Está en su casa de Río Ceballos, Córdoba. Es por eso que la persona que lo acompaña, del Programa Verdad y Justicia, envía una foto de su DNI, pero de todos modos el testigo lo tiene que mostrar a la cámara. “Es el mismo”, dice la secretaria del tribunal. Cuando la fiscal Gabriela Sosti le da el pie habitual para que comience su relato, el sobreviviente de las dos etapas de la Contraofensiva decide arrancar por la previa. “Yo quisiera contar un poco cómo llegué a esa situación porque, si no, no se va a entender por qué estamos militando y tampoco se va a entender el hecho de que aceptáramos participar de la Contraofensiva”, señala. Cuenta que para la época del golpe de Estado de 1976 cursaba el cuarto año de Astronomía y era delegado de un curso pequeño; el futuro cercano estaba lejos de ser un cielo claro y estrellado. “El 8 de julio allanan la casa donde vivía mi compañera. Era un departamento que estaba en la parte superior de donde yo vivía con mis hermanos. Allí la secuestran a mi novia, que era del mismo pueblo de donde yo venía: Justo Daract, San Luis. Yo estaba en la universidad en ese momento, así que no me encuentran…”. Norma Gladys Monardi permanece desaparecida. Señala aquel allanamiento ilegal como el punto de inicio de la etapa de clandestinidad. “A partir de allí quedo en una situación prácticamente de ilegalidad, porque obviamente habían ido al departamento a buscarme a mí. Había una reunión de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en ese momento”. No pasaría mucho tiempo hasta que decidieran abandonar la Provincia de Córdoba. “A partir de esa situación, el hecho de que la ciudad era muy pequeña, de que nos cruzábamos con militantes y agentes de seguridad constantemente, se decide que los que éramos ilegales nos trasladáramos a Buenos Aires”. Zona sur, amor y militancia Los cuellos de su camisa celeste aletean sobre el escote en v de su pulóver azul. Diego Menoyo suelta una sonrisa leve de vez en cuando. Una de ellas, cuando Sosti le consulta si recuerda del nombre de una compañera a la que acaba de mencionar genéricamente. “Sí. Es mi compañera actualmente, Liliana Beatriz Fedullo”. La fiscal suelta un “Ah” de sorpresa. Quizá le haya quedado la costumbre de no pronunciar nombres. Con ella, cuenta, se reengancharon con la organización, de la que habían quedado descolgados luego de la salida desde Córdoba. “Vivía en una casa donde trabajábamos haciendo service de máquinas de escribir. Allí me encuentro con esta compañera de Córdoba, que es mi compañera en la actualidad, y con la que hemos tenido hijos y nietos, y a partir de eso podemos engancharnos con algunos otros compañeros de la zona y nos piden que nos vayamos a la zona de Florencio Varela para asentarnos”. Se posa en marzo de 1977 en la localidad de Bosques, trabajando políticamente con los empleados de Alpargatas: “Influenciamos en los conflictos, militábamos, publicábamos volantes”. Pero todo cambió cuando fue secuestrado el responsable del grupo, Manolo, Adrián Follonier. Menoyo aclara que aún permanece desaparecido. También secuestraron a la compañera de Manolo, Alicia Scalzotto, que sobrevivió. Era abril de 1978, había que salir del país. Lo que consiguieron, cree recordar, en enero de 1979. Menoyo en su casa declarando 40 años después.Gustavo Molfino/El Diario del Juicio Cruel, en el cartel Sin perder nunca su decir tranquilo con cadencia provinciana, Menoyo trae a la audiencia el recuerdo de una propaganda de la dictadura. “Era un afiche que en ese momento ponían los militares en la calle, seguramente los sectores de inteligencia. Era un barquito, donde había una persona que saludaba, y un joven con una pastilla en la mano con un signo de pregunta, como diciendo: ‘¿Qué vamos a hacer con esta pastilla?’. Porque esto era un afiche que estaba dedicado a nosotros. Pura y exclusivamente. Nadie de la ciudadanía normal podía explicar este afiche”, señala. Los recuerda pegados en la zona sur del conurbano. “Era un afiche dedicado a la militancia, diciéndole: ‘Ustedes se quedan con las pastillas de cianuro mientras sus jefes están disfrutando el bello exilio’. Este era el mensaje subliminal que estaba apuntado allí. Y por eso pienso que tienen que haber sido los servicios de inteligencia. No tengo constancia de eso”, aclara. Con una condición Menoyo relata que quedaron con Víctor Hugo Díaz, Beto, como responsable, hasta que salieron del país. Remarca que pusieron una condición: “Salimos al Paraguay con un acuerdo previo y con mucha discusión política de que queríamos volver al país inmediatamente. Aceptábamos que no estaban dadas las condiciones para poder hacer ninguna discusión política con los compañeros, ni ninguna forma de modificar un rumbo político en el país, pero salimos con la condición de volver inmediatamente ni bien tuviéramos la posibilidad”. La Contraofensiva sería esa chance, pero no lo sabían aún. Se encontraron en Paraguay con Díaz y su compañera, Marcia Seijas, más otros compañeros y compañeras que alcanzaron a salvar sus vidas. También estaban allí Carlos Karis y Nora Larrubia, que serían desaparecidos durante la Contraofensiva. Después de esperar un mes en Paraguay por papeles seguros para seguir el viaje, rumbearon hacia México; ya asomaba la idea del regreso. “Allí nos recibe el compañero Gustavo Herrera. Nosotros paramos en un hotel. Él nos hace ir a una casa, que no conocíamos la dirección, aparte no

En otra extensa jornada, más de siete horas esta vez, se escucharon dos testimonios. Desde Paraná, por videoconferencia, se escuchó un testimonio que podría ser gracioso si no fuera grave: el médico militar Gabriel Salvador Matharan dio un concierto de “No recuerdo” e, incluso, argumentó que su falta de memoria se debía al aislamiento derivado de la pandemia. El testimonio más extenso fue el de la antropóloga Verónica Almada, que complementó el que dio Stella Segado la semana pasada, y precisó en torno de la organización de la inteligencia del Ejército, ya que se especializó en el ordenamiento y la clasificación de los archivos de esta fuerza. (Por El Diario del Juicio*)  📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles👆 Foto de portada  👉 El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, se saluda con la fiscal Gabriela Sosti. Signos de la nueva etapa en medio de la pandemia. 📷 Foto 👉 Gustavo Molfino 👆 En un salón casi vacío, los rostros de las víctimas gritan presente. Así será en las próximas audiencias mientras la pandemia obligue a la virtualidad e impida que los familiares puedan abrazarse después de cada testimonio. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 “No recuerdo, señor”. Desde las oficinas del Tribunal Oral de Paraná y detrás de una máscara plástica de proteción ante el Covid-19, Gabriel Salvador Matharan, médico militar, dice no recordar absolutamente nada. Su edad y la pandemia, son las excusas. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Además de no recordar, cuando una de las secretarias del tribunal, Sandra Iglesias, le exhibió su firma para ver si la reconocía a través de la cámara, Matharan dijo que no veia bien.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La firma era de un documento de la Gendarmería Nacional. Se trata de la supuesta autopsia de lo que, a esta altura puede asegurarse, fue el suicidio fraguado de Gervasio Martín Guadix. El hecho ocurrió en el puente fronterizo Uruguayana (Brasil) y Paso de los Libres (Argentina). Se publicó como el suicidio con la pastilla de cianuro de un “desaparecido que estaba en Europa”. En realidad Guadix estaba secuestrado y sería luego asesinado. Así de clara se veía la imagen que Matharan no pudo observar desde Paraná.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La jueza Morguese Martín, a la distancia, mostró su enojo con las (no) respuestas de Matharan. Sobre todo con aquellas que sonaron a “respuestas preventivas”, en las que respondía “No me acuerdo, señor… disculpe, señora”, a preguntas sobre su actualidad o la idoneidad que tenía para practirar una autopsia. Al final de la jornada, las querellas y la fiscalía pidieron que se analice si hubo falso testimonio por parte de Matharan. La querella de la familia de Gervasio Martín Guadix, a cargo de Rafael Flores, solicitó además que se libre orden de detención.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La segunda testigo fue la antropóloga Verónica Almada. En un extenso testimonio, que debió interrumpirse dos veces por problemas en el sistema virtual que la justicia le provee al TOFC Nº4 para realizar las audiencias, explicó entre otras cosas cómo se organizaba la inteligencia del Ejército Argentino.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Almada trabajó en el equipo que dirigió Stella Segado. Está embarazada de cuatro meses, por lo que varias botellas con agua se fueron vaciando durante su testimonio. En el reparto de tareas de estudio de los diferentes documentos desclasificados, le tocó analizar los del Ejército.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Entre el material hallado y desclasificado estaban los legajos de algunos de los imputados y el del militar Eduardo Francisco Stigliano, ya mencionado en otros testimonios. Stigliano pidió al Ejército una “reparación” por supuestas heridas en la “lucha contra la subversión”. A partir de ese pedido, en su argumentación, desnuda las metodologías operativas de la inteligencia del Ejército. Stigliano falleció, pero su legajo es una importante prueba en este juicio.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 La voluminosa causa por la represión a la Contraofensiva sobre una de las mesas en la sala, por cualquier consulta que se quisiera realizar al expediente.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 El defensor oficial, Lisandro Sevillano, a cargo de la defensa de los 6 imputados que no tienen condenas anteriores, fue y vino con el enchufe de su computadora hasta que pudo mostrar una placa que disparó una consulta a la testigo Almada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 👆 Hernán Corigliano es el abogado defensor de Norberto Apa, condenado ya a prisión perpetua por el asesinato de Ana María Martínez, militante del PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Entre los documentos desclasificados figura una felicitación que recibió el genocida por la tarea realizada.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

A casi tres meses de la suspensión por la pandemia, se reanudó el debate oral con el testimonio extenso y contundente de Stella Segado, quien aportó una explicación de cómo funcionaban y se organizaban los servicios de inteligencia. Lo hizo tras haber estudiado durante años documentos secretos hallados y desclasificados. Como novedad, aportó un telegrama de Guillermo Patricio Kelly a Héctor Villalón, conocido personaje de aquellos años. Le agradece la información recibida sobre Mendizábal, Tolchinsky, Pereyra Rossi y Croatto, militantes de Montoneros. El Diario del Juicio y La Retaguardia televisaron la audiencia y lo volverán a hacer el próximo jueves, turno para que declare la antropóloga Verónica Almada, quien también trabajó sobre los archivos del Ejército Argentino. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Texto 👉 Martina Noailles/Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Daniel Cabezas📷 Foto de Portada 👉 Ante la sala vacía, se colocaron en los asientos las fotos de las personas desaparecidas durante la Contraofensiva. Las observa el abogado defensor del genocida Norberto Apa, el Dr. Hernán Corigliano. 📷 Daniel Cabezas Stella Segado lista para comenzar con su testimonio.📷 Gustavo Molfino Las secretarias del tribunal corren con desesperación. Está a punto de reanudarse el juicio. Arrastran una de las pantallas desde el costado de la sala en el que está ubicada habitualmente para que el público pueda ver mejor lo que ocurre. Esta vez, la cercanía televisiva la necesitarán los jueces para poder observar los documentos y croquis que aportará la testigo, por lo que la ubican de frente a Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, los dos que están presentes en la sala. La tercera integrante del tribunal, María Claudia Morguese Martín, es una más entre los recuadros de la sala virtual. Stella Segado, la única testigo de esta audiencia, hace rato que está sentada en su lugar, y repasa algunos apuntes en su computadora. Parece tranquila. Daniel Cabezas, su compañero y sobreviviente de la Contraofensiva, será el encargado de registrar fotográficamente. Lo rodea un público muy especial en esta ocasión. Con la costumbre de la sala repleta, cuesta ver esta imagen, que aun así, como casi todo en este juicio histórico, tiene un fuerte poder simbólico. La sala está vacía, podría decirse con la misma cantidad de certeza y frialdad; pero en realidad está repleta de gente. Y las ausencias evidentes, se hacen presentes. Nadie tendrá que levantar sus fotos esta vez, porque están ubicadas con prolijidad, cada una en su silla. No habrá cansancio en sus rostros seis horas después, cuando Segado todavía responda preguntas, porque están congelados en su tiempo. No por elección, está claro. Aun así, desde las imágenes, todavía destilan algo del poder que les queda. *** Hay huellas que son imposibles de destruir. Son rastros que, a pesar del ensañamiento por borrarlos, la máquina burocrática del sistema va dejando en el camino. El Terrorismo de Estado en Argentina desapareció personas y, en busca de la impunidad de aquellos crímenes, también desapareció registros, fichas, datos. Pero dejó vestigios. De la punta de ese ovillo enredado tira desde hace casi dos décadas la especialista en Archivos y Derechos Humanos, Miriam Stella Maris Segado, la primera testigo en declarar en la reanudación del juicio oral por la represión a la Contraofensiva Montonera, que retomó este jueves tras la pausa obligada por la pandemia. Su testimonio, que duró casi 6 horas y se transmitió en vivo a través de El Diario del Juicio, fue un relato pormenorizado acerca de cómo funcionaban las estructuras de inteligencia militar durante la última dictadura. Especialmente, puso bajo su lupa a los Batallones 201 y 601 con base en Campo de Mayo, durante el período 1979/1980, lo que permite poner en contexto las violaciones a los derechos humanos que se investigan en este juicio.  Segado es especialista en archivos de la represión y, gracias a una lectura minuciosa y obsesiva por seguir buscando donde parece que ya no hay nada, logró reconstruir lo que ella llama el “ciclo de inteligencia” establecido durante la dictadura. El rompecabezas se armó con la doctrina y la reglamentación de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. Su testimonio en este juicio tiene mucha relevancia, porque en realidad los archivos y documentos de inteligencia son la base probatoria. Sin esos archivos, hubiera sido mucho más complicado (aún) arribar a esta instancia. El rol de Segado sería el de ordenarlos con su testimonial, aportando algo desde su recorrido personal. “En 2003 comienzo a investigar Campo de Mayo. En ese momento Campo de Mayo era un circuito que no se había investigado, del que había aproximadamente 10 sobrevivientes conocidos y no había certezas de cuántas personas habían pasado por allí. A lo largo de los años los 10 se transformaron en 100; y las víctimas, en más de 3000 personas”, explica, mientras recorre sus pasos por los archivos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), y sus trabajos en la Subsecretaría de Derechos Humanos (que luego se transformaría en Secretaría), más tarde en el área de archivos del Ministerio de Defensa y también en la UFI-AMIA. Documento secreto en el que se observa el ordenamiento y el modo de acción de la Inteligencia Nacional. La que más pregunta es la fiscal Gabriela Sosti. Está ubicada en una fila de tres asientos correlativos. Detrás suyo están los abogados defensores Lisandro Sevillano y Hernán Corigliano. Dan la imagen de estar en un ómnibus; los defensores a veces parecen querer bajarse. Sosti consulta y no dejará de hacerlo. Se nota que parte de este material formará parte de su alegato que, ya se anticipa, durará varios días. “Antes de comenzar -se mete en tema Segado- quisiera explicar algunas cuestiones: he trabajado en tratar de hacer una síntesis de este proceso que lleva más de 17 años de trabajo con archivos y la reconstrucción histórica de un período, en especial en Campo de Mayo. Lo que presentaré aquí irá de lo general a lo particular”, aclara, después de prometer decir la verdad. A través de una pantalla, los